EL MUNDO › DIJO QUE IR A LA GUERRA CON IRAK FUE “UNA DECISIóN CORRECTA”

Brown defendió la invasión

El primer ministro explicó con aire de experto en derecho internacional que la guerra había sido inevitable, no por la amenaza de las armas de destrucción masiva, sino porque Irak no había cumplido con las resoluciones de la ONU.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

El primer ministro Gordon Brown defendió la guerra en Irak y señaló que las fuerzas armadas británicas habían recibido todo el financiamiento que necesitaban durante el conflicto, cuando él era ministro de Economía. A dos meses de las elecciones, el primer ministro hizo equilibrio y malabares frente a la comisión investigadora para distanciarse de su predecesor Tony Blair sin rechazar su decisión de ir a la guerra.

A diferencia de Tony Blair, que al final de su comparecencia, el mes pasado, había dicho que no lamentaba nada de lo sucedido, Brown comenzó su testimonio rindiendo tributo a los caídos y lamentando “las víctimas por la guerra”. Con un aire humilde que contrastaba con la desafiante arrogancia de su predecesor, Brown criticó a Estados Unidos –algo que Blair jamás haría– lamentando no haber presionado más para que el gobierno de George W. Bush se concentrara en la reconstrucción de Irak, “tan esencial” como la guerra. El primer ministro adoptó una línea sutilmente diferente de la de Blair al explicar con aire de experto en derecho internacional que la guerra había sido inevitable, no por la amenaza de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein o la presencia de un régimen diabólico (argumentos que en distintas fases del drama adelantaron Blair y Bush) sino porque Irak no había cumplido con las resoluciones de la ONU.

Este desmarque de la posición de su predecesor tenía un límite trazado de antemano. A pesar de la creciente impopularidad de un conflicto que nunca fue apoyado por más del 35 por ciento de la población, Brown no podía decir que no estaba de acuerdo con la guerra porque en el Reino Unido rige la doctrina de la “responsabilidad colectiva”: si un miembro del gabinete está en contra de una política gubernamental, renuncia. De hecho, días antes del conflicto, Robin Cook, jefe de la bancada parlamentaria laborista (cargo de rango ministerial en el Reino Unido), renunció por su desacuerdo con la decisión de Blair. De ahí que el primer ministro enfatizara ante la comisión investigadora que “nadie quiere ir a la guerra, nadie quiere que muera gente inocente, nadie quiere tomar esa decisión” y al mismo tiempo, señalara que “fue la decisión correcta, no había otra manera de sostener la vigencia del derecho internacional”.

Estas luces y sombras de la intervención de Brown ante la comisión convirtieron a su testimonio en una partida de ajedrez. Según el editor político de la BBC Nick Robinson, el primer ministro logró decir lo que quería sin contestar a lo que le preguntaban. “Era como ver a un talentoso jugador de ajedrez que tiene una movida defensiva lista para cada ataque”, señaló Robinson. En momentos en que el país ya vive en un estado de fiebre preelectoral y con el laborismo achicando a dos puntos las diferencias en las encuestas respecto de los conservadores, Brown salió bien parado de una de las pruebas más difíciles. No hay fecha definida para que se den a conocer los resultados de la investigación sobre la guerra, pero será mucho después de los comicios. Con su acto de equilibrista, Brown espera neutralizar el fantasma de la guerra de Irak en las urnas.

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Haciendo equilibrio, Brown criticó a EE.UU. y se despegó sutilmente de su antecesor.
Imagen: AFP
 
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