EL PAíS › IBARRA Y MACRI YA COMENZARON LA PELEA POR EL BALLOTTAGE

Primera vuelta sin una diferencia que le quite emoción a la segunda

Los votos de Zamora serán la clave para que Ibarra gane el ballottage del 14 de septiembre. Alentado por una diferencia del cuatro por ciento en favor de Macri, Ibarra empezó a buscarlos anoche, y también a los que sufragaron por Bullrich con menos énfasis en la economía neoliberal y más en valores institucionales. Macri pidió “consenso” y anoche ya nombró a Kirchner para no aparecer desligado de la ola nacional de centroizquierda.

 Por Martín Granovsky

La Argentina logró, al fin, llegar a un ballottage importante: el 14 de septiembre Mauricio Macri y Aníbal Ibarra medirán fuerzas para saber si los porteños eligen ponerle un freno al crecimiento del centroizquierda, Néstor Kirchner incluido, o apuestan a una sintonía con la ola nacional que desde anoche abarca la derrota de Luis Barrionuevo en Catamarca.
En los cómputos de esta madrugada, la diferencia en favor de Mauricio Macri sobre Aníbal Ibarra era de alrededor de cuatro puntos. Macri obtenía el 37 por ciento e Ibarra el 33,39 por ciento. Zamora superaba el 12 por ciento y Bullrich, con 9,67, no lograba llegar a los dos dígitos. Estos datos surgen del 77 por ciento de las mesas escrutadas, con el 53,48 por ciento de los votos. Anoche mismo quedaron definidas las líneas del ballottage.
Macri pronunció un discurso que por primera vez fue leído. Repitió su presentación como nueva fuerza de la política y buscó exhibirse como capaz de gobernar la ciudad, pero reforzó dos elementos. Uno, que quiere gobernar usando “el consenso”. Sonó como un llamado al valor de la armonía por encima de las peleas, que según la visión macrista sería lo típico de la política en la visión más simple. Y el segundo, que para lo que denominó “proceso de reconstrucción” no dudará en coincidir con el Presidente Kirchner.
El actual presidente de Boca Juniors necesita la mayor cantidad posible de votos de Bullrich y morderle votos actuales a Ibarra diluyendo en éste su cercanía a Kirchner.
Por el lado de Ibarra, su primer objetivo simétrico será conservar los votos de la primera vuelta, agregar prácticamente todos los de Zamora y conseguir una parte de los que apoyaron a Bullrich.
“Prometemos coherencia, sinceridad y honestidad”, dijo Ibarra cerca de la medianoche. “Es importante nuestro triunfo en la relación con el gobierno nacional, que es tan vital para la ciudad, como sucedió con el boleto estudiantil hace pocos días”, añadió. Y para que no queden dudas de su estrategia electoral desde hoy mismo dijo que se propone “trabajar con todos los que votaron por Zamora, que creen en el compromiso social y los derechos humanos” y que está esperanzado “en que podemos expresar a una franja de los que votaron por Patricia Bullrich”.
Roberto Bacman, de la consultora Ceop, informó que en las encuestas previas el 75 u 80 por ciento de los votantes por Zamora consultados indicaba que votaría por Ibarra en el ballottage.
El comando electoral ibarrista confía, además, en desprender del voto a Bullrich el sector más consustanciado con el voto que valora la calidad institucional, la independencia de la Justicia, la lucha contra la corrupción y la defensa de las garantías individuales. El otro sector, el de quienes votaron a Bullrich en especial por motivos de coincidencia ideológica con el liberalismo económico de Ricardo López Murphy, podría ir a Macri.
Es probable que los ibarristas aprovechen que, en un ballottage, el fantasma de Carlos Menem vuelva a estar presente junto a Macri, amenazándolo y perjudicando el intento de Macri de presentarse como una fuerza renovadora de la política.
El enigma del ibarrismo es cómo hablar al mismo tiempo a votantes de Bullrich y Zamora sin que unos se irriten cuando el interlocutor son los otros.
El discurso de Ibarra de anoche sugiere que el actual jefe de Gobierno interpelará directamente más al voto de centro y descansará en el cálculo de que los zamoristas sentirán temor por el monstruo y elegirán a Ibarra por rechazo a Macri.
El obstáculo es el propio Zamora, que insistía en señalar a Ibarra como blanco predilecto aun después de la elección. “Kirchner tiene mucho peso en la Argentina, pero Kirchner no le alcanzó a Ibarra”, fustigaba Zamora. “La pelea de Autodeterminación y Libertad será para que la mayor cantidad de gente posible no vote por Ibarra o por Macri, porque ellos no cambiaron en nada sus propuestas y tampoco están en contra de este modelo de horror que proponen George W. Bush y Tony Blair”, dijo el diputado, que consiguió otra banca nacional más y la entrada de una fuerza de siete u ocho legisladores porteños, entre ellos su esposa Noemí Olivetto.
