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Kirchner viajó a hacer las paces con Brasil y se encontró con Cuba

El Presidente llegó ayer a Brasil para participar de la Cumbre del Mercosur que se hará en Ouro Preto. Su intención era descomprimir las tensiones creadas con el gobierno de Lula, pero debió dedicar el día a atender el conflicto en La Habana.

 Por Martín Piqué

Todo el mundo pensaba que para el Gobierno el tema central de este viaje sería Brasil: se suponía que la prioridad era descomprimir la tensión diplomática generada por las asimetrías comerciales entre los dos socios. Pero el diablo –o quién sabe quién– metió la cola y otro país se cruzó inesperadamente en los desvelos oficiales: Cuba. Con el extraño ingreso de la neurocirujana disidente Hilda Molina y su madre a la embajada argentina en La Habana, el caso concentró toda la atención de Néstor Kirchner. El incidente enojó muchísimo al Presidente. Cerca suyo se preguntaban cómo habían podido entrar las dos mujeres a la sede diplomática. La discusión del asunto obligó a Rafael Bielsa a faltar a la conferencia de los cancilleres. Antes de volar a esta ciudad, Kirchner lo había tenido al teléfono en forma permanente. La charla prosiguió en el hotel Ouro Minas, donde se hospedan los presidentes que participan de esta cumbre, la número 27, del Mercosur. Anoche, mientras la discusión con Brasil quedaba suspendida, desde altas esferas del Gobierno anunciaban una decisión contundente.
A esta altura, la sorpresa parece ser uno de los condimentos infaltables de todo viaje presidencial. En el último vuelo a Costa Rica, Kirchner se enteró de la caída del Bank of New York como el banco que ejecutaría el canje de deuda. Ayer, horas antes de viajar a Brasil, otra noticia nubló su ánimo: las novedades del caso Molina y sus efectos sobre la relación —prudente pero cercana– que Kirchner venía construyendo con Fidel Castro. El Presidente no escatimó interés al tema. Un dato elocuente: durante las tres horas del viaje a Belo Horizonte charló casi exclusivamente del asunto con el número uno de la SIDE, Héctor Icazuriaga, y con el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Luego, cuando llegó al hotel que hospedaba a todas las delegaciones, se enfrascó en una charla a solas con Bielsa.
Mientras tanto, los periodistas postergaban para otro momento sus preguntas sobre Brasil y repetían, con insistencia, qué pasaba con el tema Cuba. “Nos compramos un problema inexistente”, era la frase que repetían los funcionarios argentinos. “Se politizó una situación humanitaria”, se lamentaba ante Página/12 un funcionario que pasa mucho tiempo con el Presidente. “¿Cómo entraron a la embajada?”, se preguntaba otro, también de los más íntimos. En la comitiva oficial se escuchaban críticas al jefe de Gabinete de la Cancillería, Eduardo Valdés, quien intempestivamente regresó ayer a Buenos Aires cuando los demás funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores permanecían en Belo Horizonte para hoy correrse a Ouro Preto, donde se hará el cierre de la cumbre. Luego se supo que Valdés estaba “renunciado” (ver nota central).

Buscando oro

Ouro Preto, “oro negro” en portugués, es una pequeña ciudad colonial de Minas Gerais. En el siglo XIX, los bandeirantes hicieron estragos en toda la zona buscando oro y piedras preciosas. En cambio, lo que buscarán hoy los presidentes del Mercosur es que el bloque vuelva a brillar. Será difícil. Una prueba es que la discusión sobre las diferencias comerciales entre Brasil y Argentina quedaron postergadas para principios de enero. Tampoco hubo más complicaciones ni “escalada”, como habían prevenido desde la Cancillería dos días atrás. “Celso Amorim salió a descomprimir, estuvo bien. Es un avance que reconozca que hay asimetrías que nos perjudican y que la Argentina está buscando reindustrializarse”, analizó el subsecretario de Integración Latinoamericana, Darío Alessandro. Los elogios, igualmente, eran muy medidos. En relación con ese tema, en la comitiva argentina se hablaba de “hechos concretos”. Era una referencia a las promesas del canciller brasileño, Celso Amorim, quien había propuesto que los industriales paulistas pusieran de motu proprio un límite a sus exportaciones para frenar la invasión de, por ejemplo, heladeras y lavarropas.
Sin embargo, la discusión bilateral entre los dos países quedó para más adelante. Como en toda cumbre de este tipo, en las discusiones sólo se tocaron temas que englobaran a todos los miembros: en la reunión del Consejo del Mercosur, por ejemplo, se decidió suprimir el doble cobro del arancel externo común –que obligaba a un país extraño a la región a pagar impuestos por duplicado–, se puso como fecha de creación del Parlamento del Mercosur el 31 de diciembre de 2006 y, tal vez lo más importante, se acordó crear un Fondo de Emergencia Estructural para fomentar la inversión en los países o regiones más pobres del bloque. Con todo, el monto que se le asignó a ese fondo no es muy prometedor –apenas 80 millones de dólares– y permitió que el presidente venezolano Hugo Chávez se luciera contraofertando 100 millones para un fondo social que pondría sólo Venezuela.

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El presidente Néstor Kirchner ayer, en Belo Horizonte, entre Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez.
 
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