EL MUNDO › CONTRAOFENSIVA DEL GOBIERNO DE BRASIL TRAS EL INICIO DEL TRAMITE PARA EL JUICIO POLITICO CONTRA ROUSSEFF

Dilma y sus espadas dan pelea a los golpistas

Harta de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo Cunha, promotor del golpe “a la paraguaya”.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

El jefe de Gabinete Jaques Wagner anunció que de ahora en más la estrategia es hablar sin rodeos.
Imagen: EFE.

“Se acabó la guerra fría.” La frase, perteneciente a un ministro, describe mejor que muchos análisis la contienda abierta que se libra desde el miércoles, y ayer tuvo picos intensos, entre defensores y enemigos de la democracia brasileña tras el inicio de los trámites para el juicio político contra Dilma Rousseff.

Harta de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo Cunha, jefe de la Cámara de Diputados y promotor del golpe a “la paraguaya”, como el que derrocó a Fernando Lugo en 2012 con una apariencia institucional que nadie creyó en el Mercosur, que resolvió suspender a Asunción invocando la cláusula democrática.

El miércoles por la noche en discurso televisado la presidenta acusó implícitamente a Eduardo Cunha de esconder dinero en Suiza (denuncia probada por la Justicia) y ayer, a través de sus colaboradores, lo llamó “chantajista” y “mentiroso”.

Durante meses Brasilia fue una ciudad sitiada en la que Dilma retrocedía cada día ante la intimidación de bandoleros con inmunidad parlamentaria dirigidos por un Eduardo Cunha incontenible y explícito. Mientras el vicepresidente Michel Temer (un remedo del paraguayo Federico Franco), con declaraciones ambiguas y siempre vistiendo trajes caros, conquistaba apoyos para encabezar un gobierno de “unidad nacional” surgido tras la eventual destitución de la mandataria electa.

Ayer Brasilia era otra. Las principales espadas de Dilma, los ministros Jaques Wagner y José Eduardo Cardoso, salieron a dar combate sin guardarse balas. El jefe de Gabinete Jaques Wagner es la calma en persona, ex sindicalista y luego gobernador durante dos mandatos del estado nordestino de Bahía. Lula siempre elogia su bien ganada fama de negociador. Pero era evidente que ayer había perdido la paciencia con Cunha.

“El presidente de la Cámara baja (Cunha) mintió” al acusar a Dilma de hacer acuerdos a escondidas “yo defiendo la tesis de que debemos sustentar al gobierno bajo la amenaza y el chantaje”.

El ministro anunció que de ahora en más la “estrategia del gobierno” es hablar sin rodeos porque la presidenta no tiene nada que esconder y Cunha sí. “Aquí el gran derrotado es el presidente que deberá enfrentar un proceso en la Comisión de Etica” por haber mentido que no tenía cuentas en Suiza, siguió Wagner en rueda de prensa ofrecida en el Palacio del Planalto.

El ministro de Justicia Cardoso, quien fuera coordinador de la campaña electoral de Dilma, cargó contra los “obsesivos” del impeachment.

“La oposición quería un impeachment de cualquier forma... no acepta perder en elecciones democráticas... estuvo casi un año buscando un motivo, no lo encontraron, entonces forzaron cualquier cosa para tener una excusa. El origen de todo esto es la venganza”.

Cardoso acusó directamente al jefe de Diputados Cunha de promover el juicio contra Dilma para salvar su pellejo cuando se vio cercado por las acusaciones de corrupción y el inminente proceso por violación de la ética parlamentaria.

Lo dijo durante una entrevista radial poco después del mediodía cuando la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) subía casi 4 puntos siguiendo el impulso de las acciones de Petrobras, las mismas que el miércoles se habían valorizado en Wall Street. Ese movimiento bursátil muestra a los banqueros en la misma trinchera ocupada por los defensores del impeachment, aunque la figura de Eduardo Cunha les cause cierto escozor estético.

A decir verdad el poder financiero siempre apostó contra Dilma: el 27 de octubre del año pasado, un día después de su reelección al derrotar al socialdemócrata Aécio Neves, la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) y las acciones de Petrobras cayeron en picada, al tiempo que la prensa iniciaba la presión para que un economista “confiable” asumiera el Ministerio de Hacienda. Objetivo alcanzado con la designación del neoliberal Joaquim Levy.

Uno de los columnistas económicos del Grupo Globo tradujo ayer para el gran público la desconfianza que despierta Dilma entre los especuladores que operan en San Pablo para quienes ya es hora de cambiar de gobierno.

“Esa euforia que se ve en el comportamiento de Bovespa es porque se considera que la salida de la presidenta sería una opción positiva para el ambiente económico en general, traerá estabilidad y confianza. Sería buena señal de que habrá cambios en el gobierno de Petrobras para que vuelva a ser lo que fue antes de este gobierno intervencionista”, opinó el analista de radio CBN, del mayor grupo periodístico brasileño.

Todo indica que Cunha, un número importante de banqueros, sectores del empresariado, el vicepresidente Michel Temer y el ex candidato Aécio Neves se aprestan a este combate (¿final?) por el Palacio del Planalto.

Posiblemente para muchos de ellos los tiempos se precipitaron esta semana, pues al parecer apostaban a que la contienda sea retomada después del carnaval.

Sabiendo que perder tiempo es dejarle terreno al enemigo Cunha encabezó ayer una reunión con los líderes de los bloques parlamentarios con quienes se definió la formación de una Comisión Especial, de 65 miembros, que deberá determinar si la denuncia presentada contra Dilma amerita la apertura de un proceso.

Ese organismo cuenta con 5 sesiones de plazo para pronunciarse, y si su voto fuera por el impeachment, el caso pasará al plenario de la Cámara baja. Al cierre de esta crónica continuaban las reuniones entre los grupos opositores para definir si el Congreso sesionará en enero, para lo cual habrá que convocar a extraordinarias, o se suspenderán las actividades hasta febrero.

Es una decisión delicada por su importancia en la estrategia de la guerra política que está en curso.

Para un sector de la oposición es mejor seguir sesionando a fin de mantener vivo el estrés del posible impeachment, lo cual podrá ayudar en el proselitismo hacia una clase media que en los últimos meses perdió parte de su fervor antidilmista. Luego de las multitudinarias marchas golpistas del primer semestre del año.

Defensores de la democracia y partidarios del plan destituyente saben que el impeachment no se gana solamente en el recinto del Congreso: hay que vencer la disputa por la opinión pública y la ocupación de la calle. Un combate para el que ya están preparándose el Partido de los Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y la Central Unica de los Trabajadores (CUT).

Ayer Vagner Freitas, presidente de la CUT, declaró que “no hay ningún motivo para el impeachment salvo la desesperación de Cunha que ya tendría que estar preso. Nosotros vamos a salir a las calles para impedir el impeachment”.

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