Los macristas terminaron su día felices, pero no eufóricos. Necesitaban una diferencia mayor para que la marcha al ballottage fuese un paseo.
Los ibarristas terminaron preocupados, pero sin depresión. Su cálculo era que una diferencia de tres puntos a favor de Macri no los inquietaba, pero una distancia de entre tres y cinco puntos, que parecía la tendencia definitiva, los obligaría a trabajar fuerte de aquí al 14. Asesores del jefe de Gobierno explicaron a este diario que son optimistas por el margen de crecimiento posible hasta el ballottage. Y explicaron así la diferencia entre una distancia del tres por ciento y otra de casi cinco: “Haciendo las cosas bien, con una diferencia de tres superaríamos a Macri con comocidad, incluso por encima del error estadístico; con cuatro puntos también vamos a superarlo, pero por un margen menor”.
Un punto clave es la instalación inicial de cada candidato. Los macristas optaron, como era obvio, por su presentación como ganadores a secas, tal como lo hizo Carlos Menem en la primera vuelta del 27 de abril. Los ibarristas eligieron no dar ninguna situación por concluyente ni ponerse a la defensiva. Por ejemplo, Ibarra anunció que no pediría licencia en la Jefatura de Gobierno como le pidió Macri ayer mismo.
Bullrich anunciará hoy a las tres de la tarde la decisión electoral de Recrear.
Cristian Caram, que protagonizó una derrota histórica del radicalismo, porque apenas arañó el dos por ciento y no pudo ni colocar a Nito Artaza en la Cámara de Diputados, recomendó dejar en libertad a los votantes de la UCR. Artaza tampoco se pronunció por la segunda vuelta, pero criticó a Kirchner al decir que “el peronismo muestra hoy su cara hegemónica” y fijó una agenda al mencionar que “el endeudamiento es el gran trauma de la nación y hay que ponerles un límite a los bancos”.
Izquierda Unida, con poco más del 1,25 por ciento de los votos, fue barrida por los votos de Zamora y no llegó al 2,89 por ciento de las elecciones presidenciales.
De los doce diputados nacionales, el macrismo conseguía entre cinco y seis, aunque es difícil que en la Cámara de Diputados convivan en un mismo bloque el radical conservador Jorge Vanossi y el peronista Jorge Argüello. El ibarrismo obtuvo cuatro, pero separados en tres listas: Claudio Lozano y Juliana Marino (quedó a las puertas el arista Eduardo Jozami), la secretaria de Gestión Comunal del gobierno porteño Silvana Giudici y el periodista Miguel Bonasso, que se autodefine como “kirchnerista de paladar negro”. Hugo Martini entró por Patricia Bullrich y Mirta de Brasi por Luis Zamora. Autodeterminación y Libertad podía sumar un diputado más, en disputa con Macri.
La ecuación geográfica pareció resumirse de este modo:
u Macri le ganó a Ibarra en las circunscripciones con mayor cantidad de habitantes pertenecientes a los sectores más humildes. En Villa Lugano la diferencia era, esta madrugada, de siete puntos a favor del empresario.
u El macrismo también triunfó en las parroquias donde se concentra la clase alta. En el Socorro, alrededor de Suipacha y Juncal, Macri superó el 53 por ciento e Ibarra no llegó al 20. Bullrich obtuvo el 17 por ciento y Zamora el 6 por ciento.
u Ibarra obtuvo su mejor diferencia en los barrios de clase media media. En Caballito le sacó ocho puntos de ventaja a Macri. Allí le fue muy bien a Zamora, con el 14 por ciento, y Bullrich llegó a 9,8 por ciento.
u Boedo marcó un empate en 34 por ciento.
u En Flores Ibarra ganó, pero su diferencia fue del 1 por ciento. El hecho de que el jefe de Gobierno no haya marcado una distancia mayor enesta parroquia de 146 mil electores y en otras como Boedo, con 108 mil votantes, explica la diferencia total en favor de Macri.
Ahora, la apuesta de Macri será porteñizar las elecciones (mientras envía guiños nacionales a Kirchner) y la de Ibarra insistir en la nacionalización. Para el jefe de Gobierno no sería contraproducente un triunfo del peronista Jorge Obeid en Santa Fe el 7 de septiembre, pero resultaría aún más importante una victoria del socialista Hermes Binner justo una semana antes del ballottage del 14. Un día que será fuertemente nacional, también, por las elecciones bonaerenses en que se prueba Felipe Solá.

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