La sanción de la Ley de Identidad de Género (LIG) en el año 2012 ha transformado las vidas de las personas trans. Para muchxs ha sido un cambio trascendental en sus vidas poder contar con documentos que expresen fielmente su identidad autopercibida. Muchas jovencitas travestis y trans pueden hoy acceder a tratamientos hormonales en los hospitales públicos, evitando caer en prácticas clandestinas como las inyecciones de silicona líquida. Incluso, es posible identificarse con un género distinto a las tradicionales M y F en los documentos. 

Con la sanción del Cupo Laboral Trans en 2022, además muchas personas trans han accedido a empleos en la administración pública. Poco a poco se experimenta un cambio en la forma que la sociedad percibe a las personas trans. Aunque hemos salvado administrativamente estas barreras respecto al género, otras cuestiones materiales siguen siendo una contínua piedra de tropiezo, la más grave de ella: la cuestión habitacional.

La situación de las personas trans es preocupante. Aunque en el caso de personas no binarias existe un 80% que vive en viviendas alquiladas o con sus familias, el 82% de las mujeres trans y travestis de entre 18 y 29 años viven en habitaciones de hotel o pensión. Las condiciones de vida en los hoteles son muchas veces denigrantes y precarias. Las travestis se ven obligadas a pagar día a día por sus viviendas, sin condiciones contractuales claras y por supuesto sujetas al capricho de los propietarios. Estas habitaciones son extremadamente precarias e inseguras. Según el censo popular de personas en situación de calle del año 2019 de las 7251 personas consultadas, 42 declararon ser trans

La vulnerable situación habitacional de las mujeres trans y travestis se expresa en una vida nómade que las lleva a vivir en la calle, en hoteles, en casa de familiares o con amigas, muchas veces impidiéndoles sostener las rutinas laborales del empleo formal o el acceso a ciertas políticas públicas. Es el caso del subsidio habitacional que entrega el Ministerio de Desarrollo y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) a través del Decreto Nº 690 destinado a personas en situación de calle efectiva, cuyos requisitos no consideran las situaciones especiales atravesadas por las personas trans.

Ante este escenario de extrema vulneración del derecho a la vivienda en el año 2018 un grupo de mujeres trans junto al defensor Dr. Pablo Andrés De Giovanni y el patrocinio de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) interpusieron una medida cautelar para que el GCBA obre en pos de solucionar la crisis habitacional. 

Posteriormente se sumó a esta presentación la solicitud de la Federación Argentina LGBT para que el amparo tenga en cuenta a toda la población trans porteña considerando la gravedad de su vulneración socio-económica. La asociación 100% Diversidad participó del proceso judicial en calidad de amicus curiae. Tras varios años de dilaciones, el 8 de febrero de 2024 la Sala 3 de la Cámara de Apelaciones del Fuero Contencioso Administrativo, Tributario y de Relaciones de Consumo emitió el fallo condenando al GCBA a dar respuesta la demanda por políticas habitacionales orientadas a la población travesti-trans. Los jueces Horacio Corti, Guillermo Aníbal y Hugo Zuleta establecieron un plazo de 90 días para que el GCBA realicé un relevamiento de la situación habitacional del colectivo trans de la ciudad y a partir de él la implementación de políticas públicas acordes a subsanar la emergencia. Aunque está medida sólo implica un exhortación a que el Gobierno de la Ciudad atienda la cuestión, es un primer paso hacia la posibilidad de que las personas trans accedan a subsidios habitacionales o se modifiquen las reglas cisexistas que imperan en los refugios destinados a personas en situación de calle.

Aunque las aguas bajan turbias ante el permanente ataque de la nueva ultraderecha liberal, estos pequeños gestos administrativos son grietas institucionales que habilitan la continuidad de nuestras luchas. La problemática habitacional, la falta de acceso al empleo, los problemas para llenar las ollas deben emparentar nuestra lucha travesti con la de otros colectivos. 

Junto a lxs trabajadores, lxs inquilinos, lxs trabajadoras sexuales, las personas en situación de calle, lxs discapacitadxs y demás esa será la única forma de dar una pelea que verdaderamente tuerza el sistema y nos haga acreedoras del derecho pleno a la ciudadanía.