CONTRATAPA

Cruzados

 Por Luis Bruschtein

Para el universo PRO ha sido como el gol con la mano de Dios de Maradona. Pero los pibes no dicen “papá, quiero ser como Mauricio”, como decían con Maradona después de aquel golazo. Los pibes dicen ahora “papá, quiero ser como Durán Barba”. Mago, prestidigitador, ilusionista, Durán Barba no ganó las elecciones, pero se lo habría merecido. Dirán que hay otros motivos seguramente, que las elecciones no se ganan por arte de magia y que los magos no existen, pero que los hay, los hay.

Las elecciones hablan por sus resultados. El kirchnerismo no ganó, pero ese regusto amargo se digiere si se toma en cuenta que sacó el mejor resultado de su historia en el distrito y que pasará a disputar la segunda vuelta.

Durán Barba fue el que mejor pudo navegar en las aguas enjabonadas de un electorado que tiene muchos electores que se inclinan simultánea y mayoritariamente por Cristina Kirchner en la presidencial y por Macri en la Ciudad. Un océano de esquizofrenia con un hemisferio progre y el otro facho. Un lado de la cabeza va para la derecha y el otro para la izquierda y el esquizofreniquito termina dando vueltas como un trompo.

Un lado de la cabecita de ese ciudadano/a vota por las corporaciones en la Ciudad y el otro lado de la cabecita vota por la independencia de las corporaciones en el país. Un hemisferio por reprimir y el otro por no reprimir. Un hemisferio por repartir y el otro por no repartir.

En realidad, tampoco se trata de todo el electorado. Sí de casi el 30 por ciento de los que votaron ayer a Macri y que votarán a Cristina en octubre. Son muchos pero no todos, aunque su mera existencia destruye todos los paradigmas. No hay debate que les encaje porque los tipos ya tienen la cabeza partida, son fanáticos de Mariano Grondona y de 6, 7, 8 al mismo tiempo.

Esa cabeza tiene un orden propio. Por más extraño o inextricable que resulte el orden de esa cabeza, será el que gobierne según lo anuncian todos los pronósticos. Para las encuestas, Macri gobernará en la Ciudad y Cristina en el país. Los otros porcentajes del macrismo se van a repartir entre Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió. Ese voto expresa una coherencia más clásica: dice para allá, y va para allá. El otro dice para los dos lados al mismo tiempo.

Es probable que la esquizofrenia tenga un orden propio, igual que ese voto bífido. El votante macristinista hace abstracción de todos los debates, los que hay entre intelectuales y técnicos, pero también entre lo que expresan Cristina y Macri. Hay una discusión en la sociedad que no le importa. Con esa discusión le va bien. Le va bien con ese nivel de resolución de la discusión, entonces no toma partido, la deja correr y va a lo que le importa, que es su propio bienestar.

El voto ambidiestro atraviesa todos los estamentos sociales, aunque sorprenda más entre los sectores de clase media y media baja, que es donde está más difundido. Era un sector llevado al borde de la extinción por el neoliberalismo, al que amó con devoción franciscana. Sacado de esa agonía por las políticas heterodoxas del kirchnerismo, primero lo combatió, mordió la mano del que lo revivió y ahora lo recela y vota por Macri para “contrarrestar a Cristina”, a la que votará en octubre: una Cristina contrarrestada.

Por esa particularidad ambigua se podría pensar que se trata de un voto inestable, pero por el contrario tiene mucha estabilidad, justamente es un voto que busca estabilidad y cree que la está reforzando. Es un voto difícil para Macri, que quiere ser presidente. Pero es un voto más difícil para el kirchnerismo, que inquieta cuando cuestiona lo que ha sido naturalizado como seguro. De todos modos, esa idea de estabilidad en el que vota al mismo tiempo una política a nivel nacional y a su principal obstaculizador a nivel local, es falsa. Porque además, apenas gane, Macri volverá a priorizar su proyecto presidencial, que lo lleva a confrontar con el gobierno nacional, sacrificando la gestión en función de ese proyecto. A Macri no le conviene trabajar en conjunto con Cristina porque le interesa aparecer como el principal opositor. La gestión en la Ciudad pasa a segundo plano, como lo ha hecho estos cuatro años. Ese voto está votando parálisis en la ciudad más que estabilidad.

Hay otro voto cruzado desde la izquierda, que también busca estabilidad. Una tercera parte de los votantes de Pino Solanas votaría, según las encuestas, a Macri en la segunda vuelta. Se trata de un voto que prefiere a la izquierda que va a perder en la primera vuelta y a la derecha que tiene más posibilidades de ganar en la segunda vuelta. Como la que vale es la segunda, ese voto, que se piensa a la izquierda del Gobierno, termina colocándose bastante a la derecha. Digamos en lo más claro del centroderecha del país, que es el macrismo. Este voto no tiene nada de esquizofrénico porque no vota nunca a la izquierda si puede ganar. Y vota a la derecha para que gane. Planteado así, es un voto esencialmente de derecha, tan de derecha como el que votó a Macri en la primera vuelta.

Este voto cruzado favoreció a Pino Solanas en primera vuelta porque quiere pensarse como un voto ético. Está contra la corrupción, a la que focaliza esencialmente en el gobierno nacional. Pero en la segunda vuelta, ese voto ético respaldará a un candidato que está procesado por organizar espionaje comercial y político ilegal y que tiene a su primer jefe de policía en prisión por haber realizado ese espionaje. Votará a favor del candidato procesado, en contra de Daniel Filmus, un político que ocupa funciones legislativas y de gestión desde hace más de diez años y al que nunca se lo pudo acusar siquiera de haberse llevado un alfiler. El tal voto termina más cerca de la corrupción y del centroderecha que de la ética y la izquierda.

Estos votos cruzados, los macristinistas y los pinomacristas, son muchos. Pueden expresar distintas formas de ser macrista, pinista o cristinista. O pueden expresar desajustes, formas de sintonías inarmónicas, lugares que la campaña de la segunda vuelta tendrá que explorar si quiere romper la fotografía congelada de la primera vuelta.

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