ECONOMíA › SATISFACCION DE LA DELEGACION ARGENTINA

“Salto cualitativo”

Con la ampliación de los DEG, se podrá contabilizar de 2500 a 3000 millones de dólares más de reservas. Cristina y Lula lograron borrar el término “flexibilización” del capítulo laboral.

Desde Londres

Cristina Fernández de Kirchner era escéptica antes de aterrizar en Londres. El último miércoles llegó a confesar que “tenía dudas” sobre las posibilidades de éxito de la cumbre del G-20, en función de cómo venían las negociaciones entre las principales potencias. Sin embargo, la necesidad de esos países de frenar el temblor económico terminó acercando acuerdos que el gobierno argentino celebró. “Se ha dado un salto cualitativo” en la orientación para enfrentar la crisis, evaluó la Presidenta. “Naciones que defendían a rajatabla la desregulación financiera y que el Estado no debía tener injerencia en la economía hoy reconocen que la regulación es necesaria, y no cualquier regulación, sino una muy estricta que evite que esto vuelva a suceder”, valoró Cristina tras participar de las sesiones con el resto de los mandatarios.

El Gobierno contabilizó media docena de hechos positivos. El primer tanto es el aumento en la emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, que la Argentina venía reclamando con insistencia para acceder a liquidez en un mundo sin crédito. Esa había sido la postura que llevó el ministro de Economía, Carlos Fernández, a la previa del G-20. Con la ampliación de los DEG, el Banco Central podrá contabilizar entre 2500 y 3000 millones de dólares más en sus reservas.

En segundo lugar y en la misma línea de acceder a financiamiento, la Argentina aspiraba a una fuerte capitalización del Banco Mundial y el BID, organismos a los que puede recurrir esquivando las condicionalidades del Fondo Monetario. Si bien es cierto que el G-20 promete transformar el FMI para que flexibilice sus exigencias y tenga mayor representación de los países emergentes, no es algo que ocurrirá a corto plazo. Mientras tanto, para el Gobierno era importante tener a mano la ayuda del BM y el BID. A esos organismos –entre otros– el G-20 prometió volcar 100.000 millones de dólares.

El tercer punto es la instrucción concreta del G-20 de diseñar regulaciones para las agencias calificadoras de riesgo. Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch, entre las más grandes, se convirtieron en censores de la política económica del kirchnerismo desde un primer momento. Ahora son ellas las que están en el ojo de la tormenta por sus errores en la asignación de notas y por las sospechas de “inaceptables conflictos de intereses”. El titular de Economía también había planteado la necesidad de imponerles reglas hace apenas un mes.

El cuarto festejo fue por la determinación de combatir a los paraísos fiscales. En quinto lugar, el Gobierno evalúa que su participación en el G-20 le está permitiendo recuperar prestigio internacional, dañado desde el default. Con la crisis sobre sus espaldas, la mirada empieza a cambiar. “Hubo más predisposición a escucharnos”, contó uno de los altos funcionarios que participaron de la cumbre. Cristina relató que en medio de las sesiones, Lula Da Silva y ella intervinieron para reclamar que se excluyera el término “flexibilización” del capítulo laboral. Explicaron la connotación que tiene esa palabra en países que sufrieron y sufren la precariedad del empleo. La alusión del documento del G-20 iba por otro lado: se refería a cuestiones de género, de no que no haya discriminación a las mujeres en el mundo laboral. Sin embargo, los presidentes de las potencias accedieron a “limpiar” la palabra flexibilización del documento final de la cumbre.

Por último, el Gobierno mostró satisfacción por el cambio de discurso en el G-20, donde ya hay una clara revisión de las posturas de las potencias de occidente a favor de la desregulación financiera y el corrimiento del Estado. “No son cambios cosméticos, sino que hay mucha preocupación por las consecuencias de la crisis, por la destrucción de empleo y por la necesidad de lograr canales de transmisión del mundo financiero a la economía real”, describió la Presidenta, quien durante las sesiones del G-20 hizo cuatro intervenciones directas –cada orador pide la palabra en el debate de cada punto del documento–, más las conversaciones en el desayuno y el almuerzo entre los presidentes.

“No mucho tiempo atrás escuchar estas cosas era prácticamente impensable”, reflexionó Cristina, en referencia a los embates al consenso de Washington. “A nosotros se nos estigmatizó como país, se nos criticó duramente cuando planteábamos estas cosas en los foros internacionales”, recordó. “Sentarse ahora con los países más desarrollados del mundo y alcanzar estos acuerdos significa un salto cualitativo impensable un año atrás”, agregó. Respecto de la transformación prometida en el Fondo Monetario, la Presidenta advirtió que todavía no hay un nuevo FMI.

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“Hubo más predisposición a escucharnos”, comentó Cristina Fernández de Kirchner.
 
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