“Mi país ya era potencia agrícola mientras ustedes recién aprendían a comer”. Esta, todo indica, fue una de las frases con las que prorrumpió el excanciller macrista y actual embajador argentino en Chile, Jorge Faurie, ante diplomáticos chilenos en un encuentro en Uspallata, Mendoza. Esto generó no una, sino cuatro cartas diplomáticas al gobierno de Javier Milei, en un nuevo escándalo que golpea a la cancillería de Diana Mondino luego de las renuncias por la polémica de la pesca ilegal del buque chino. Faurie dice no recordar que haya ocurrido el incidente, pero las autoridades chilenas no parecen estar dispuestas a dejarlo pasar.

La noticia fue sorpresiva, sobre todo si se tiene en cuenta que Faurie llegó a ser canciller en el gobierno de Mauricio Macri (luego de que dejara el cargo Susana Malcorra): fue quien estuvo a cargo de comunicar, entre lágrimas, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (acuerdo, hay que decir, que nunca arrancó). Antes había sido embajador en Portugal y Francia. Una persona con una carrera lo suficientemente larga como para no cometer errores crasos que le pueden costar el cargo.

Lo que Faurie niega que ocurrió llevó a que se presentaran cuatro oficios de la representación chilena en la Argentina, unos enviados al palacio de La Moneda y otros a la Cancillería y todos describiendo una actitud "irrespetuosa" de Faurie en una reunión bilateral en el Paso Los Libertadores.

Lo que pasó, pasó el 15 de marzo en el Complejo Internacional Cristo Redentor (Paso Los Libertadores). Allí se reunieron delegaciones chilenas y argentinas para debatir por una queja argentina: que los controles chilenos en el paso fronterizo son demasiado lentos y demoran la entrada de camiones desde nuestro país a Chile.

En el encuentro, además de Faurie estuvieron el embajador chileno en Buenos Aires, José Antonio Viera-Gallo; la consejera Francisca Montealegre, segunda autoridad de la sede diplomática chilena; y el cónsul de Chile en Mendoza, David Quiroga Hinojosa y el  delegado presidencial provincial de Los Andes, Cristian Aravena.

Lo primero que llamó la atención es que Faurie no saludó a este último funcionario. Y cuando Aravena quiso hablar, para agradecer la visita de Faurie, el embajador argentino lo interrumpió de manera grosera: “El Estado Chileno acostumbra a crear figuras de representación, en especial ésta de Delegado, ¿qué es eso, qué es un delegado? Nuestro Gobierno no reconoce tal cargo y no le atribuye ninguna importancia ni validez a la misma”, lanzó Faurie, según los oficios que mandaron las autoridades chilenas. 

Aravena intentó recomponer la situación y explicar que ocupaba un cargo que existe legalmente, pero Faurie se alteró aún más y comenzó a gritar y a golpear la mesa -así, por lo menos, lo describen los oficios chilenos--. Lo intentó calmar el representante de la Dirección de Fronteras y Límites de Chile, Pedro Pablo Silva, pero lo único que consiguió es que lo increpara. 

El embajador también se enfureció cuando le dijeron que los controles chilenos no se iban a relajar: "Yo tengo años de experiencia y no me van a venir a contar cuentos", gritó Faurié. Otro de los diplomáticos chilenos describe ese como el momento de mayor furia y donde dijo frases como: "No le voy a aceptar que diga eso, puesto que mi país ya era potencia agrícola mientras ustedes recién aprendían a comer".

"Resulta altamente frustrante que en el encuentro no haya existido una disposición decorosa de la contraparte para indagar detalles precisos. El denuesto citado no fue el único, y acciones como la descrita más bien enlentecen los consensos y obstaculizan avances en esta sensible materia”, señala el documento chileno.

Luego del incidente, Faurie dijo que mencionó que la Argentina era una potencia agrícola, pero que no tiene memoria de haber dicho la segunda parte. "No recuerdo haber tenido ninguna expresión así respecto de esto. Creo que fue una reunión positiva", aseguró Faurié. Los chilenos se quedaron con la impresión contraria.