EL MUNDO › UN HOMBRE DE IZQUIERDA ACABA CON LA HEGEMONíA DE LA DERECHA EN MILáN

La sorpresa la dio Pisapia

Giuliano Pisapia se queda con la cuna del berlusconismo. Como abogado defendió al líder kurdo Abdulá Öcalan y a la familia de Carlo Giuliani, joven militante antiglobalización asesinado durante la cumbre del G-8 en Génova.

Serio, de pelo blanquecino y con fama de saber escuchar. Tales son las características que describen a Giuliano Pisapia, un abogado penalista, escritor y militante de izquierda de 62 años que derrotó a la derecha italiana y se convirtió en alcalde de Milán. El traspié sorpresivo en la capital económica de Italia y feudo de Silvio Berlusconi representa un duro golpe para el oficialismo.

Pisapia ya fue la sorpresa al imponerse en las primarias del Partido Democrático (PD) a Stefano Boeri, por 45 por ciento de los votos contra el 40 por ciento, respectivamente. Su victoria de ayer, que llega tras sacar una ventaja en primera vuelta de siete puntos a la candidata berlusconista de derecha, la actual alcaldeza Letizia Moratti, es la primera del centroizquierda desde hace 18 años.

La campaña electoral principal fue difícil para Pisapia, ya que debió enfrentar una catarata de ofensas de parte de Moratti, la aspirante del Popolo Della Liberta (PDL), quien lo acusó de querer convertir la ciudad en una “gitanópolis”, en “La Meca de los homosexuales” y en el “Stalingrado de Italia”.

No obstante, el candidato izquierdista se impuso en los comicios, a fuerza de una campaña cuyos ejes fueron el diálogo, la concreción y la tolerancia (hacia los musulmanes, gitanos, extranjeros). “La fuerza de la gentileza para cambiar Milán”, fue el lema con el que el candidato ganador logró revertir la orientación política de una de las ciudades más importantes del país y ponerla en contra del esquema político de Berlusconi, su agresividad y desprecio por los rivales.

Nacido el 20 de mayo de 1949, milanés, Pisapia es hijo de Gian Domenico Pisapia, influyente abogado que participó en la redacción del Código Penal Italiano. Tras haber recibido una educación católica, militó desde muy joven en los movimientos estudiantiles de extrema izquierda. Fue profesor en una cárcel para menores y obrero de una fábrica química durante sus años de estudiante.

Obtuvo el título de abogado penalista a los 30 años, se casó con una periodista de La Repubblica, Cinzia Sasso, y comenzó a ejercer la profesión que, según escribió en su página web, le permitió “entrar en contacto con las injusticias, las desigualdades, la falta de derechos”. Durante su carrera, defendió al líder kurdo Abdulá Öcalan y a la familia de Carlo Giuliani, joven militante antiglobalización asesinado en el 2001 durante la cumbre del G-8 en Génova. También fue el defensor del operador de Internet Google.

La alcaldía recientemente obtenida no es su primera experiencia en la política. En 1996 fue elegido diputado desde las listas de Refundación Comunista. Renovó el mandato en 1998, bajo el paraguas del espacio político grupo Mixto, también de ideología centroizquierdista, y fue reelecto una vez más en 2001. En funciones legislativas, presidió la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados. En 2006 abandonó la Legislatura, pero no la actividad política. Ese mismo año ocupó la presidencia de la Comisión de Estudios conformada por el ministro de Justicia para analizar el Código Penal y aplicarle cambios.

En la actualidad reparte su carrera política con trabajo social. Integra el directorio de la Fundación Vidas, una organización internacional que milita contra el aborto, y es miembro de la mesa directiva de las revistas Crítica de la Ley, Europa Alternativa y Derechos Humanos. Sin dedicarse plenamente al periodismo, Pisapia escribió algunos artículos que fueron publicados en diferentes medios de Italia y el mundo.

Durante la década del ’80, Pisapia fue acusado de pertenecer al grupo extremista Prima Linea, y de haber participado, en el marco de ese colectivo, en un intento de secuestro. Los investigadores lo señalaron como el dueño del vehículo usado para el rapto. La policía lo detuvo junto a otras diez personas. Pasó cuatro meses en la cárcel. Pisapia rechazó que le concedieran el indulto y prefirió defenderse hasta probar su inocencia, decretada por los jueces. El caso fue utilizado por Moratti durante la campaña, lo que según algunos expertos fue uno de los graves errores estratégicos de la derecha.

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El candidato se impuso en Milán con una campaña que hizo eje en el diálogo y la tolerancia.
Imagen: EFE
 
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