CONTRATAPA

Demonios

 Por Daniel Goldman *

Más allá de un lineamiento ideológico, el fascismo es una actitud de vida. Puede ser tanto de derecha como de izquierda. Y aclarando esto, quiero hacer referencia al fascismo de la derecha, que puede no ser lo mismo que la derecha. No lo sé, pero puede no ser. Lo que sí sé es que el fascismo de la derecha nunca descansa en nuestro país. Es ordenado y prolijo y cada tanto se despierta de manera abrupta en las luminosas mañanas. Aunque vivan blindados, descubren que las garantías de seguridad no les bastan. Entonces desempolvan el noble concepto de que también tienen el deber de “garantizar” la democracia a través del “compromiso” republicano.

El temor que me provocan estas cosas, a las que lamentablemente adhieren no pocos miembros de la flor y nata de la sociedad, me dan la pauta de que quienes están detrás de todo ello, si bien puede ser que se encuentren desarmados de balas, cosa que dudo, de lo que sí estoy convencido es que no se desarmaron ideológicamente en sus intenciones, las cuales están ligadas a la preocupación de que “a seguro se lo llevaron preso”.

Y mientras la Justicia decretó que a “Etche-colatz se lo lleven preso”, como consecuencia de ello López está desaparecido durante más de dos meses por los amigos de “seguro”, en tanto que muchos de mis amigos, testigos de las atrocidades de la dictadura, comparten en estas horas con su gente querida las amenazas de “seguro”.

El caso López es un nuevo punto de inflexión. No quiero dentro de 30 años lamentarme de lo que no digo en este presente. Porque todo acto de la memoria judía debe ser, a su vez, un acto de denuncia. Lo de López es paradigmáticamente grave, serio, dramático y sagrado. Lo que demuestra que 30 años marcan un período importante en una historia que no cierra sus heridas y que permiten comenzar a analizar algunos tópicos que resultan, a la luz de la distancia, importantes para debatir. Pero a su vez sería una deshonestidad intelectual pensar los 30 sin los 20 y sin los últimos 10. Porque la historia es todo un devenir.

En este sentido, quiero compartir algunas sensaciones subjetivas. Pocas, porque me cuesta fraccionar “el tiempo” y realizar un corte tajante “en el tiempo”. Pero se me ocurre que esas sensaciones deberían “con el tiempo” resultar “líneas de trabajo”, para modificar “líneas de conducta” de nuestro presente.

Una de esas líneas de trabajo debería estar trazada a partir del punto de partida de que no se ha dicho lo suficiente acerca de la teoría de los dos demonios. Esta proposición sostiene que existieron dos bandos que se enfrentaron en una contienda. Lamentablemente, esta teoría no ha sido suficientemente repudiada y, por no haberla repudiado tanto, la endemoniada teoría de los dos demonios, para nada pasada de moda, dejó marcas que son “absolutamente” peligrosas, y utilizo el carácter de “absoluto”, ya que la misma instituyó una licencia cultural que abrió las puertas a un relativismo ético. El relativismo ético no es una postura filosófica sino un mecanismo sofista inventado, en este caso, por alguna clase dirigente y social, de la que podemos leer en los diarios, que si bien se resguarda en el lamento de lo acontecido culpando a algunos, acompaña con suma elegancia la verdadera irresponsabilidad de no haber elevado la voz como condición necesaria y suficiente, al permitir que el sistema democrático se interrumpa en el ’76, que 30.000 desaparecidos rieguen con su sangre nuestra tierra, que cientos de niños, hoy ya jóvenes adultos, no encuentren su verdadera identidad y que en definitiva haya quedado un vacío moral en todos los órdenes del quehacer cotidiano. La ausencia de López es una parte de ese vacío moral.

Mientras tanto, los duodemonistas creen quedar libres de cualquier cargo que la historia, y no la justicia de los tribunales, les pudiera llegar a atribuir. Y lo peor es que a esta altura la teoría de los dos demonios es la garantía democrática para que militares puedan sentirse libres de vociferar en Plaza San Martín, durante el mes de mayo pasado, junto a Bignone, el pensamiento de sus conciencias.

La teoría de los dos demonios, que a mi gusto ideológicamente tiene grandes fisuras porque atenta contra la naturaleza misma del Estado, es más que una falacia. Es una mentira.

Una falacia puede no sostenerse por la lógica misma, pero la propuesta duodemonista es una mentira, ya que sus premisas son un engaño. No tiene ningún asidero fáctico en virtud de la desproporción numérica de los “ambos bandos” supuestos. Y atenta contra la función del Estado ya que desvirtúa el sentido unívoco de los derechos humanos. Y cuando me refiero a ese sentido unívoco vale la pena comprender que, por definición, el único que puede violar los derechos humanos es el Estado.

Por lo tanto, ante la reaccionaria pregunta, ¿dónde están los derechos humanos de los policías o del ejército?, se debe aclarar que la pregunta está mal formulada, porque son la policía y el ejército los que deben resguardar los derechos humanos. Esa es parte de su función.

Tengo la sensación de que el duodemonismo resultó ser el nieto del “por algo será” y, cuidado, porque regresa más seguido de lo que nos imaginamos y puede llegar a unirse con alguna otra hipótesis y mutar y transformarse en una teoría negacionista. Como, por ejemplo, que las listas con los nombres de los desaparecidos que aparecen en este libro no son reales, que los desaparecidos no son tales, o que están tomando sol en algunas playas de Europa, como se dijo durante tanto tiempo.

El duodemonismo también está íntimamente emparentado con la magnitud y las variables de los silencios que son paralelamente destructivos como las acciones que pueden llevarse a cabo. Porque es el eco del silencio el que otorga el consentimiento para que se produzcan nuevas desapariciones. Y volvamos a insistir en el nombre de Julio López.

Como ejercicio espiritual, vale la pena releer el libro de Jacobo Timerman Preso sin nombre celda sin número, citado en este informe de la Cosofam, en el que en pocos y contundentes párrafos el renombrado periodista medita acerca de la complicidad del silencio permitiéndonos comprender que una sociedad siniestra es aquella que se compone de muy buena gente que no dice absolutamente nada.

* Rabino. Palabras pronunciadas en la AMIA el 5 de diciembre, en ocasión de la presentación del informe “La violación de los derechos humanos de argentinos judíos bajo el régimen militar”, editado por la Cosofam de Barcelona.

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