“Hay ciudades donde si cierran dos fábricas se pierde el 40 por ciento del trabajo formal del lugar”. Las palabras de Hernán Zubeldía describen, a su criterio, el valor de una industria nacional presente en el interior bonaerense. Al frente de Maquinaria Agrícola de la Provincia de Buenos Aires (MAGRIBA) resalta el rol del Banco Provincia en el crecimiento del sector, espera que haya un correcto tratamiento sobre las importaciones y pide por la conformación de mesas de trabajo con todo el entramado productivo rural y no sólo con los productores.

En la conversación con Buenos Aires/12, el dirigente explica que no puede existir la misma política económica y monetaria para todos los sectores. “No se puede analizar un plazo fijo de la misma manera que se analiza a una fábrica o al desarrollo genético”, indica.

De Carlos Casares y como segunda generación a la cabeza de una empresa de pulverizadores de su familia que ya cuenca con medio siglo de vida, Zubeldía comanda la entidad que aglutina a casi cincuenta firmas abocadas a la fabricación de maquinaria agrícola en la provincia distribuidas en 26 municipios de la provincia.

Las empresas que integran MAGRIBA producen, según sus registros, 200 millones de dólares anuales, de los cuáles exportan el 10 por ciento. A su vez, la provincia de Buenos Aires es la principal consumidora de maquinaria agrícola del país, pero la tercera en el ránking nacional entre las productoras de este insumo de industria pesada, detrás de Córdoba y Santa Fe.

En los últimos tres años, afirma Zubeldía, hubo un crecimiento del 30 por ciento de puestos de trabajo dentro de las empresas de la institución que preside por segunda vez. “Cuando al sector del agro le va bien, les va bien a todos, porque nosotros no nos llevamos la plata a una casa matriz que está en otro país, la invertimos en la fábrica”, señala.

—¿Qué significa “le va bien a todos”?

—El agro es un gran generador de divisas, pero también es un gran generador de laburo indirecto. Por cada trabajador en el campo hay cuatro en una fábrica. Esto nos obliga a hacer un análisis de todo el ecosistema agroproductivo y pensar en los laboratorios, en la genética, en las plantas de acopio, en la producción de semillas. Muchas veces analizamos el campo como una sola cosa, en parte porque no lo supimos comunicar como sector.

—¿A qué se refiere?

—Me parece una locura que se analice una pata sola del agro. Es una discusión importante las retenciones, y es válida, pero el campo no es sólo eso. Cada productor puede ver la situación desde su bolsillo, pero si lo vemos desde el Estado debe haber un análisis más amplio. Ver todo lo que aporta, ver el sector como ecosistema. Para tomar dimensión, una buena cosecha son cuatro toneladas de soja por hectárea. Ahora bien, la industria maquinaria produce el equivalente a 4 mil toneladas por hectárea. Imaginemos el impacto si aumentamos un 10 por ciento la producción.

—¿Cuál es la situación actual de MAGRIBA?

—MAGRIBA creció un 200 por ciento en los últimos años. Hoy la integran casi cincuenta empresas que dan más de 1.500 empleos directos. A su vez, exportan más del 10 por ciento de la totalidad de la producción. Estamos en el interior de la provincia, y hay que entender el entramado productivo del interior del país que es enorme. Además, el 10 por ciento de nuestra facturación la invertimos en la fábrica, porque nosotros, si vendemos bien, no nos la llevamos afuera. Si vienen cuatro multinacionales y se asientan en un lugar de concentración urbana, no generan lo mismo que lo que generamos nosotros.

—¿Por qué?

—Nosotros venimos trabajando con nuestras empresas para vincularlas con proveedores bonaerenses, que no compren en otras provincias. Que conozcan fabricantes más cercanos. ¿Crees que a una empresa internacional con un directorio eso le importa? A un jugador de nivel internacional no le sirve tener una empresa que le fabrique los resortes a dos cuadras, porque si tienen que traer todo lo que necesitan de 150 países distintos, lo hacen. Nuestra situación es diferente.

—¿En qué sentido?

—Nosotros nos encontramos con nuestros trabajadores en el supermercado, te juntás a ver una carrera o un partido de fútbol, compartís espacios donde conviven nuestros hijos. Para nosotros, crear un puesto de laburo tiene una responsabilidad porque si no podes darle continuidad, perjudicas a alguien que ves todos los días. No es que cerramos y nos vamos a Brasil o Uruguay. En MAGRIBA hay fábricas con cien años de vida, son cuarta generación que atravesaron por todas las monedas, la evolución tecnológica, y no se fueron a otra ciudad y tampoco pusieron una empresa en otro país para comprar la chapa que necesitan en el exterior.

—Mencionó el tema de las importaciones y hoy hay un Gobierno Nacional que apela a la desregulación de la economía y la apertura de importaciones. ¿Le preocupa?

—Por sobre todo, que quede claro que no estamos en contra de la importación. Nosotros tenemos componentes importados, en algunas empresas el 50 por ciento de sus componentes son importados. No podemos ser ajenos, pero lo que sí debe darse es el tratamiento correspondiente a cada sector. Tiene que haber una política de Estado que sea productiva, pero donde todo el ecosistema sea productivo, no una pata. Sino, el sector que más genera divisas dependerá de cuatro empresas que lo provean de insumos como la maquinaria y el día de mañana esas cuatro empresas terminan controlando los precios y perdés la soberanía alimentaria.

—¿Se refiere a las consecuencias de la concentración?

