EL MUNDO › A CINCO AÑOS DEL FIN DE LA DICTADURA EN TUNEZ

Banderazo por la caída de Ben Alí

Miles de personas marcharon ayer en un ambiente festivo por el centro de la ciudad de Túnez para celebrar el quinto aniversario del fin de la dictadura de Zine el Abedin Ben Ali. Con banderas con la enseña nacional como clara protagonista, los tunecinos recordaron la primera de una ola de revueltas populares que se conocieron como la Primavera Arabe.

Los manifestantes desfilaron por la avenida Habib Bourguiba, en honor al ex presidente que llevó a Túnez a la independencia, y también se instalaron en las calles aledañas con decenas de pequeñas concentraciones de diferentes partidos, asociaciones y colectivos que mostraron el nuevo país que emergió en 2011.

El líder estudiantil y miembro del partido socialista tunecino, Nidal Eluch, afirmó que todavía no fueron alcanzados los objetivos planteados en la revolución. “Soy optimista, creo que vamos a llegar”, dijo el joven, que participó de la marcha de ayer. Su compañero de lucha, Rami Egsaid, se mostró más pesimista. “Creo que la revolución fue traicionada por los partidos políticos. Todos los políticos están concentrados únicamente en sus cálculos políticos, en lo que ellos llaman consenso, pero todos olvidaron los objetivos de la lucha”, dijo el muchacho, quien coordinó la sentada en la Kasbah (fortaleza), una zona del Túnez histórico.

La Primavera Arabe tunecina comenzó el 17 de diciembre de 2010, cuando Mohamed Buazizi, de 26 años y vendedor ambulante de frutas de Sidi Bouzid, una pequeña ciudad costera del norte del país, se inmoló en señal de protesta luego de que la policía confiscara su mercadería. El joven estuvo agonizando más de dos semanas en un hospital –donde fue incluso visitado por el presidente Ben Ali– hasta que murió el 4 de enero de 2011. En un contesto de desempleo, pobreza y corrupción generalizada, el suicidio de Buazizi cristalizó la desesperación y las ansias de cambio de gran parte de la sociedad tunecina.

Una ola de manifestaciones se apoderaron en la capital y varias ciudades del país norafricano hasta que el 14 de enero de 2011, Ben Ali abandonó Túnez rumbo al exilio, en Arabia Saudita. Actualmente vive en Jeddah, una ciudad ubicada al oeste de La Meca, pese a haber sido condenado en ausencia por un tribunal tunecino por robo y posesión ilegal de grandes sumas de dinero y joyas.

Como una ola gigante, la revuelta popular tunecina se extendió a otros países y en algunos casos derrocó a sus gobiernos autocráticos, como es el caso de Egipto, donde Hosni Mubarak gobernó el país por más de 30 años con un puño de hierro. Mubarak terminó dejando el poder el 11 de febrero de 2011.

Túnez es el único país de las revoluciones árabes que logró una transición política relativamente exitosa. Fue el primero en celebrar elecciones democráticas en octubre de 2011 y, tras un Diálogo Nacional, impulsado principalmente por la sociedad civil, aprobó en 2014 una Constitución que se considera hoy la más avanzada de la región. A fines de ese año, celebró unas elecciones parlamentarias y presidenciales que fueron todo un ejemplo de transparencia y democracia.

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Zine el Abedin Ben Ali.
 
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