EL MUNDO › ESTEBAN CASELLI, LOBBISTA DE LA DERECHA CATóLICA, ESTá EN CAMPAñA

Il Cavaliere tiene su obispo

El candidato de la ultraderecha italiana, Silvio Berlusconi, suma todo tipo de aportes. “El obispo” Caselli, hombre vinculado con Menem y Yabrán, aspira a un asiento en el Parlamento representando a Sudamérica.

 Por Washington Uranga

La caída del gobierno de Romano Prodi en Italia a fines de enero último precipitó la convocatoria a elecciones para el próximo 13 y 14 de abril y el ultraderechista ex primer ministro Silvio Berlusconi aparece como el candidato con más posibilidades según las encuestas. Pero además de representar un momento político de alta tensión para la península, la convocatoria a comicios adelantados abrió las puertas a todo tipo de postulaciones. Alesandra Borghese, una princesa romana de 44 años que esgrime en su historia personal antiguas vinculaciones con el papado y cercanías de familia con el actual Benedicto XVI, quiere ser parlamentaria por un partido de centro. Emmanuel Filiberto, heredero del trono de los Saboya, aspira también a un escaño en el senado representando a un partido de su creación, denominado Valores y Futuro. Pero no son los únicos casos extraordinarios. Argentina también hace su aporte a través de Esteban Caselli, conocido como “el obispo”, que se postula para representar a los italianos que viven en América del Sur por la fuerza Popolo della Libertà, (Pueblo de la Libertad), que cuenta con el respaldo del propio Berlusconi.

Caselli asegura que fue invitado a lanzar su candidatura por el mismo Berlusconi, hecho por el cual dice sentirse “honrado” y sostiene que su propósito es ayudar a “mejorar las relaciones entre Italia y los países de América del Sur”. Experiencia diplomática no le falta al ex secretario de Culto de la gestión del presidente Carlos Menem. Fue hasta 1999 embajador argentino ante la Santa Sede y actualmente es representante de la Soberana Orden de Malta ante el gobierno de Perú.

Pero la trayectoria de Caselli habla más que de sus dotes de diplomático de su gran capacidad para adecuarse a las circunstancias y para sacar provecho de todas las situaciones haciendo sus propios negocios. En 1974 se lo podía ver al lado del ultraconservador dirigente metalúrgico Victorio Calabró, por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. Durante la dictadura vivió situaciones contradictorias. Colaboró con los militares, pero también pasó tiempo en la cárcel. El se encarga de vender una historia vinculada con la persecución política, pero otras versiones señalan manejos no claros de dinero que terminaron enfureciendo a algunos militares que hasta entonces eran sus protectores.

Durante el gobierno de Carlos Menem el actual candidato al parlamento italiano transitó por muchos cargos en distintos rangos y lugares. Fue subsecretario de Acción de Gobierno y en Somisa trabó relación con Hugo Franco, uno de los principales operadores del ya fallecido cardenal cordobés Raúl Francisco Primatesta. Durante los años del gobierno menemista Esteban “Cacho” Caselli, que ostenta hoy el título honorífico de “gentil hombre de su Santidad” entregado por el Vaticano, se transformó en el enlace habitual entre el gobierno y el grupo de obispos más conservadores, entre los cuales estaban el propio Primatesta, el cardenal Antonio Quarracino y los obispos Emilio Ogñenovich y Desiderio Collino. A través de Caselli, Menem pagó con subsidios y dinero a los obispos que le fueron fieles y respaldaron su gestión. Cacho era el encargado de las negociaciones.

Sus fidelidades eclesiásticas fueron premiadas primero con la Secretaría de Culto y luego con la titularidad de la embajada argentina ante el Vaticano, cargo mucho más redituable desde todo punto de vista, que ejerció entre 1997 y 1999 y que aprovechó para consolidar su amistad y su sociedad de negocios con quien era entonces el secretario de Estado y número dos del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano. Con Sodano y su familia el embajador Caselli hizo una verdadera sociedad político-comercial que se prolonga hasta la actualidad. Estando en Roma el embajador Caselli no se privó de nada. Actuaba con tal impunidad que un día llamó directamente por teléfono desde la embajada al obispo Rafael Rey, titular de Cáritas, para pedirle que moderara sus críticas hacia al gobierno de Carlos Menem. Poco antes el mismo obispo de Zárate-Campana había hecho público un ofrecimiento de dinero para Cáritas por parte de Carlos Corach con idéntico propósito: apaciguar las advertencias eclesiásticas por la situación social.

Desde otro lugar, el hoy candidato a ocupar una banca por Sudamérica por el Pueblo de la Libertad aparece en medio de la trama de las relaciones entre el empresario Alfredo Yabrán, el cardenal Primatesta y quien fuera su tesorero, el cura Marcelo Martorell, hoy obispo de Iguazú, lugar al que habría llegado a pesar de la oposición del cardenal Jorge Bergoglio, pero con la ayuda y la recomendación en Roma del mismo Esteban Caselli.

En 1999 el embajador Esteban Caselli se despidió de la embajada en el Vaticano con una pomposa recepción a la que asistió Menem y a la que fueron invitadas las más altas autoridades de la curia romana. Se vino de inmediato a la Argentina para participar de la campaña electoral respaldando al candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf. Agradecido el gobernador electo, lo designó en 1999 secretario general de la Gobernación.

Durante el gobierno de Fernando de la Rúa y el mandato de Néstor Kirchner, Caselli nunca dejó de lado sus asiduos contactos con los sectores más conservadores de la Iglesia. Entre los obispos hay quienes se ufanan de la amistad con él, como el mencionado Martorell, el actual obispo de Zárate-Campana, Oscar Sarlinga, o el arzobispo platense Héctor Aguer. Otros lo detestan, entre otros motivos a causa de la influencia que sigue teniendo en ciertos círculos vaticanos, aun después de la salida del cardenal Angelo Sodano de la Secretaría de Estado. Su principal contacto sigue siendo el cardenal argentino Leonardo Sandri, un vínculo importante a pesar de que hoy está relegado a un puesto no estratégico dentro de la estructura vaticana. Ese poder ha llevado a Caselli a operar en la designación de obispos, actuando en contra de lo que opinaba la propia Conferencia Episcopal. Está claro que Caselli sigue transitando con asiduidad los pasillos de la curia vaticana y desde el kirchnerismo se lo señala como alguien que trabaja para generar dificultades en la relación entre la Iglesia y el Gobierno. Caselli siempre desmiente cualquier intromisión en los asuntos internos de la Iglesia y se muestra sumamente alineado con la institucionalidad católica y muy especialmente con el poder vaticano.

Ahora, como candidato a una banca en el parlamento italiano representando a los sudamericanos, Caselli basa su propuesta electoral en “educación, beneficios para los ciudadanos italianos en el exterior, beneficios directos para las asociaciones italianas en Sudamérica, cooperación económica y desarrollo de la cultura”, prometiendo planes de inmediata implementación. Nada dice de sus contactos eclesiásticos, pero se asegura que el propio Berlusconi lo considera un vínculo eficaz con muchos de los despachos vaticanos.

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El encuentro del ex embajador de la Santa Sede con el papa Juan Pablo II, en 2003.
 
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