ECONOMíA › BOUDOU VIAJA A LA ASAMBLEA DEL FONDO MONETARIO

Una relación que sale del freezer

 Por David Cufré

Esta tarde, en vuelo de línea, Amado Boudou partirá hacia Estambul, Turquía, para participar de la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial. El congelamiento de relaciones con el primero de esos organismos durante los últimos tres años empezará a cambiar a partir de este viaje. La razón es que el Gobierno se fijó dos objetivos de política económica para el próximo año: volver a financiarse en los mercados, a través de la emisión de títulos públicos, y generar un clima financiero despejado para que bajen las tasas de interés y las empresas y las familias tengan mayor acceso al crédito, lo que ayudaría a reactivar la economía. En la misma línea se inscriben las negociaciones para salir del default con el Club de París y la reapertura del canje de deuda –aunque en peores condiciones– a los acreedores que rechazaron la reestructuración de 2005.

Todas esas señales al mundo financiero tienen un límite claro que el propio Boudou remarca en cada declaración pública y en las conversaciones que viene manteniendo con funcionarios del FMI, embajadores de varias potencias, bancos y representantes de acreedores. Los acuerdos que puedan alcanzarse no implicarán la aceptación de condicionalidades ni afectarán la autonomía en el manejo de la economía que se ganó en los últimos años. Eso es lo que le dirá el ministro de Economía al director gerente del Fondo Monetario, Dominique Strauss-Kahn, con quien tiene previsto reunirse en Turquía. El encuentro todavía no está confirmado oficialmente, pero la delegación argentina lo descuenta.

La reactivación de relaciones con el FMI se limitará a la aceptación por parte del Gobierno de las auditorías en el marco del artículo IV del estatuto del organismo. Esa norma establece que todos los socios del Fondo deben aceptar una vez al año una revisión de su economía. En América latina las aceptan Venezuela y Bolivia, además de Brasil, recuerdan en el Palacio de Hacienda. El gobierno argentino empezó a rechazarlas luego de que canceló por anticipado toda su deuda con la institución, en enero de 2006. Lo hizo por lo mismo que pagó esos 10.000 millones de dólares de una vez con reservas del Banco Central: para sacarse de encima la presión del organismo, que cada vez que enviaba una “misión” al país instalaba los temas de debate en materia económica.

Boudou negociará con las autoridades del Fondo que la vuelta de las revisiones del artículo IV no sean como aquéllas. Es decir, que se limiten a intercambios técnicos de datos, y que el informe final que se emita desde Washington quede acotado a cuestiones macroeconómicas, sin recomendaciones ni advertencias. La aspiración de máxima del Gobierno es que la auditoría se concrete sin necesidad de que viajen al país técnicos del Fondo, resolviendo los contactos por medios electrónicos.

La segunda cuestión clave en la negociación con el FMI estará centrada en la aceptación de las estadísticas oficiales. Justamente, la última actividad de Boudou antes de salir hacia Turquía será reunirse con los representantes de las universidades que conforman el Comité Académico que revisa la actuación del Indec. El ministro quiere apurar los pasos en este tema. Hasta ahora, en sus informes el FMI aclara que los datos de inflación que emite el Indec discrepan con otras estimaciones del sector privado. Es una llamada al pie que Boudou quiere que desaparezca cuanto antes.

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