ESPECTáCULOS

“La oposición española no ha digerido la derrota”

Novelista y directora de la Biblioteca Nacional de España, Rosa Regás analiza la política de su país y explica por qué, a pesar de no militar en ningún partido, apoya a Zapatero.

 Por Silvina Friera

Lo primero que sorprende del rostro de Rosa Regás es ese aire juvenil que transmite en sus gestos. Su energía física y mental es contagiosa. Mujer rebelde y corajuda, de las que ponen el cuerpo en la calle, en los libros y en sus filosos artículos periodísticos, la escritora catalana, que actualmente es directora de la Biblioteca Nacional española, fue una de las primeras voces que cuestionó al gobierno de Aznar, cuando la mayoría de los españoles estaba anestesiada por una sobredosis de optimismo económico. Cuando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero le ofreció el cargo de directora en la Biblioteca Nacional, ella se sorprendió, aunque no dudó en aceptarlo. “No soy de ningún partido político, ni he militado nunca, pero pretendo ser una persona de izquierda y me he demostrado de izquierda durante todo este tiempo”, aclara Regás en la entrevista con Página/12.
Invitada por el Centro Cultural de España, en donde realizó una conferencia sobre el cambio político en España, la autora de La canción de Dorotea, novela con la que obtuvo el Premio Planeta 2001, celebra una de las primeras medidas que adoptó Rodríguez Zapatero: salir de la sombra de los Estados Unidos y pasar a vivir en Europa.
–¿Qué implica para usted el cambio político en España?
–Ha sido realmente una sorpresa. Yo no pensé que Zapatero ganaría por tanto. Estaba convencida de que el Partido Popular perdería muchísimos votos porque llevaba mucho tiempo gestándose la derrota. De la misma manera que protesto siempre por las cosas que me parecen injustas, también me comprometo cuando tengo la ocasión con las causas justas. Para mí esto supone una coherencia muy grande: luchar para poner mi grano de arena en un cambio político que a España le hacía falta.
–¿Por qué el intelectual, el escritor o las personas vinculadas con la creación artística tienen tanto prurito al compromiso activo?
–En España no hay muchos intelectuales comprometidos. Algunos han cambiado de camisa, se cambiaron de camisa con el PP y ahora quieren volver a cambiar. En general el intelectual no es comprometido. Pero además, no te comprometés como intelectual sino como persona.
–Siempre hay una etapa de luna de miel, un período de gracia cuando un gobierno asume con alta expectativa por parte de la ciudadanía. ¿Cómo es la situación actual en España?
–No hubo luna de miel porque la oposición no ha digerido todavía la derrota. Si nosotros no creíamos que ganaría Zapatero, menos lo creían ellos. La oposición no le dio a Zapatero ni siquiera los 100 días de gracia, empezaron a machacar al cabo de los tres días. Cuando Zapatero decidió que regresaran las tropas de Irak, a la oposición no le pareció importante. Han jugado muy mal el papel democrático, seguramente porque tenían poca cultura democrática. Los últimos años del PP se han caracterizado precisamente por la falta de democracia. Espero que esta descalificación se modifique porque el carácter de Zapatero es de tal calibre, que él sigue diciendo que cuenta con el PP para transformar el país, que el cambio no es posible si no participan todos. El PP está en manos de la extrema derecha. Mariano Rajoy, secretario general del PP, es un hombre de extrema derecha, aunque ahora parezca que no lo es. Yo tengo los discursos que él pronunció cuando era el presidente de la Alianza Popular en el País Vasco, a principios de los ‘80, en los que defiende todas las tesis de los nuevos conservadores americanos: por ejemplo, que una persona que nace en un hogar rico tiene más posibilidades de desarrollar su inteligencia, no porque tenga más dinero sino simplemente por los genes. Un discurso inadmisible.
–Lamentablemente, pareciera que la derecha persigue sus objetivos tirando para el mismo lado, mientras que a la izquierda le cuesta mucho más ponerse de acuerdo y a veces se desangra en peleas interminables...
–Lo que ocurre es que la izquierda es mucho más exigente desde el punto de vista de la moral. Si se descubre que un líder de la derecha estafa o roba, no pasa nada porque sus partidarios no se escandalizan. Funcionan como un equipo de fútbol: defienden los colores del equipo. En cambio, si hay un líder que los decepciona porque no ha cumplido lo que había prometido, entonces el votante de la izquierda se retrae y deja de votar. Los partidarios de la derecha nunca dejan de votar. A la derecha las mentiras no la afectan, pero a la izquierda sí. Esto no es un comportamiento que suceda sólo en España. Si en Estados Unidos hay una gran cantidad de gente que irá a votar, ganará Kerry, no porque sea de izquierda sino porque no está tan a la derecha como el subnormal de Bush.
–¿El atentado del 11 de marzo contribuyó a la participación ciudadana?
–Lo que hizo salir a la gente no fue el atentado sino la manipulación, que fue tan flagrante y perversa. Por primera vez en años, los jóvenes invadieron las calles en España. La manipulación de la información, de una manera execrable y exagerada, lanzó a la gente a votar.
–¿Cómo se mantuvo Aznar tanto tiempo al frente del gobierno?
–Más estuvo Franco. Creo que cuesta cambiar mucho el voto, tiene que ser muy gordo lo que nos hagan. Si la gente consigue un mínimo de estabilidad, aunque no le guste el gobierno, se conforma. Para que cambie el voto en España tiene que suceder algo que indigne a la nación.

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“Aznar fue, para España, un increíble paso atrás”, dice Regás.
 
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