SOCIEDAD

El juez del doble crimen confiesa que “vamos a necesitar un milagro”

Contra lo que sostenía el juez anterior, Arrulfo Hernández no descarta la hipótesis de una fiesta en las muertes de Santiago.

 Por Alejandra Dandan

“Vamos a necesitar un milagro.” Arrulfo Hernández no es Dios, pero en este momento se le parece. Desde hace cinco días tiene en manos la investigación por el doble crimen de Santiago del Estero. Es el juez que sucedió a otros dos magistrados, desplazados por irregularidades procesales y ocultamiento de pruebas en los seis meses de investigación. Hernández era el fiscal general de la provincia y fue puesto al frente del caso por una acordada del Tribunal Superior que obtuvo el aval de los familiares de Leyla Bshier y Patricia Villalba. En diálogo con Página/12, adelanta las medidas procesales de los próximos días, da cuenta del sumario que se inició por la desaparición del diskette de Unifón que contenía los datos del teléfono celular de Cristina Juárez y avanza sobre los resultados de las últimas pericias para afirmar que “hay elementos” para sostener dos hipótesis: la del asesino solitario y la de la fiesta, “aunque todavía no sabemos dónde fue, ni quiénes estaban”.
Después de asumir la dirección de la investigación de los crímenes, Arrulfo Hernández había dado algunas pistas sobre las dificultades que tendrá para avanzar con este caso cruzado por intereses legítimos, operaciones políticas, pruebas plantadas, testigos falsos en medio de un Poder Judicial cuestionado por su dependencia del poder político. En ese momento, Hernández decía: “Vamos a encomendarnos a Dios para que nos ilumine”. Página/12 retomó aquella frase y el magistrado se sinceró: “Vamos a necesitar un milagro”.
El viernes a la noche, el ex fiscal general recibió los resultados de las pericias que hizo la Policía Científica de la Federal. Los exámenes habían generado demasiada expectativa en la provincia. Los peritos se habían llevado muestras de los restos óseos de Leyla, de la masa encefálica, de sus cabellos y de la tierra de La Dársena donde estuvieron apoyados sus huesos. Además de eso, analizarían muestras de manchas de sangre del auto de Patricio Llugdar, el único procesado por el doble crimen.
El milagro tal vez tenga que ver con algunos de los resultados de estos estudios: las muestras del auto de Llugdar no tenían ADN en cantidad suficiente como para determinar su procedencia. En la masa encefálica de Leyla, en cambio, se encontraron restos de cocaína, una de las hipótesis que venían barajando quienes sostienen que la muerte se produjo durante una fiesta: “Leyla murió –dice Daniel Nazar, abogado de sus familiares– en una fiesta donde la violaron y donde se consumió en abundancia y donde no estuvieron los lustrabotas, sino los miembros e hijos del poder”. Este dato de la cocaína, para Hernández es importante:
–Agrega indicios –le dijo a este diario.
–¿Qué tipo de indicios, sobre la fiesta?
–Agregan indicios para las dos hipótesis: la de un asesino solitario y para la que indica que existió alguna fiesta.
–¿Usted dice que en la causa existen elementos que confirmen que hubo una fiesta con los hijos del poder?
–Que hubo una fiesta –corrigió el magistrado–, si de esa fiesta participaron o no hijos del poder, aún no lo sabemos. Aún no hay elementos que permitan saber dónde fue o quiénes estuvieron.
Hoy, los integrantes del juzgado volverán a Saravah, el bar nocturno donde estuvo Leyla poco antes de su desaparición. Allí se hará una reconstrucción con dos testigos que la sitúan a ella en ese lugar. Esa reconstrucción es clave: el padre de Leyla asegura que su hija pasó su última noche allí con el diputado del juarismo Carlos “Pololo” Anauate y el defensor del pueblo. Pero por ahora no hay testigos que confirmen esas presencias, aunque los abogados defensores aseguran que existen dos prostitutas y un custodio en condiciones de hablar si cuentan con garantías jurídicas.
Otro punto que terminó con una denuncia en estos días fue la desaparición de un diskette de Unifón. El diskette contenía la sábana de llamados del celular de Cristina Juárez, la amiga de Leyla con quien compartía alojamiento, teléfono y clientes ocasionales. El diskette entró al juzgado el 18 de marzo, pero nunca se incorporó a la causa. El viernes pasado se inició un sumario interno “porque se hacían elucubraciones de que se habían borrado números comprometedores”, explica ahora Hernández y aclara que “se inició un sumario para averiguar si alguien lo habría destruido de manera intencional”. Unifón ahora acaba de girar un nuevo diskette. El archivo se abrirá “en los próximos días” con la presencia de todas las partes.

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El juez Arrulfo Hernández es el cuarto del doble crimen.
 
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