Desde San Pablo

Lula y Milei no se parecen en nada. A las conocidas diferencias ideológicas y chispazos diplomáticos entre el mandatario del centroizquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y su colega de la anarcocapitalista La Libertad Avanza (LLA) se sumaron en los últimos días anuncios que demuestran rumbos muy distintos. Las dos principales potencias sudamericanas están en las antípodas una de otra.

Comencemos por lo ocurrido este miércoles cuando el flamante mandatario argentino anunció en cadena nacional de radio y televisión un decreto ómnibus incluyendo la desregulación de los servicios satelitales de Internet para permitir “la competencia de empresas como Starlink” del magnate sudafricano naturalizado estadounidense Elon Musk.

El ataque a Janja

Si para el argentino es un asunto “urgente” facilitar el desembarque de esa compañía en su país, el brasileño declaró haberse “enojado mucho” frente a la demora de una hora y media de otra empresa de Musk, la plataforma X, antigua Twitter, en remover del aire una serie de ataques machistas y nazis posteados en el perfil de su esposa Rosángela “Janja” da Silva.

Es necesario “regular” a las gigantes tecnológicas “todas ellas de Estados Unidos , ganan una fortuna , no pagan impuestos (en Brasil) y dicen lo que quieren sin siquiera obedecer las decisiones del gobierno” de los países donde actúan, planteó Lula.

Lo afirmó el martes, un día antes del decretazo de Milei, durante su transmisión semanal en vivo a través de las redes sociales y por el estatal CanalGov, donde estuvo acompañado por su esposa, la socióloga y militante petista “Janja”.

Ella comentó que durante los injustificados 90 minutos que los responsables de la empresa X demoraron en remover su perfil hackeado por un probable simpatizante de Jair Bolsonaro según informaciones surgidas de una investigación policial en curso , Musk se volvió “más millonario de lo que es, por eso no sólo es necesario regular las redes, también debemos discutir la monetización” de las mismas.

Lula y su esposa proponen poner límites a las “big techs” como forma de defender la democracia, que de lo contrario seguirá deteriorándose a manos de un mercado capaz de cometer “delitos” en su persecución del lucro a como sea.

En lo inmediato “Janja” comenzó a analizar la posibilidad de procesar al propio Musk y el bloque de diputados del PT comunicó este jueves su decisión de retomar el debate sobre la ley conocida como de las fake news. Desde hace meses el tratamiento de ese proyecto permanece congelado debido al poderoso lobby tutelado por las grandes empresas de tecnología en alianza con diputados que responden a Bolsonaro y el bloque de los pastores evangélicos, la “Bancada de la Biblia”.

Bolsonaro y Milei

Anticipándose a Milei, el expresidente Bolsonaro anunció en mayo del año pasado el inicio de conversaciones para que la empresa Starlink realice la conexión de unas veinte mil escuelas rurales en la región amazónica. El entonces presidente de extrema derecha dijo, durante una visita de Musk al estado de San Pablo, que los satélites de Starlink iban a rastrear cada metro de la floresta para rebatir las “mentiras sobre los incendios” vertidas por la ONU y organismos ambientalistas. El excapitán del Ejército, el actual presidente argentino además de ser aliados, coinciden en su negacionismo sobre cambio climático. Al contrario de Lula. El petista tuvo un papel destacado en la cumbre ambientalista, la COP 28 celebrada en los Emiratos Árabes a principios de este mes; Lula archivó las negociaciones para privatizar la vigilancia satelital amazónica con una empresa de Musk; una tarea que confió a dos agencias del Estado: el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ibama) , cuyo presupuesto y dotación de personal fueron aumentados este año, y el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inep), que fue objeto de vaciamiento en los años de Bolsonaro.

