EL PAíS › OPINION

Muchas preguntas y un final abierto

 Por Mario Wainfeld

Ganó Mauricio Macri, por la diferencia que anunció su comando de campaña a las seis de la tarde, pero no por el fastuoso margen que auguraban los primeros (extraños) cómputos. Al cierre de esta nota, computados el 77 por ciento de los sufragios, la diferencia entre el empresario y Aníbal Ibarra era de 4,1 puntos porcentuales. Un margen descontable, según sugerían las encuestas previas a la compulsa, pero no desdeñable. Máxime si se toma en cuenta que el ballottage Macri arranca de un piso muy alto. Entre él e Ibarra acapararon el 71 por ciento de los votos. Macri tendrá que convencer a poco más de un tercio de los restantes para concretar su segundo sueño del pibe. Ya es presidente de Boca. Está más cerca de la Jefatura de Gobierno. Pero la verdadera final se jugará recién el 14 de septiembre.
- ¿Quién lo votó? Un 37,5 por ciento del electorado porteño es imposible de sumar si no se logra transversalidad social, generacional y de género. Pluralista de pálpito, la sociedad porteña no admite tamaños guarismos sin mucho sincretismo. Esto dicho, se confirmó la profecía de los sondeos previos: el fuerte de Macri anidó en los sectores más ricos y los más pobres de la ciudad, en Recoleta y Lugano, por expresarlo de un modo panfletario que corroboraron las urnas. Un perfil de votante muy similar al que interpelaba Carlos Menem en sus buenos tiempos.
- ¿Quién no dijo que lo votó? Unos cuantos, da la sensación. El fracaso de la mayoría de las encuestas previas y de los bocas de urna parece revelar que hubo un voto vergonzante al empresario, algo que evoca también al Menem 95, muy cuestionado, identificado por la corrupción, acaso indefendible en un café o en una tribuna, pero muy acompañado en la soledad del cuarto oscuro.
- ¿Qué harán los contendientes en estas tres semanas? Se supone que Macri debería seguir haciendo lo que hizo, con la lógica táctica de que el técnico de un equipo de fútbol que va ganando no introduce cambios. Sin embargo, ayer en su primera aparición tras invocar la autonomía de los porteños se mandó con un discurso nacional, internándose en el territorio que, se supone, menos le conviene. En teoría Ibarra debería revisar su estrategia, pero no da la sensación de que pueda sacar conejos de la galera. Lo suyo será trabajar sobre la masa de votantes disponible enfatizando su ligazón al gobierno nacional y castigando a su adversario. Queda claro que su perfil de gestor no conmueve mayorías y que, aunque quedó segundo, su mejor apuesta sigue siendo nacionalizar la compulsa. En el ballottage le será más sencillo, sin Luis Zamora castigándolo por izquierda.
- ¿Qué hará Kirchner? Doblar la apuesta. Al fin y al cabo es lo que siempre hace el Presidente. De todos modos, el resultado, inferior a lo que se esperaba, hará arrugar entrecejos en el Gobierno. Por lo pronto, es claro que el votante peronista privilegió su lealtad a sus punteros locales en detrimento de la convocatoria presidencial. Habrá que ver cómo funciona la relación entre kirchneristas e ibarristas. No todos los kirchneristas, por decirlo con un eufemismo, son admiradores del actual jefe de Gobierno. Y los malos resultados exacerban las malas ondas. Ibarra sabe de todos modos que contará con el Presidente y con su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien siempre jugó a mano del frentegrandista y que ahora puede perder (o ganar) porotos de la mano de su aliado el 14 de septiembre.
- ¿Quién más ganó? Sin duda Luis Zamora que no sólo arrasó en la peculiar interna de la izquierda sino que, sin armado ni partido, se ubicó como la tercera fuerza del distrito. Tendrá una legión de legisladores porteños y seguirá siendo referencia para los disconformes de todo pelaje.
