EL MUNDO › VICTORIA DE OBAMA EN UNA HISTóRICA VOTACIóN PARA EXTENDER BENEFICIOS MéDICOS A 32 MILLONES DE PERSONAS

Será ley la reforma de salud de Obama

En una maratónica sesión llena de suspenso e incertidumbre, la Cámara baja aprobó su versión de la reforma que, tras un trámite casi formal en el Senado, se convertirá en ley. Habrá controles estatales para bajar costos de cobertura.

Finalmente, Estados Unidos tendrá un sistema de salud para todos. En lo que fue un extenuante debate en la Cámara baja del Capitolio, la reforma del sistema sanitario impulsada por el presidente Barack Obama fue aprobada en la noche de ayer por 219 votos contra 212. Durante la histórica jornada, los legisladores de los partidos Republicano y Demócrata tramitaron la aprobación del ambicioso proyecto, el cual ahora aguarda su paso por el Senado, donde ya se aprobó una versión similar y se presume que la versión de Diputados será ratificada sin cambios para luego convertirse en ley, a más tardar esta semana. Tras casi 10 meses de fervientes negociaciones, la dirigencia de Obama consiguió el tan ansiado apoyo al lograr un acuerdo de último momento con los demócratas antiabortistas, cerrando así una colosal victoria para la Casa Blanca.

El emblemático proyecto de la gestión Obama expandirá la cobertura de salud a los más de 32 millones de norteamericanos que hoy carecen de seguro médico, al tiempo que impondrá controles a las prácticas discriminatorias de las aseguradoras, tales como rechazar la cobertura a quienes poseen condiciones médicas preexistentes. Según la dirigencia demócrata, la legislación hará que todos los norteamericanos posean seguro de salud, entregando subsidios para ayudar a trabajadores de bajos ingresos a que paguen el suyo y creando bolsas donde individuos y grupos puedan revisar y comparar planes médicos. La mayor reforma social de las últimas cuatro décadas tendrá un costo cercano a los 940 mil millones de dólares en los próximos 10 años, según indicó en días pasados la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Pasado el mediodía, demócratas y republicanos iniciaron el feroz debate en la Cámara baja, donde los líderes aún negociaban voto a voto el número necesario para asegurarse el pasaje de la legislación.

El resultado final de la votación se mostraba dudoso aun horas después, debido a la reticencia de una veintena de legisladores demócratas antiabortistas, quienes mostraban su preocupación ante una cláusula del texto que indicaba que fondos del Estado podrían utilizarse para pagar por procedimientos abortivos cubiertos en el sistema de seguros.

En un frenético intento por pasar a estos legisladores a la columna del “sí”, los principales representantes de la Casa Blanca trabajaron con ajustes de último momento. Al final forjaron un acuerdo por el cual Obama se comprometía a firmar una orden ejecutiva al momento de aprobarse la ley, por el cual la Casa Blanca explicitaba que la nueva ley no cambia de ninguna manera las políticas existentes con respecto al aborto. Con esto, la balanza terminó de inclinarse.

Las discusiones siguieron en el piso de la Cámara de los Representantes a lo largo de toda la tarde, mientras los republicanos denunciaban severamente las falencias en las legislación presentada, al tiempo que remarcaban el alto costo que la reforma sanitaria sumaría al ya abultado déficit fiscal norteamericano.

Desde el sábado, cientos de opositores a la reforma de salud se apostaron en las cercanías del Capitolio con pancartas y al grito “Abajo la Reforma”, mientras los dimes y diretes entre republicanos y demócratas se plasmaban en los medios de comunicación.

“Tenemos los votos”, aseguraba el representante demócrata John Larson horas antes de la medianoche del sábado al programa de la cadena ABC, This Week. Al mismo tiempo, y en la emisora ultraconservadora Fox, el líder de la minoría republicana en la Cámara baja, John Boehner, desmentía los dichos y aseguraba que los demócratas aún no contaban con los 216 votos necesarios.

Con el escenario de votación cambiando a cada hora, todo el fin de semana fue un rally de negociaciones para los principales asesores de la Casa Blanca e incluso para el presidente Obama. El mismísimo mandatario, en un último aliento para defender lo que fue uno de los pilares de su programa de gobierno, suspendió su viaje previsto a Indonesia, Australia y Guam para estar presente en la votación, y emitió en la tarde del sábado un apasionado discurso en el Capitolio en un intento por convencer a algunos de sus congresistas de las bondades del proyecto. También llamó a varios legisladores indecisos para pedirles el voto.

“Llega un momento en el que uno tiene la posibilidad de defender los deseos que se tiene para su país. Este es uno de esos momentos. No lo hagan por mí. No lo hagan por el Partido Demócrata, háganlo por el pueblo de los Estados Unidos”, dijo el jefe de gobierno en su discurso.

El presidente adelantó que el debate se dirimiría por votación directa, en vez de la llamada “norma de ejecución inmediata”, que implica la votación de sólo un paquete de modificaciones a la media sanción del Senado, una fórmula que había sido severamente criticada por las filas republicanas.

La larga carrera para la aprobación del proyecto de reforma de salud comenzó el 5 de marzo de 2009, cuando Obama, recién llegado a la presidencia, puso sobre la mesa la necesidad de un cambio en el sistema de asistencia médica, un ambicioso proyecto que mandatarios como Harry Truman y Bill Clinton habían intentado sin éxito.

Poco tiempo después, la crisis financiera mundial pondría un parate en los impulsos de la dirigencia demócrata, mientras que la popularidad de Obama caía junto con sus intentos de salvar el proyecto, ante los duros embates de la oposición. Los republicanos criticaban la iniciativa diciendo que atenta contra las leyes de libre mercado al quitarles a las compañías de seguro el manejo del negocio de la salud en Estados Unidos.

El 7 de noviembre llegaría la primera victoria para la dirigencia demócrata, cuando la Cámara baja aprobó el texto en una reñida votación de 220 votos a favor y 215 en contra. En vísperas de Navidad, el Senado aprobaría su propio texto, a partir de lo cual los dos textos salidos de ambas Cámaras tendrían que ser armonizados en un documento único para convertirse en ley.

Sin embargo, en enero de 2010 llegó un mazazo para la gestión Obama, cuando un ignoto republicano llamado Scott Brown consiguió el escaño vacante en el Senado, tras la muerte de Ted Kennedy, en las elecciones de Massachussetts. A partir de esto, la reforma del sistema de salud se paralizó en el Congreso debido a que los demócratas perdieron la supermayoría de 60 miembros en la Cámara alta.

En una fuerte apuesta por salvar el proyecto, Obama convocó para finales de febrero pasado a ambos partidos a participar en una audiencia pública con el propósito de cerrar brechas con la oposición y principalmente con los disidentes dentro de su propio partido.

Finalmente, el 22 de febrero de 2010, Obama dio a conocer una nueva propuesta fusionando el texto del Senado con el de la Cámara baja. Al hacerlo abandonó la llamada “opción pública”, es decir la creación de un sistema de prestación médica estatal destinado a competir con el privado. Esa sería la versión que finalmente ayer votó el Senado.

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Barack Obama logró su triunfo político más importante al lograr reformar el sistema de salud por primera vez en cuarenta años.
Imagen: AFP
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