Novena economía mundial

El martes pasado Lula hizo un balance del primer año de su tercer mandato presidencial iniciado en enero. Los dos anteriores corrieron entre enero de 2003 y 2010 cuando el Producto Bruto Interno (PBI) creció un siete por ciento y garantizó la elección de la petista Dilma Rousseff. El petista sacó pecho al afirmar que PBI crecerá un tres por ciento en 2023, tal como él lo pronosticó siete meses atrás durante una reunión en Japón con Kristalina Georgieva , la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI) . Por entonces ese organismo y el mercado financiero brasileño avisorabam un avance económico del orden del uno por ciento.

Gracias a esta expansión Brasil acaba de trepar al noveno lugar entre las principales economías según el FMI.

De no haber sido por las tasas de interés reales “más altas” del planeta fijadas por el Banco Central (BC) el crecimiento podría haber sido más alto, se quejó el petista. En su opinión el titular del BC, Roberto Campos Neto, determina tasas tan elevadas por ser más permeable a las demandas de los banqueros que a las necesidades de una población que pese a la caída de la desocupación y la mejora del salario mínimo sigue siendo mayoritariamente pobre, con grandes bolsones de miseria.

Como ocurre con Milei en Argentina, el jerarca del BC, Campos Neto tiene una fijación con la reducción del déficit fiscal y el combate a la inflación aunque estos objetivos conspiren contra una mejor distribución de la riqueza, el desarrollo y el crecimiento.

Campos Neto, es nieto de uno de los ministros de Hacienda de los primeros años de la dictadura militar (1964-1985), y está en el cargo del BC desde el gobierno de Bolsonaro, cuando fue sancionada por ley la independencia del BC. Debido a esa herencia el BC actúa con autonomía respecto de la política económica trazada por el gobierno

Papel del Estado

En la vereda de enfrente del bolsonarista Campos Neto y el presidente argentino Milei en ;sus anuncios del 20 de diciembre, Lula defiende un papel importante del Estado y relativiza la disciplina fiscal a ultranza.

Las obras de infraestructura, los planes de viviendas populares y otras inversiones “estratégicas” no pueden estar sujetas a la voluntad del “mercado o a la cuestión fiscal” y si es necesario el gobierno tiene que optar por “endeudarse” para hacer realidad estos emprendimientos, resaltó Lula durante hace una semana durante la última reunión del año del Consejo de Desarrollo Económico y Social, formado por ministros, gobernadores, trabajadores y empresarios. En ese encuentro dijo que es tolerable un déficit del 0,5 % del PBI.

Un asterisco: cabe aclarar que el presidente brasileño no es un heterodoxo radical y mucho menos lo es su poderoso ministro de Hacienda , Fernando Haddad, quien prometió alcanzar el déficit cero en 2024. Ese objetivo es festejado por el mercado y visto con el ceño fruncido por algunos ministros y dirigentes petistas quienes temen que esa disciplina perjudique el crecimiento en 2024, años de elecciones municipales.

Petrobras

En enero de este año, a poco de llegar al Palacio del Planalto – en circunstancias comparables a las del discurso pronunciado por Milei y los decretos firmados diez días después de ingresar a la Casa Rosada - Lula estableció los fundamentos de su política económica en armonía con el proyecto político que pretende llevar adelante en sus cuatro años de gobierno: retiró a la petrolera Petrobras y otras seis empresas del Programa Nacional de Desestatizaciones, creado durante la gestión Bolsonaro.

Puso fin a la política de precios en vigor, que ataba el valor de la nafta y el gasoil a la cotización del petróleo en el mercado internacional, siendo que Brasil es prácticamente autosuficiente en hidrocarburos. Fijó una nueva política de inversiones con la perspectiva de retomar las obras en refinerías y la construcción de plataformas marinas. La estatal cuenta con tecnología de punta para extraer crudo en cuencas de aguas ultraprofundas.

Además redireccionó a los Banco do Brasil y Caixa Económica Federal, como instituciones estatales cuyo principal meta no es optimizar el lucro. Y devolvió su papel histórico al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) la más importante entidad de fomento de América, que tiene entre su cartera de proyectos la construcción de obras de infraestructura para la integración sudamericana.