ECONOMíA

Pese al dólar alto, el turismo cayó un cuarenta por ciento desde el 98

Un estudio derrumba el mito de que la devaluación hizo crecer el turismo. En dólares, cayó casi a la mitad, en pesos, mantuvo su nivel pese a la inflación.Y hasta bajó como porcentaje de las exportaciones.

 Por Claudio Scaletta

Un nuevo estudio del Instituto de Estudios Fiscales y Económicos (IEFE), “Argentina: ¿país para el turismo?”, derrumba una de las más recientes mitologías de la economía local. A saber: que la devaluación generó un esperable impulso para la actividad turística. Los números del sector cayeron tanto en términos absolutos como relativos. Los ingresos en dólares lo hicieron un 40 por ciento, los en pesos se mantuvieron en los niveles de la última década, mientras que el sector en su conjunto cayó más de 4 puntos en su participación en las exportaciones.
Durante el 2002, la evolución del turismo fue puesta como ejemplo de las potencialidades económicas implícitas en la devaluación. A través de una poderosa campaña de difusión se dejó entrever que el efecto multiplicador sobre el nivel de actividad de esta singular exportación sería infinito, tanto en términos de ingreso de divisas como de generación de empleo estable e inversiones en infraestructura. Incluso se llegó a sugerir que la Argentina futura podría centrarse en sólo dos sectores dinámicos, la cadena agroindustrial y el turismo. Visto en perspectiva, los números han demostrado que el entusiasmo fue, sino excesivo, al menos producto de una bien utilizada imaginación política.
Una reciente investigación del IEFE a la que accedió Página/12 intenta incorporar los servicios al análisis del comportamiento del comercio exterior tras la devaluación. En otras palabras, trata de considerar no sólo el efecto de la mejora en el tipo de cambio sobre el intercambio de bienes, sino también sobre las transacciones de servicios. Y dentro de éstos, sobre la “exportación de servicios turísticos”, según se expresa el turismo receptivo en la cuenta “Viajes” del balance de pagos. Los resultados obtenidos por el estudio van en contra de la publicitada explosión de la actividad.
De los números brutos presentados por el IEFE surge que los ingresos divisas por turismo crecieron permanentemente entre 1994 y 1998, período en el que pasaron de 1933 millones de dólares anuales a 3025, lo que significó una suba de más del 50 por ciento. Luego, acompañando la recesión interna, se produjo un amesetamiento en torno de los 2900 millones anuales y en 2001, una retracción hasta los 2642 millones. En 2002, cuando el ingreso registrado fue de 1584 millones, la caída alcanzó un espectacular 40 por ciento.
Lo notable de esta evolución, contrario sensu a lo que podría esperarse, fue que los ingresos en dólares crecieron al son de la apreciación del tipo de cambio, esto es al calor del encarecimiento de los precios en dólares, y disminuyeron fuertemente tras la devaluación, cuando en teoría la caída de los precios internos en dólares deberían haber sido un fuerte aliciente para la venida de extranjeros.
Cuando se piensa en 2002, parece lógico aceptar la justificación que en su momento ensayaron los responsables del área de turismo. Si los precios en dólares son menores, es lógico que frente a igual número de turistas se registre un menor ingreso de divisas. Desde esta perspectiva se consideró que los precios en pesos de los “bienes turísticos” debían ser ajustados por la inflación minorista del Indec, que en el período fue del 65,8 por ciento. Si se acepta este criterio, los ingresos por turismo de 2002 mejoran el 16 por ciento (en “pesos constantes”).
No obstante, la descripción no resulta realista cuando se observa que en los principales destinos del turismo receptivo los precios de los principales consumos de los visitantes, especialmente la hotelería, se mantuvieron dolarizados. Incluso resulta habitual el fenómeno del doble precio, según se trate de residentes locales (precios en pesos ajustados por inflación) y extranjeros (precios en dólares). Esto no significa que, de todas maneras, una parte de los consumos turísticos no registre efectivamente menores precios. Una de las hipótesis sugeridas por el IEFE asume que sólo el 30 por ciento de la canasta de bienes turísticos estádolarizada, mientras que al 70 por ciento restante se le aplica el ajuste por inflación descripto. Esta hipótesis obtiene como resultado una caída de ingresos turísticos del 0,8 por ciento.
En suma, a pesar de la devaluación los números de la industria turística no parecen haber mejorado. No lo hicieron en términos de ingresos de divisas, apenas lograron conservar sus valores históricos y, al caer del 10,5 al 6 por ciento de las exportaciones, también perdieron importancia relativa dentro del balance de pagos.
Las cifras revelan no sólo que la ventaja cambiaria no pudo ser aprovechada, también muestran la existencia de deficiencias en la integración de los distintos niveles de gestión gubernamental, niveles que fueron ineficaces tanto en contrarrestar la percepción externa sobre la seguridad interna del país, como en acordar una mínima política de precios para que los menores costos relativos se transformen en un incentivo real para el desarrollo del sector.

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El turismo creció constantemente a principios de los ‘90, cuando llegó a 3000 millones de dólares.
Paradójicamente, con la devaluación cayeron la facturación y la participación en las exportaciones.
 
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