- ¿Quiénes perdieron? El radicalismo ratifica su entropía pese a la astucia de haber llevado como candidato diputado al inclasificable Nito Artaza. Hizo sapo en la elección presidencial, ayer no movió el amperímetro y da pena pensar cómo le irá en la provincia de Buenos Aires. Tampoco fue feliz el desempeño de los desprendimientos de la UCR. El sushismo residual, encarnado en Patricia Bullrich, obtuvo un resultado nada memorable. Ricardo López Murphy (cuyo rostro ayer era toda una confesión) quedó como un referente sin poder, no será candidato a diputado en provincia donde a su partido le irá fatal. Si el bulldog quería liderar la derecha argentina, el desempeño de Macri de ayer le hará salir ronchas. Sin banca, sin discurso, sin presencia su futuro empieza a parecerse al de sus (ex) correligionarios.
En forma menos tonante, al ARI de Elisa Carrió también le fue mal. Sus candidatos a diputados nacionales no entraron. Carrió termina su mandato y no reelige. Su bloque se debilitará severamente y perderá calidad legislativa. Un problema mayor para una fuerza a la que Kirchner viene dejando sin espacio y con problemas para definir un discurso.
En cuanto “al resto” de la izquierda fue subyugada por Zamora. Es un fenómeno que da para análisis más largos pero que, en primera aproximación, parece reflejar una prolongación, en voto positivo, de la vigencia del que “se vayan todos” en la ciudad de las asambleas.
- ¿Quién es Giorno? Fue la pregunta de anoche, ante la tele y la radio y aun en algunas redacciones. Jorge Giorno se alzó con una porción asombrosa de los votos para legisladores y diputados de Ibarra (ver asimismo páginas 4 y 5). Erosionó las listas de Fuerza Porteña y la encabezada por Miguel Bonasso. Todo indica que lo suyo tiene que ver más con confusión de los votantes que con adhesión a su propuesta. De cualquier modo, la minisorpresa del día, producto sin duda de la proliferación de listas, sublistas, apoyos etc. Donde no hay ley de lemas, el sistema político realmente existente inventa sucedáneos. En suma, la votación se distorsiona. Un temita menor, en el panorama general, pero que debería pensarse de cara a reflejar mejor la voluntad popular.
- ¿Qué hará el 30 por ciento que define? Los ciudadanos que no votaron ni a Macri ni Ibarra no acatarán directivas de sus contingentes opciones de ayer. La disciplina partidaria no es el blasón ni de Zamora, ni de Recrear que capitalizan alrededor del 23 por ciento de esos votos. Ya se comentó, en teoría los votantes de Zamora y de otras fuerzas de izquierda (cerca del 15 por ciento de los no alineados) tendrían que considerar a Ibarra el mal menor. Tal vez algunos acepten la propuesta de Zamora de impugnar el sufragio. Los de Patricia Bullrich y Cristian Caram son un enigma mayor. Ibarra tiene mejores chances entre los que no optaron por ninguno de los dos punteros. Pero no le basta prevalecer, tiene que descontar puntos.
- ¿Qué escenarios se abren? La experiencia demuestra que la victoria embellece a los candidatos. En elecciones de doble vuelta lo más usual en términos estadísticos es que el que gana la primera, repita en segunda. Desde luego, están los ejemplos en contra: Mario Vargas Llosa y acá nomás Carlos Menem. Sería exceso de facilismo tentarse con la comparación entre Menem y Macri. Menem iba a perder 70 a 30, con suerte. Macri ya tiene en el bolsillo un 40 por ciento.
De cualquier modo, la diferencia es reversible. Macri era hasta el viernes el candidato con mayores rechazos. Sin duda las encuestadores de uno y otro bando saldrán a medirlos nuevamente desde hoy. Habrá que ver si su currículum sigue generando reacciones o si el éxito en los comicios lo transforma en rubio, alto y de ojos celestes.
Ganar no es un dato menor, el piso de Macri fue sorpresa a su favor, pero el segundo no está para nada derrotado. Ibarra tiene en su haber la tendencia histórica del electorado porteño, más progre que filoperonista de derecha. También lo mejora la perspectiva de enfrentar mano a mano en debates a un candidato que no es muy lucido en tales lides. Además, en esta carrera el actual jefe de Gobierno viene corriendo de atrás. Hace un mes estaba a más de doce puntos de distancia del presidente de Boca, ayer terminó a cuatro. Cuenta Ibarra, al fin, con el apoyo del político más popular de la Argentina, a la sazón su Presidente. Queda en suma un final abierto, en tres semanas que darán mucho trabajo a jefes de campaña, consultores de imagen, publicistas y candidatos. Hagan juego, señoras y señores.

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