Rodrigo Zarazaga, cuenta, estudió Filosofía y Teología en el Seminario jesuita. Allí se formó leyendo a Heidegger y Marx, entre otros autores más previsibles y canónicos. Es politólogo, con un doctorado en Estados Unidos, le añade un posdoctorado. Investigador del Conicet, escribe, enseña, dicta cursos de formación para jóvenes cuadros políticos. También se dedica a los menesteres de un cura.

A primera vista parece más un sacerdote “de civil” que un científico social de primera. Ropa sobria, pocos colores, tan prolija cuan poco estridente, pelo corto, afeitada al ras. Su escritorio es despojado, casi ascético. 

Gesticula poco, mira al interlocutor mientras habla, no necesita pausa para responder a ninguna pregunta. Tiene oficio de docencia y de prédica. Ríe a menudo. 

Conoce el Conurbano y el mundo de la pobreza a través de sus dos ramas de actividad. Las combina continuamente, sin hacer mucho alarde pero dejando constancia de sus variadas fuentes de conocimiento.

Es coeditor y uno de los varios coautores del libro “Conurbano infinito”: un conjunto de ensayos, varios notables, recientemente publicado.

El año pasado fue invitado a exponer en el Coloquio de IDEA. Los organizadores habrán pensado darse aires de tolerancia. Acaso contaban con la mansedumbre de “un profesor de El Salvador”. Se equivocaron. Cuestionaron en su presencia “los planes”, el “gasto social”, pagar impuestos altos, los vicios y la vagancia de los pobres. Tañeron su eterna melodía. Zarazaga los sorprendió. Les comentó, entre otras cosas: “El valor de una cartera Louis Vuitton equivale a 300 meses de planes sociales; una corbata Hermes, para no hacer distinción de género, unos 200 meses. (…) No conozco a nadie que gane 880 pesos por mes que no quiera trabajar si le ofrecen un trabajo en el que le van a pagar 15.000 pesos. (…) No les hablo con el corazón, les hablo con la billetera; podremos seguir viviendo en countries y pagando seguridad, pero eso no está funcionando”. Lo miraban, azoradxs, ellas agarrando sus carteras, ellos mirando de reojo sus corbatas.

En la entrevista que va aparte se le preguntó:

–¿Usted sabe cuánto cuesta una cartera o una camisa de lujo? No da la impresión. ¿O se capacitó especialmente para ir a IDEA?

–Había visto una resistencia enorme a la AUH. Que decían que era una usina de vagos. Quise poner las cosas en perspectiva. Le pregunté a conocidos “¿cuáles son las corbatas chetas?” Entré a Mercado Libre. Miré los precios. 

Sonríe. La investigación de campo es lo suyo.  

Había dudado en asistir al cónclave. Sigue conforme por haber ido: cualquier espacio es bueno para transmitir ideas, valores, mensajes. PáginaI12 piensa parecido. Por eso este reportaje, entre muchos motivos y saberes que agradecerán los lectores.