EL MUNDO › UN KAMIKAZE PALESTINO DEJA A ARAFAT MAS FUERA DE LA LEY

Cómo hacer estallar un alto el fuego

La presión norteamericana por un cese del fuego entre israelíes y palestinos fue socavada ayer por un nuevo atentado suicida en Jerusalén Occidental. Murieron dos israelíes y docenas fueron heridos.

Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

Un atacante suicida aliado a Yasser Arafat desafió letalmente ayer a la estrategia diplomática de Estados Unidos para Medio Oriente, al matar a dos israelíes y herir a docenas más en el centro de Jerusalén Occidental judía. Fue el tercer ataque suicida dentro del Estado judío en cinco días y será considerado especialmente serio por Washington y por el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, porque el atacante –miembro de las brigadas de los mártires de Al-Aqsa, una rama militar del movimiento Fatah de Arafat– está directamente ligado al líder palestino. Aunque Arafat convocó a una rara conferencia de prensa en Ramalá para condenar el ataque, Sharon canceló las conversaciones preparadas entre los funcionarios de seguridad israelíes, palestinos y norteamericanos para el cese de fuego y convocó a su gabinete de seguridad anoche. Tales sesiones son generalmente el preludio a una represalia militar israelí, pero Sharon también tenía agendado reunirse con el enviado especial de Estados Unidos, el general Anthony Zinni, que podría influenciar la respuesta de Israel.
La bomba estalló afuera de una tienda de juguetes en la calle King George, un área de Jerusalén que ya ha sido blanco de atentados suicidas tantas veces que varios testigos vieron con sospecha a un hombre joven de rostro sombrío con un pesado saco de invierno, que tenía un bulto alrededor de la cintura, donde había atado el mortal artefacto lleno de clavos. “Vi a un árabe mirando alrededor, y supe que algo iba a suceder”, dijo Yisrael Apter, un judío ultraortodoxo que estaba en el área. “Vi cómo el tipo explotaba. Era increíble. Vi manos y pies volando por el aire, y la sangre corría como agua.” La explosión destruyó una franja de frentes de negocios y dejó rastros de sangre sobre la ventana del primer piso. Por lo menos 60 personas resultaron heridas, tres de ellas de gravedad. Mientras la gente corría de la escena, las turbas y, en por lo menos dos instancias, la policía golpeaban a los palestinos que pasaban por ahí.
El atentado de ayer fue seriamente cronometrado, y ataca un elemento clave de la posición de la administración Bush para Medio Oriente: la busca de un cese de fuego entre Israel y los palestinos. El suicida atacó horas antes de una reunión conjunta de seguridad que se esperaba que le diera los toques finales al cese de fuego buscado por el general Zinni y justo dos días después de que la administración ofreciera a Arafat un poderoso incentivo para llegar a una tregua. Durante su visita a Israel, el vicepresidente Dick Cheney había ofrecido poner fin al boicot de la administración sobre el líder palestino, siempre que acepte la tregua, y se esperaba que los dos hombres se reunieran la semana próxima.
Cheney dio a Arafat otra importante razón para apoyar el cese del fuego, al persuadir a Israel de que le permitiera asistir a la cumbre de la Liga Arabe en Beirut, la semana que viene. Washington había querido que Arafat asistiera a la cumbre para adelantar la propuesta de paz saudita, que el presidente Bush apoyó. Los sauditas dijeron que no pondrán su plan sobre la mesa si Israel impide a Arafat abandonar Ramalá. Sin embargo, ambas iniciativas están condicionadas al logro de un cese de fuego, y con la continuación de los ataques por los hombres de la milicia de Arafat, las sospechas de Estados Unidos que Arafat no está seriamente comprometido a una tregua parecen destinadas a aumentar. “Esperamos que le ponga un freno a la gente sobre la que tiene influencia –dijo Bush ayer–. Claramente, no tendrá influencia sobre cada atacante suicida individual. Comprendo esto.”
Sin embargo, Bush seguramente se enojará cuando se entere que el atacante suicida, identificado como Mohammed Hashaika, de 22 años, del pueblo de Talloza, en Cisjordania, fue liberado de una cárcel palestina en Ramalá este mes. Los funcionarios palestinos dijeron que Hashaika, que fue arrestado mientras trataba de explotar otra bomba hace un tiempo, fue liberado junto a otros reclusos durante la ofensiva militar de Israel en Ramalá por temor a que los prisioneros murieran. Oficialmente, el grupo Al-Aqsa está bajo el control de Arafat según una declaración del consejo asesor de Fatah el mes pasado. En el terreno, la situación era menos clara. Los hombres armados de las brigadas de Al-Aqsa dijeron que no se desbandarán ni detendrán sus ataques por órdenes de Arafat. También profesan ser leales al líder palestino.
El Departamento de Estado reveló ayer que el movimiento Al-Aqsa será añadido a la lista de los 20 grupos designados como “organización terrorista extranjera”. La decisión fue tomada el martes, dijo un vocero.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère

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La policía israelí cierra el área de Jerusalén occidental en que ocurrió el atentado.
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