Desde París

El presidente Nicolas Sarkozy se enfrentó ayer a un desafío perjudicial desde dentro de su propio partido, mientras su posición en las encuestas de opinión cae por debajo del 30 por ciento por primera vez. Trece parlamentarios del partido de centroderecha del presidente anunciaron una iniciativa legal para eliminar la primera y más orgullosa “reforma” de Sarkozy: una ley que garantiza que nadie en Francia debe pagar más del 50 por ciento en impuestos directos.

El Palacio del Elíseo insistió en que no había posibilidad de un cambio de 180 grados para una política que llegó a simbolizar su intento de retroceder el Estado. Pero el desafío dentro de su propio partido es también profundamente simbólico. El incuestionable dominio que aparentemente tenía el presidente sobre la centroderecha fue seriamente debilitado por una humillante derrota en las elecciones regionales del mes pasado.

El pueblo político de París está lleno de informes de que Sarkozy puede decidir no postularse para una segunda presidencia en 2012. De acuerdo con una fuente, sus asesores más cercanos están especulando con que la frustración, o la mala salud, o los repetidos deseos de su mujer, Carla Bruni Sarkozy, pueden convencerlo de que se retire dentro de dos años a la edad relativamente temprana de 57 (para la política francesa). Otras fuentes de la centroderecha –y el presidente mismo– insisten en que está determinado a seguir luchando. Espera reconstruir su posición interna a través de la hiperactividad en la escena internacional, comenzando con su visita a Washington esta semana y continuando con la presidencia de Francia en el G-8 y en el G-20 el año que viene.

Estará comenzando desde una base baja. Una encuesta que será publicada mañana en Le Figaro pone su nivel de aprobación en un 28 por ciento, el más bajo que ha tenido. “En verdad, Sarkozy nunca tuvo muchos verdaderos leales en el partido parlamentario Union pour un Mouvement Populaire (UMP), quizá 30 de 315”, dijo ayer una fuente. “Secuestró al partido persuadiendo a todos que él y sólo él podían llevarlos al éxito.”

Ahora que Francia está luchando con un déficit de casi 8 por ciento, muchos de los aliados de Sarkozy dicen que el escudo impositivo debe desaparecer. El simbolismo del escudo se ha convertido en desastroso. Cualquier aumento en los impuestos directos para reducir el déficit caería sobre los que tienen pocas ganancias. Los ricos no pagarían más.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyahmbéhère.