EL MUNDO › DURA COMPETENCIA EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE BRASIL

Segunda vuelta en San Pablo

José Serra, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y Fernando Haddad, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), disputarán en segunda vuelta la alcaldía de San Pablo, un bastión histórico opositor.

Cerca de 140 millones de brasileños participaron ayer de los comicios en los que se eligieron 5564 alcaldes y 57.434 concejales, elecciones ponderadas como el anticipo de los comicios presidenciales de 2014. José Serra, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y Fernando Haddad, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), disputarán en segunda vuelta la alcaldía de San Pablo, al ser los más votados en las elecciones municipales de ayer, según datos oficiales. Con el 65,28 por ciento del escrutinio finalizado, Serra se perfilaba, al cierre de esta edición, como el candidato más votado, al obtener el 31,52 por ciento de los sufragios, mientras Haddad conquistaba un 28,37 por ciento de los votos, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE). El conservador Celso Russomanno, del Partido Republicano Brasileño (PRB), que hasta el viernes lideraba con holgura las encuestas, recibió apenas un 21,38 por ciento de los votos.

Los porcentajes se mantuvieron estables, desde el cierre de los colegios electorales, en la mayor ciudad de Brasil, que conocerá a su nuevo alcalde en la segunda vuelta de las elecciones que se llevará a cabo el 28 de este mes. Serra ganó la alcaldía de San Pablo en las elecciones de 2004 y es el más porfiado rival del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y de su sucesora, Dilma Rousseff, quienes lo derrotaron en las presidenciales de 2002 y 2010, respectivamente. El paso de Haddad a la segunda vuelta, de mantenerse la tendencia del escrutinio, constituye una sorpresa, puesto que el candidato nunca superó el tercer lugar en los sondeos. Haddad, ex ministro de Educación de Lula y de Rousseff, fue elegido a dedo por el ex presidente para ser candidato del PT pese a su falta de experiencia política.

En tanto, en Río de Janeiro, el centrista Eduardo Paes, su alcalde, fue reelegido para dirigir la ciudad hasta el 1º de enero de 2017 y llevar a cabo los preparativos de los Juegos Olímpicos, que ya delinearon algunas de sus políticas en la primera gestión. Paes, que tiene además nacionalidad española por ser nieto de una catalana, obtuvo el 64,12 por ciento de los votos y fue uno de los pocos candidatos de grandes ciudades en ganar sin necesidad de una segunda vuelta. En su segundo mandato como alcalde, será anfitrión, además de los Juegos Olímpicos, de otros eventos internacionales que albergará la ciudad en los próximos años, como la Copa Confederaciones, la Jornada Mundial de la Juventud –ambos a realizarse el año próximo– y el Mundial de Fútbol de 2014.

En octubre de 2009, la designación de Río como sede olímpica supuso un antes y un después en el mandato de Paes (42 años), del oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Aunque el proyecto olímpico fue elaborado antes de que asumiera como alcalde, Paes lo convirtió en el eje de su plan de mejoría de la red de transportes y en un importante catalizador de inversiones y de apoyo político, que le granjeó el apoyo de 20 partidos a su candidatura. No en vano el plan urbanístico y deportivo de Río 2016 se basa en el de los Juegos Panamericanos de 2007, en cuya organización contribuyó siendo secretario regional de Deportes y Turismo.

El alcalde aprovechó el paraguas olímpico para lanzar una ambiciosa reforma de la degradada zona portuaria de Río, que quiere convertir en área de ocio que siga el ejemplo de Barcelona 1992, la ciudad de su abuela, que emigró rumbo a Argentina pero, al hacer escala en Río, se enamoró de un médico carioca con el que luego se casó, según contó el propio Paes en numerosas ocasiones.

En Porto Alegre, capital de Río Grande do Sul, su alcalde, José Fortunati, fue reelegido en las elecciones municipales en las que el PT obtuvo el peor resultado en esa ciudad, un antiguo feudo. Fortunati, del oficialista Partido Democrático Laborista (PDT), obtuvo un 65,40 por ciento de los votos, lo que le garantizaba la victoria en la primera vuelta, con el 70,04 por ciento de las urnas escrutadas. Manuela D’Avila, del oficialista Partido Comunista de Brasil (PCdoB), quedó segunda, con un 17,63 por ciento de los votos, y reconoció su derrota, felicitó a Fortunati y se ofreció a ayudar al alcalde, a quien le deseó que tenga mucho éxito en los próximos cuatro años de gestión.

El candidato del PT, Adao Villaverde, obtuvo un 9,61 por ciento de los votos, en el peor resultado del partido gobernante en esta ciudad del sur de Brasil, desde su fundación en los ’80. El PT gobernó Porto Alegre dieciséis años consecutivos, desde 1989 a 2004, y después perdió dos elecciones consecutivas, aunque en ambos casos disputó la segunda vuelta. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que ayer votó en Porto Alegre, donde tiene su domicilio electoral, no participó en mitines en esa ciudad, ya que los tres principales candidatos forman parte de la coalición que apoya su gobierno.

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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, saluda tras votar en Porto Alegre.
Imagen: AFP
 
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