EL MUNDO › AL MENOS 69 MUERTOS POR UN ATAQUE CONTRA FAMILIAS CRISTIANAS QUE CELEBRABAN EN UN PARQUE INFANTIL

Horror en un festejo de Pascua en Pakistán

El atentado suicida en Lahore fue reivindicado por un grupo vinculado a los talibanes de Pakistán, que afirmó que la acción había tenido como objetivo a cristianos. La condena mundial se hizo eco en el Vaticano y la Casa Blanca.

Un atacante que se inmoló mientras familias cristianas celebraban Pascua en la zona infantil de un parque de la ciudad de Lahore, en el este de Pakistán, mató al menos a 69 personas y dejó a 290 heridas. El atentado, el peor desde el asalto talibán a la escuela de Peshawar, en el que murieron 125 alumnos en 2014, fue reivindicado por un grupo vinculado a los talibanes de Pakistán, que afirmó que la acción había tenido como objetivo a cristianos. El jefe del Estado Mayor del ejército paquistaní, general Raheel Sharif, presidió una reunión de alto nivel para coordinar la respuesta contra el “atentado suicida” y para llevar ante la Justicia “a los asesinos de nuestros hermanos, hermanas y niños”. El gobierno de Barack Obama condenó el hecho, al que calificó de cobarde y espantoso, al tiempo que el Vaticano indicó que el ataque había golpeado con “violencia fanática” a “miembros de las minorías cristianas” en la República Islámica.

El vocero de la Policía local, Mohamed Salim, informó que un suicida había hecho explotar las bombas que llevaba encima en el parque Gulshan Iqbal, cerca de una zona infantil, en torno a las 19 horas. Jam Sajjad, vocero de los rescatistas de la ciudad, explicó que el parque Gulshan Iqbal es uno de los más grandes de Lahore y que tiene una zona especial destinada al esparcimiento de los niños. Y aseguró que en el momento de la explosión estaba lleno de familias que celebraban las últimas horas del fin de semana de Pascua. Según el diario local The Express Tribune, muchas de las víctimas eran cristianos.

El jefe policial Haider Ashraf precisó que la explosión fue muy fuerte y confirmó que el parque estaba lleno. “Para auxiliar a los heridos hemos necesitado la ayuda del ejército. Los militares llegaron al lugar y ayudan en las tareas de rescate y seguridad”, explicó Muhamad Usman. Según el oficial de Coordinación de Lahore, mujeres y niños figuraban entre las víctimas y el balance podía subir, puesto que “hay varios heridos en estado crítico”. La deflagración se produjo en un estacionamiento cercano al parque Gulshan-e-Iqbal, próximo al centro de la ciudad, donde la comunidad cristiana celebraba el domingo de Pascua. El doctor Ashraf describió escenas de horror vividas en el hospital Jinnah, donde atendía a los heridos del atentado. “Hasta ahora hemos recibido más de 40 cuerpos y más de 200 heridos. La mayoría se encuentra en estado crítico. Temo que el balance se agravará”, aseguró. “Los atendemos en el suelo y en los corredores, y siguen llegando”, agregó.

Tras el atentado, el grupo armado Jamatul Ahrar, una milicia que rompió con el movimiento talibán paquistaní en 2014 y un año después anunció su reconciliación, se adjudicó la autoría del ataque e informó que era una represalia por la operación que el Ejército mantiene contra insurgentes en Waziristán del Norte, una zona del noroeste del país, lindante con Afganistán. La confirmación estuvo a cargo del vocero de la milicia, Ihsanullah Ihsan, en un comunicado difundido por las redes sociales y citado por el canal de televisión local Dawn.

“Reclamamos la responsabilidad por el ataque contra los cristianos que celebraban la Pascua”, dijo el islamista Ihsanullah Ihsan al diario paquistaní The Express Tribune, e indicó que este atentado forma parte de la cadena de ataques bautizada como “Saut-ul-Raad” (la voz del trueno), que continuará, aseguró, a lo largo de 2016. “Hemos estado esperando esta ocasión. Queremos decirle al gobernante PML-N (la Liga Musulmana) y al primer ministro que hemos aterrizado en Punjab y que lo alcanzaremos”, aclaró Ihsan en una conversación telefónica con el diario. Desde su cuenta de Twitter, el jefe de la oposición, Imran Khan, señaló: “Condeno con firmeza el atentado de Lahore en el que nuestros ciudadanos inocentes, entre ellos mujeres y niños, perdieron la vida”.

Lahore es la capital de la provincia de Punjab y es considerada capital cultural de Pakistán. Se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con India, en la región de Punjab, que comparten ambos países, y siempre fue considerada zona de relativa tranquilidad en el convulsionado país de mayoría musulmana. Tras el atentado, el gobierno provincial del Punjab paquistaní declaró el estado de emergencia en los hospitales de la ciudad y anunció tres días de luto oficial. El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, condenó el ataque y expresó su dolor por estos hechos.

Uno de los primeros países en reaccionar al sangriento atentado fue el socio estratégico de Pakistán, Estados Unidos. “Este acto cobarde en el que ha sido durante mucho tiempo un parque pintoresco y apacible mató a decenas de civiles inocentes y dejó a muchos heridos”, sentenció en un comunicado el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price. “Enviamos nuestras más profundas condolencias a los seres queridos de las víctimas mortales, al igual que nuestros pensamientos y oraciones están con los muchos heridos en la explosión”, agregó Price. En tanto, en el país vecino, el primer ministro indio, Narendra Modi, condenó la masacre de cristianos en Lahore y ofreció condolencias a las familias de las víctimas. “Supe de la explosión en Lahore –escribió Modi en su cuenta de Twitter– y tengo intención de expresar mi total condena a esta acción”.

En declaraciones a la prensa, el vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, afirmó que el papa Francisco fue informado de esta “horrible masacre de decenas de inocentes, que proyecta una sombra de tristeza y angustia sobre la fiesta de Pascua”. La violencia en Pakistán no es un fenómeno nuevo y hace tiempo que grupos armados la dirigen contra la población civil. Hace unos días 15 personas murieron y 30 resultaron heridas en un atentado con bomba contra un colectivo en el que viajaban empleados gubernamentales en la ciudad de Peshawar, al noroeste del país. El ataque fue en respuesta a la ofensiva militar que el Ejército –con apoyo aéreo de Estados Unidos– mantiene contra varias facciones islamistas en la zona de Waziristán del Norte, desde junio de 2014. El Ejército desplegó 30.000 soldados para esa ofensiva terrestre, y aunque nadie conoce con certeza cuáles fueron las consecuencias de la operación, organizaciones humanitarias denunciaron el desplazamiento forzado de miles de civiles que vivían en la zona. En Pakistán, además, algunos grupos islamistas tienen como objetivo a la minoría cristiana, que representa cerca del 2 por ciento de la población del país, mayoritariamente musulmán sunita, de 200 millones de habitantes.

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Una mujer rodeada de cadáveres cubiertos con plásticos parece suplicar en el parque público de Lahore después del atentado.
Imagen: EFE
 
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