—Es simple: si vos redujeras la producción de celulares, por ejemplo, a sólo cuatro empresas y esas cuatro se juntan y te dicen que de una semana a la otra el mismo celular vale mil dólares, quedás limitado. En mi caso, fabrico maquinaria agrícola para la pulverización, y ahora me pasa que hay empresas que fabricaban tecnología de avanzada para el sector que fueron compradas por otras empresas grandes que fabrican pulverizadoras. De esa manera nosotros perdemos el acceso a esa tecnología porque ahora lo maneja una empresa importante.

—¿Existe un monopolio en la producción de materias primas en el país?

—Hay monopolio sobre las materias primas y oligopolio en las piezas. Entonces te pasa que el principal insumo vale más caro acá que afuera, por lo que es muy difícil competir. Si me querés hacer competir con una empresa china, coreana o turca entonces poneme en las mismas condiciones, también en términos impositivos y laborales. Hay que entender que nuestro trabajo tiene que ver con el costo de lo que producimos, después el precio lo pone el mercado. No somos formadores de precios. Vos me movés dos ecuaciones y me pego un palo tremendo. Nos pasó, por ejemplo, con la inflación muy alta en dólares del último año. Tenemos empresas que exportan más del 60 por ciento de su producción, ¿cómo le explica a un cliente en Francia o Italia que le tiene que aumentar un 30 por ciento en dólares?

—¿Cómo se soluciona esta situación?

—Hay que trabajar con una lógica y un modelo de país que queremos. Seguro que hay sectores que no están dentro de ese modelo. Quizás, por ejemplo, no queremos tener una industria electrónica pero, ¿cómo le decís al que estuvo treinta años en el rubro que el país prescinde de sus servicios? Tiene que haber una visión social por encima de la visión comercial, hay que ver el abanico completo. Yo mismo tengo que ver al Estado, a los empleados, a los que viven alrededor. Si veo sólo lo que pasa en mi taller me pierdo la mitad de la película. Posiblemente haya sectores que se cegaron en defender lo propio y no miran lo que pasa alrededor. Quizás con justa razón, pero hay que hacerlo.

—¿Sería un modelo diferente al que propone el Gobierno Nacional?

—Yo no hablo desde un lugar político. No hablo mal ni bien de un modelo, es mi visión. Entiendo que tenemos que mirar las cuentas macro, los números gruesos y sobre eso hay que ir con tapones de punta, pero hay que ver el impacto en la sociedad. No se puede analizar la producción agropecuaria de la misma manera que se analiza a la timba financiera. Vos podés decir que hay que adaptarse y que la economía es igual para todos, pero para mí no es igual. Si vos querés que se crezca en materia productiva, hay diferencias. Si queremos un país más rico, eso va de la mano del ingreso de divisas y el crecimiento del PBI, en eso estamos todos de acuerdo. Ahora bien, si vos ganas 9 y yo 1, el promedio da 5, y si vos ganas 6 y yo 4, también. Pasa que no es lo mismo.

—¿Es importante la intervención del Estado?

—No estoy de acuerdo con la intervención. Se trata de tomar plan y actuar sobre eso. Definir qué empresas son estratégicas. Cuando hablan de que la industria nacional es una industria subvencionada es simplificar el análisis. Pasa lo mismo con quienes analizan los planes sociales pero nunca tuvo una necesidad. Los planes no deben ser crónicos, deben tener un inicio y un fin, y se deben generar las condiciones para que los beneficiarios se inserten al mercado laboral.

—¿Usted cree en la libre competitividad?

—En MAGRIBA hay veinte empresas que producen silos y compiten. Son PyMEs familiares y hay veces que compiten, incluso, en el mismo pueblo. Pero si viene una firma de Brasil o de Estados Unidos que compra la chapa más barata afuera e importa con arancel cero será una condición desigualdad.

—¿Cómo es la relación con el Gobierno Provincial?

—Es muy buena. Desde un primer momento supimos mostrar el movimiento del entramado productivo y pudimos expresar que, si se tomaban determinadas medidas, nosotros podíamos aportar. La provincia supo verlo. Nos encontramos con gente que tenía una visión de provincia. Con el tiempo, los vínculos se van construyendo, pero cuando te sentás en una mesa y te dicen para donde quieren pero, a su vez, te escuchan cuando les decís para donde no ir, es muy bueno.

—¿Qué resultados se obtuvieron?

—La fabricación de maquinaria agrícola, como toda la actividad del agro, tiene su estacionalidad. Cuando hablan de que los próximos seis meses serán duros, para nosotros puede ser un año, porque perder dos meses puede significar perder un año. Por eso, una línea de crédito lanzada en marzo puede ser bárbara para al 60 por ciento de las empresas. Pero para un 20 por ciento más o menos y para el otro 20 quizás no. Son importantes los interlocutores, sentarnos en la mesa e ir con datos, los buenos y los malos. Poder ir y decir: Lo que me das por acá te lo devuelvo con Ingresos Brutos por este lado.

—Entiendo que hubo una buena participación del Banco Provincia en el sector.

—Este año, el Banco Provincia nos brindó 30 mil millones de pesos a tasas subsidiadas para la compra de maquinaria agrícola. Esa inversión es, además, una tecnificación constante para el productor, que cuenta con más y mejor tecnología. Hoy dos de cada tres nuevos empleados tienen sus haberes en el Banco Provincia y tienen Cuenta DNI.

—¿Cuál debería ser el siguiente paso para el crecimiento del sector?

—Habría que juntar a todas las patas de la mesa del agro: los productores, los contratistas rurales, los fabricantes, las empresas de tecnología, el ministerio de Desarrollo Agrario, el de Producción, ARBA y ver un horizonte y ver cómo fortalecernos entre nosotros. Más allá de la discusión filosófica de cada gobierno, se trata de ver qué nos conviene. El Estado puede hacer un análisis recaudatorio: así recaudamos tanto, y así podemos recaudar más.