En paralelo a las fiestas patrias por el Día de la Independencia, unas 25 mil personas marcharon por las calles en contra de la corrupción. Los manifestantes se reunieron en Brasilia, a 300 metros del desfile nacional, encabezado por la presidenta, Dilma Rousseff.

Los organizadores de la marcha dijeron que la protesta no estaba destinada a ningún partido específico, ni tampoco representaban un rechazo contra la presidenta. “Defendemos la iniciativa de Dilma Rousseff de endurecer sus acciones contra la ilegalidad”, aseguraban.

La policía impidió a los manifestantes acercarse a la ceremonia oficial y todo transcurrió de modo pacífico. Entre las reivindicaciones de los indignados de Brasilia estaba que la Corte Suprema juzgue y condene a los 37 sospechosos del escándalo de 2005, con el soborno a los diputados por parte del gobierno del entonces Presidente Lula.

A través de las redes sociales se incitó a los manifestantes a salir con las caras pintadas de negro en señal de luto por la corrupción. Walter Magalhaes, de 28 años, organizador de la marcha de Brasilia, dijo que no bastaba con quedarse cómodos en el sofá. “Necesitamos hacer algo para demostrar que estamos vivos y en contra de toda esa corrupción”, dijo el ciberactivista.

Aunque el grueso de los manifestantes lo componían los jóvenes, las columnas también estaban compuestas por menores y adultos. La gente salió a la calle con pancartas contra la corrupción política y la impunidad. Los carteles tenían frases como “No, vosotros no podéis” o “El lugar de los políticos corruptos es la cárcel”.

El procurador general de la República, Roberto Gurgel, apoyó las protestas. También el Colegio de Abogados de Brasil (OAB), la Asociación Brasileña de Prensa (ABI), la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB) y la Federación de Industria de Río (Firjan), que además lanzó el Manifiesto de empresarios brasileños a favor de la ética en la política.