CULTURA › ARGENTINA SE SUMA AL INTERES
MUNDIAL POR LA REEDICION DE EL QUIJOTE

Sigue vigente el noble caballero

La edición popular de la Real Academia Española, que fue lanzada en el Congreso de la Lengua y presentada oficialmente esta semana, ya vendió 12.000 ejemplares. Una polémica por el prólogo de Mario Vargas Llosa.

 Por Silvina Friera

El hidalgo cincuentón y tan esquelético como su caballo sigue contaminando con su locura la realidad o transformando la ficción en historia viva. El Caballero de la Triste Figura se ha convertido en un viejo nuevo best seller. Si se lo mira con un optimismo moderado, que la flamante edición del Don Quijote de la Mancha esté entre los cinco libros más vendidos en el país, ahí nomás de El código Da Vinci, de Dan Brown, o Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez, es un dato alentador. Desde que la Real Academia Española (RAE) lanzó oficialmente en el Congreso de la Lengua esta edición popular, publicada por Alfaguara, la obra de Miguel de Cervantes Saavedra ya vendió más de 12.000 ejemplares, sólo en Argentina. Es cierto que cuesta 25 pesos y que se lanzó como anticipo de los festejos que se realizarán el próximo año por el cuarto centenario de la publicación del libro. Pero si se observa la cuestión con la expresión de pronóstico reservado que suelen utilizar los prudentes, los números no necesariamente se traducen en lectores, porque un libro crece sólo cuando se lo lee. La vigencia del Quijote fue uno de los temas que debatieron Pedro Luis Barcia, director de la Academia Argentina de Letras (ver aparte); Daniel Filmus, ministro de Educación de la Nación, y Daniel Delgado, director de Santillana ayer, jueves, durante la presentación de esta emblemática novela que, ahora con el prólogo de Mario Vargas Llosa, está provocando nuevas polémicas: ¿Es Quijote un liberal y también un tanto anarquista como propone el escritor peruano?
La andadura americana del Quijote empezó en la primera mitad de 1605, cuando salieron para América cientos de ejemplares de la que se considera la primera novela moderna en lengua castellana: 262 libros viajaron a bordo del “Espíritu Santo”, a México, y un librero de Alcalá remitió a un socio en Lima sesenta bultos. “Lo único comparable a Shakespeare o Goethe es Cervantes”, dice el escritor chileno Jorge Edwards a Página/12. “Es una novela que se puede leer hoy porque el humor de Sancho Panza y su desencuentro con Quijote nos hace reír a carcajadas a todos los lectores. Cervantes dice una cosa, pero está insinuando otra. Por ejemplo, en un episodio está insinuando que todo lo que dijo Sancho que había visto en el cielo durante el vuelo de Clavileño es un invento. Y el Quijote se da cuenta pero le dice: ‘Yo te creo a ti, a condición de que tú me creas a mí’. Es el pacto de la literatura: yo voy a escribir esta cosa que en parte inventé, pero usted lector me va a creer y voy a hacer las cosas para que me crea. Esa es la fuerza y el misterio de la literatura.”
La nueva edición, que cuenta con prólogo de Mario Vargas Llosa, que ya está generando revuelo porque dice que la idea de libertad del Quijote anticipa al liberalismo del siglo XVIII y también, en parte, al pensamiento anarquista, incluye el trabajo de Martín de Riquer, que sirvió de faro para muchas generaciones de lectores; el ensayo La invención del Quijote, que Francisco Ayala escribió en el exilio americano y publicó en la revista argentina Realidad, las notas de Francisco Rico, y cinco estudios sobre La lengua de Cervantes y el Quijote, escritos por José Manuel Blecua, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Margit Frenk y Claudio Guillén. Y para facilitar la lectura de quienes incursionen por primera vez en el universo del Quijote, se añadió un glosario de más de seis mil acepciones que registra el significado preciso de voces, frases proverbiales y refranes.
En una parte del prólogo, subtitulada Una novela de hombres libres, el escritor peruano cita una frase que Quijote le dice a Sancho, después de salir del palacio de los Duques, donde el hidalgo estuvo encerrado durante 28 capítulos. “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Vargas Llosa sostiene que detrás de la frase, y del personaje de ficción que la pronuncia, asoma la silueta del propio Cervantes, que estuvo cautivo de los moros en Argel durante cinco años y tres veces padeció la cárcel en España por deudas y acusaciones de malos manejos cuando era inspector de Contribuciones en Andalucía para la Armada. Sobre la idea de libertad que enuncia el hidalgo, el escritor peruano afirma que es “la misma que, a partir del siglo XVIII, se harán en Europa los llamados liberales: la libertad es la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad”. Y agrega que “lo que anida en el corazón de esta idea de libertad es una desconfianza profunda de la autoridad, de los desafueros que puede cometer el poder, todo poder”.
Vargas Llosa señala que “el Quijote no cree que la justicia, el orden social, el progreso, sean funciones de la autoridad, sino obra del quehacer de individuos que, como sus modelos, los caballeros andantes, y él mismo, se hayan echado sobre los hombros la tarea de hacer menos injusto y más libre y próspero el mundo en el que viven”. El escritor peruano subraya una de las partes más célebres de la novela –la liberación de los doce delincuentes, entre ellos Ginés de Pasamonte, el futuro maese Pedro– porque, según Vargas Llosa, el hidalgo “lleva su espíritu libertario a un extremo poco menos que suicida, delatando que su idea de la libertad anticipa también algunos aspectos de los pensadores anarquistas de dos siglos más tarde”.
El escritor argentino Federico Jeanmaire, que acaba de publicar Una lectura de Don Quijote (ver aparte), opina que presentar al Quijote como precursor del liberalismo es “una locura”. Quizá sirva recordar, para explicar la distancia que media entre la interpretación de Vargas Llosa y la de Jeanmaire, lo que señaló el ex presidente colombiano Belisario Bentacur cuando presentó esta nueva edición en el Congreso de la Lengua: “Cada quien posee su Quijote personal. Estamos ante un manual de vida. Y hay quienes han deseado sabérselo de memoria”. Y la memoria siempre es selectiva.

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Víctor García de la Concha, en Rosario, dio a conocer la nueva edición.
 
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