EL MUNDO

Levanten el telón sobre el choque de religiones

Para marcar el inicio del mes sagrado de Ramadán, terroristas atacaron ayer cinco templos cristianos en Irak, abriendo una nueva dimensión del conflicto.

Por Kim Sengupta *
Desde Bagdad

Cinco iglesias fueron blanco de una oleada de explosiones en Irak ayer, después de que rebeldes amenazaran con una escalada en los ataques para anunciar el mes sagrado musulmán de Ramadán. Hubo ataques en la ciudad de Qaim, cerca de la frontera siria. Un coche bomba mató a tres soldados norteamericanos y a un civil iraquí. Fue seguido por un ataque con bombas de morteros que mató a cuatro iraquíes e hirió a 30. En Mosul, un soldado norteamericano murió en un atentado con coche bomba y en Kirkuk, un importante político turco fue asesinado. Un hospital y un hotel en Bagdad fueron atacados con bombas de morteros.
Líderes civiles en Faluja ofrecieron renovar las conversaciones de paz con el gobierno interino iraquí, en un intento por prevenir un asalto norteamericano a la ciudad. La precondición era que Estados Unidos terminara con los ataques y liberaran al jefe de la delegación negociadora, Khaled al Jumaili, arrestado el viernes por soldados norteamericanos. Las tropas norteamericanas que rodean a Faluja permitieron que los habitantes abandonaran la ciudad. Una fuerza norteamericana de mil soldados apoyados por artillería y vehículos blindados están posicionados en la ciudad, pero se espera que lleguen más antes de que comience el ataque. Algunos de los refuerzos podrían ser reemplazados por tropas británicas, enviados a Bagdad desde Basora.
Ayer también se sometió a soldados norteamericanos a interrogatorios, enfrentando una posible corte marcial, después de negarse a llevar suministros por rutas donde se registraron emboscadas frecuentes. En una ocasión, 19 miembros de un pelotón no se presentaron a servicio en Talil, al sudeste de Irak. Los soldados reservistas dicen que sus vidas estaban en peligro por tener que viajar en vehículos mal blindados. Denuncian que los reservistas tienen equipamiento inferior al de los soldados comunes. Amber McClenny, una de las soldados en custodia, le dijo a su madre en Alabama por teléfono: “Teníamos camionetas rotas, vehículos que no estaban blindados, y estábamos llevando petróleo contaminado. Nos están privando de nuestra libertad. Ahora somos prisioneros”. Un vocero militar norteamericano dijo que las preocupaciones por la seguridad estaban siendo atendidas. Dijo: “Un pequeño número de soldados involucrados eligieron expresar sus preocupaciones de manera inapropiada, causando un colapso temporario en la disciplina”.
La bomba en la iglesia en Bagdad llegó dos meses después de que otras cinco iglesias fueran blancos en la capital, matando a 12 personas e hiriendo a 61. No hubo víctimas en los ataques de ayer, pero la comunidad cristiana en Irak ha sido objeto de repetidos ataques sectarios por extremistas musulmanes desde la ocupación, y alrededor de 45.000 personas de una población total de 600.000 han huido al exterior. Hace dos semanas, siete empleados cristianos del Bagdad Hunting Club, un prestigioso lugar de reunión de los nuevos ricos iraquíes, fueron asesinados cuando regresaban de sus trabajos.
El ataque con bombas de mortero al Hotel Meliá Mansour dañó el estacionamiento y el lobby. La mayoría de sus clientes son los que quedan del contingente de periodistas internacionales. En el hospital Ibn al Betar, un mortero cayó en el jardín, matando a un empleado.
En Kirkuk, Ghafour Abu Bakr, del Frente Turco, fue asesinado a balazos cuando llevaba a sus hijos al colegio.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman

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Iraquíes despejan escombros ante una iglesia ortodoxa.
 
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