CONTRATAPA

Algo está cambiando en Suncho Corral

Por Raúl Dargoltz*

Estuve en Suncho Corral, localidad ubicada a 120 kilómetros de la capital santiagueña sobre el río Salado, el pasado viernes 11 de julio. Llegamos con mi grupo de teatro alrededor de las 17 y nos dirigimos directamente al salón parroquial de usos múltiples, ubicado al frente de la centenaria iglesia, que me sorprendió por lo espacioso y por su escenario construido sobre listones de maderas de quebracho adecuado para representaciones artísticas. Esto último muy poco usual en los pueblos del interior, por lo que nuestra tarea de montaje de la obra con las luces y el sonido que llevamos fue muy rápida. Por lo tanto me largué a una rápida caminata por el pueblo, pese al intenso frío que reinaba ya a esa hora temprana del atardecer. Muy cerca del salón parroquial una treintena de personas de humilde condición esperaba turno en la calle. Yo pensaba que se trataba de la entrega de bolsones de comida o algún plan social entregado por nuestros “protectores ilustres”.
No, era el consultorio de un niño “curandero” llegado de la vecina provincia de Catamarca, muy publicitado por los medios televisivos nacionales, que estaba haciendo milagros de sanación. Por supuesto, previo pago de una consulta de $5 a sus familiares y administradores. Llevaba el “sanador” en el pueblo unos 10 días y atendía un promedio de 150 personas diarias. Vi salir a una madre, con su hijo de 12 años, con el rostro totalmente mojado, producto de la “sanación”. El changuito me dijo contento que ahora se sentía mucho mejor de sus dolores de cabeza, aunque dudo que se salvara de un fuerte resfrío.
Les pregunté a mis acompañantes, dos mujeres de la comisión parroquial, cuál era la opinión de las autoridades sanitarias, del gobierno, religiosas, educacionales. Nadie actuaba al respecto. Todos eran indiferentes ante esa gran estafa. Por cierto que el sistema de salud de las poblaciones del interior santiagueño, donde las necesidades básicas insatisfechas (NBI) alcanzan el 70 por ciento de la población, es prácticamente inexistente y la gran ignorancia de la gente ayuda a la proliferación de estos falsos profetas. Pensé inmediatamente en la indignación que tendría nuestro comprovinciano Ramón Carrillo, primer ministro peronista de Salud Pública y teórico no superado de los hospitales públicos. Pasamos en nuestro recorrido por la vieja y hermosa estación del ferrocarril inglés que durante todo el siglo pasado, especialmente en su primera mitad, vio salir la riqueza santiagueña, a un promedio de dos trenes diarios cargados de durmientes y postes de quebracho. Hoy, privatizados los ferrocarriles, está totalmente abandonada y sólo funciona un precario kiosco de venta de comestibles y bebidas, con algunos juegos electrónicos. Y al lado de ella, las instalaciones del canal de cable privado, con una gran antena satelital repetidora de las 50 señales que llegan a la población.
En la vieja población forestal, cuna de los obrajeros y ex banqueros Figueroa, uno de ellos ex Secretario de Desarrollo Social de la Nación y reelecto diputado nacional por el menemismo, se sentía mucho más el frío reinante por la gran destrucción y soledad.
Pero a la noche, por suerte, la temperatura del enorme salón parroquial subió enormemente por la respuesta y calidez de la gente. Más de 300 personas aplaudieron de pie la obra de mi autoría Hacha y Quebracho. Fue espectacular y emotivo. Tuvimos la suerte de representarla desde el año 1984 en gran parte de la provincia y del mundo pero nunca antes habíamos estado allí, en ese pueblo paradigmático, ex emporio forestal, porque nadie se atrevía a organizar una función de una obra altamente “subversiva”. Y nunca antes el pueblo recuerda que vio una obra teatral.
Conversé al final de la representación con los pocos profesores del colegio secundario y un par de maestros, que se arriesgaron, contra la opinión de las autoridades, y concurrieron llevando a sus alumnos. Porsupuesto que toda la historia que contamos en la obra, la destrucción de los recursos naturales, la problemática actual del campesinado, los derechos humanos conculcados, la deuda externa y por cierto el clientelismo y el caudillismo de los Juárez, se oculta, se ignora, se teme tratarlo en el sistema educativo.
Los arriesgados docentes, los pocos jóvenes, al igual que las sacrificadas mujeres de la Comisión Parroquial, se motivaron y comprometieron a continuar desarrollando este tipo de actividades culturales y formar su propio grupo de teatro, de discusión y de reflexión. Ofrecí nuestro total apoyo, por cierto, y concordamos en volver en agosto con Clemencia, otra de mis obras, y para dictar un seminario sobre nuestra realidad provincial. En el largo camino de regreso volví a pensar lo difícil que resultaba cambiar esa realidad provincial por tanto clientelismo, ignorancia, sometimiento y sobre todo el gran miedo que aún existe.
Pero estoy seguro de que algo nuevo se está generando. Las marchas del silencio en reclamo de justicia por la muerte aberrante de dos jovencitas, similar al caso María Soledad, apoyadas por la amplia difusión a través de los medios nacionales, están provocando grandes fisuras en el oficialismo juarista. El pueblo santiagueño muy lentamente está comenzando a madurar. Algo está cambiando en Suncho Corral.

* Master en Ciencias Sociales/profesor de la UNSE, investigador del Conicet, director y dramaturgo.

Compartir: 

Twitter

 
CONTRATAPA
 indice
  • Algo está cambiando en Suncho Corral

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.