EL MUNDO › LOS PERIODISTAS FRANCESES SIGUEN CAUTIVOS EN IRAK

Negociación a fuego lento

 Por Eduardo Febbro

La liberación de los periodistas franceses secuestrados en Irak desde hace 17 días choca cada vez más con una serie de dificultades que torna la situación de Georges Malbrunot y Christian Chesnot extremadamente delicada. Luego del optimismo colectivo manifestado a finales de la semana pasada por el gobierno francés, las autoridades se han vuelto prudentes y ya no hablan de una “próxima liberación” sino que se refieren a “la esperanza de una liberación posible”. El cambio de discurso traduce los trastornos que se produjeron en el terreno. Tres elementos nuevos intervinieron en las últimas horas y complicaron la liberación de los dos reporteros.
El último de ellos es un comunicado no autentificado del Ejército Islámico de Irak difundido a través de un portal islamista. El texto alega que “luego de muchas consultas, formulamos las siguientes demandas a cambio de que los rehenes sean liberados: que se acepte la tregua propuesta por Suma bin Laden, que se pague un rescate de 5 millones de dólares y que Francia se comprometa a no mantener lazos militares y comerciales con Irak”. Aclara que esas “demandas” tienen que ser aceptadas “en un plazo de 48 horas”. El comunicado del grupo hace hincapié en el otro elemento que complicó la puesta en libertad de los dos periodistas. El premier iraquí Iyad Allawi ordenó este fin de semana una operación militar masiva contra la ciudad de Latifiya, el bastión de la rebelión sunnita situado a 35 kilómetros de Bagdad donde fueron secuestrados los dos periodistas franceses y asesinados muchos otros militares. Según fuentes autorizadas, ese ataque de gran envergadura, lanzado juntamente con las tropas norteamericanas, atrasó la liberación de ambos. Durante casi 24 horas seguidas, las fuerzas norteamericanas e iraquíes procedieron a un vasto control –casa por casa– de la zona de Latifiya-Mahmoudiya y arrestaron a más de 500 personas.
Medios ligados a las tratativas en curso señalaron que “esa ofensiva bloqueó las negociaciones que estaban en buen camino”. Por esta razón, en el comunicado de ayer el grupo salafista –la rama más extrema del Islam waabhista– advirtió que era preciso no volver a “atacar Latifiya como lo han hecho el día en que íbamos a entregar a los rehenes. Dios los denunció a último momento”. Diversos canales franceses reconocieron que, al haber desencadenado una ofensiva militar en el curso de la noche del 4 al 5 de septiembre, el gobierno iraquí y los Estados Unidos pusieron en peligro la vida de los secuestrados.
El clima entre París, Washington y Bagdad se degradó considerablemente en las últimas semanas. Al parecer, las fuerzas ocupantes no colaboraron de manera activa con París al tiempo que el primer ministro iraquí asumió una posición claramente hostil frente a Francia. El congelamiento de las relaciones entre los dos países es tal que la visita a Francia del presidente iraquí, programada para el domingo pasado, fue anulada a último momento. Más aún: en un editorial aparecido el jueves en la prensa iraquí y firmado por Allawi, éste escribió que el presidente francés debía “asumir su parte de responsabilidad en el secuestro de sus dos ciudadanos” porque “se opuso a todas las resoluciones internacionales cuyo objetivo consistía en aportar la seguridad a los iraquíes”. La vida de los dos rehenes franceses parece depender de un complicado juego de ajedrez geopolítico y de una mezquina negociación, en la que ambos son inocentes amenazados por los intereses en juego y los desacuerdos.

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