ECONOMíA › TRES CADENAS PASAN LOS PARTIDOS DEL MUNDIAL EN SALAS CON ALTA TECNOLOGíA

La albiceleste en alta definición en los cines

Alicia en el País de las Maravillas, Cartas a Julieta, Carancho, Al Sur de la Frontera, los títulos de las películas en cartelera pasan y pasan mientras que un grupo de personas vestidas de blanco y celeste continúa subiendo por las escaleras mecánicas de un cine palermitano sin encontrar el título por el que desesperaban: Argentina vs. Nigeria. Como se anunció la semana pasada, el debut de la Selección Argentina trajo un agregado en alta definición para el espectáculo ya esperado, por las gambetas de Lionel Messi y los goles frustrados de Gonzalo Higuaín. Unas diez mil butacas en las principales cadenas de cine (Cinemark, Hoytts y Showcase) de todo el país recibieron a los amantes de los pochoclos y el fútbol para disfrutar el primer partido de la albiceleste en el Mundial. La cartelera se repetirá en cada partido del equipo de Maradona, llegue a donde llegue, y con otros diez encuentros de jerarquía.

“¡Están agrandados los jugadores, che!” La broma la hizo un cinéfilo futbolero cuando se encontró con la pantalla gigante de alta definición ubicada en la sala diez del Cinemark de Palermo. Es que los jugadores argentinos que corrían por el césped del estadio Soccer City llevaban puestos unos botines que, ampliados en la pantalla de alta definición, eran del tamaño del torso de los aficionados hundidos en las butacas de la sala.

El ingreso al estadio de cine no tenía el color del paravalancha, ni el del fanático trepado del alambrado. Con las luces apagadas para ver el show de los once de Maradona, tampoco se sufren el sol o las luces del estadio que encandilan la vista cuando se busca un lugar en lo más alto de la tribuna para ver mejor el partido. “Aunque acá se ve bien de todos lados”, sonrió Alberto, que llegó con sus hijos, equipados de camiseta albiceleste y botines.

El detalle culinario también cuenta: la gaseosa llega en envases más grandes y los choripanes se cambian por snacks. Aunque tan lejos de Sudáfrica: “Es lo más parecido a lo que es verlo en la cancha. Lo ves rodeado de gente que se para y grita, y si viene un gol, seguro, te abrazás con un desconocido”, explicó Jonathan, mientras recordaba la palomita de Gabriel Heinze. La entrada también difiere de las populares del estadio, pero están cerca de las plateas: 60 pesos para ver a Argentina y 40 para ver el resto de los partidos.

Durante todo el partido, los contraataques y las jugadas colectivas se vivían con la excitación de una de acción: “Estás solo. Seguí, seguí, matalo”, gritaron desde una butaca a las imágenes hiperrealistas. El segundo gol no llegaba. El arquero nigeriano Vincent Enyeama ya era un desenlace trillado, y las atajadas lo convirtieron en el villano perfecto. Cuando los africanos tomaron el guión del partido y los tiros al arco se robaban los planos generales, los primeros planos y los primerísimos primeros planos, los cinéfilos futboleros pedían que el argumento cambiase a una de superhéroes: “¡Poné a Palermo!”, “¡Dale Martín!”, resonaba entre las butacas. Al final, llegaron los besos entre Messi y Maradona, Maradona y Heinze, las luces del estadio de cine se encendieron y terminó la película de amor: “¡Ooooh, Argentina. Es un sentimiento, no puedo parar!”.

Informe: Nahuel Lag.

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Diego gritó el gol para una desacostumbrada tribuna a oscuras.
Imagen: Rolando Andrade
 
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