ECONOMíA › PORTUGAL ANALIZA PEDIRLE AL FMI PARA EVITAR EL DEFAULT

En la cuerda floja

 Por Fernando Krakowiak

En medio de la crisis política y económica que generó la renuncia de su primer ministro, Portugal colocó el viernes deuda a un año por 1645 millones de euros, pero debió convalidar una tasa de interés de 5,8 por ciento, 5,5 veces superior al 1,04 que le cobraron el 7 de abril de 2010, hace apenas un año. Esta evolución marca la creciente desconfianza de los inversores en un momento delicado de la economía lusa. Los portugueses tienen que enfrentar vencimientos por 9500 millones de euros en los próximos tres meses y, según un análisis de Barclays, el Tesoro cuenta apenas con 5000 millones en caja. Este escenario sólo les deja dos opciones: pagar tasas cada vez más altas en el mercado, lo que acrecentaría el riesgo de default, o aceptar un rescate del FMI con las exigencias de ajuste fiscal que ello implica.

Luego de la renuncia del primer ministro José Sócrates, motivada por el rechazo del Parlamento a su cuarto plan de ajuste, el presidente Aníbal Cavaco Silva anunció la disolución de la Asamblea y convocó a nuevas elecciones para el próximo 5 de junio. El problema es que el socialismo, la socialdemocracia y la democracia cristiana no están dispuestos a asumir el costo político que supone un acuerdo con el FMI hasta que se concreten los comicios. Por lo tanto, el riesgo de default se acrecienta. De hecho, este mismo viernes en que se colocaron los 1645 millones de euros, la calificadora Fitch rebajó la nota de Portugal a BBB, la más baja dentro de la categoría de “grado de inversión”.

La situación es seguida con atención por las principales potencias porque una caída de Portugal podría generalizarse poniendo en jaque la débil recuperación de la economía mundial. Por ejemplo, España sería afectada de manera inmediata, pues de cada 10 euros de deuda, el Tesoro luso le debe 3,4 euros a bancos españoles.

La situación de Portugal es muy delicada porque las herramientas con que cuenta para salir adelante sos escasas. Su deuda superará los 150.000 millones de euros, un 85 por ciento del PIB, y el déficit fiscal en 2010 alcanzó al 8,6 por ciento de ese producto. Inicialmente, se había informado que era de 7,3 por ciento, pero el Instituto Nacional de Estadística confirmó el pasado 31 de marzo que el dato comunicado a la Comisión Europea era incorrecto. La diferencia incrementa el déficit en 3043 millones de euros. Portugal prometió que este año reducirá ese rojo a 4,6 por ciento del PIB, pero en este momento son pocos los analistas que le creen.

Al igual que ocurrió con Grecia, la mayor dificultad de Portugal está dada por la imposibilidad de apelar a la política cambiaria para hacer más competitiva su economía y comenzar a revertir su déficit. Para ello debería abandonar el euro y esa decisión también supone un costo muy alto. Un préstamo del FMI a tasa razonable pareciera ser la mejor opción si no se quiere abandonar el euro, pero el problema es que además de pagar la deuda es necesario iniciar un proceso de recuperación para dejar atrás la crisis estructural y las recetas ortodoxas que propone el FMI no parecen la mejor opción.

Con la economía endeudada y una tasa de crecimiento baja (apenas 1,4 por ciento en 2010), seguir apelando a los ajustes fiscales es como echar nafta al fuego. La experiencia argentina previa a la salida de la convertibilidad es el mejor ejemplo de lo que podría ocurrir, aunque la última palabra la tendrá la población. En Argentina, el estallido social de 2001 les puso freno a las recetas del Fondo. En Portugal, una porción de la gente se está movilizando contra el ajuste, pero por ahora las encuestas respaldan la posibilidad de recibir ayuda del FMI. Habrá que ver si siguen pensando igual cuando los recortes se profundicen.

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El viernes los portugueses se movilizaron en contra del ajuste.
Imagen: EFE
 
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