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Cómo se deforma el horizonte de los indocumentados en Estados Unidos

El Senado norteamericano rechazó una enmienda –propuesta por los demócratas– en favor de legalizar a todos los ilegales en ese país. Sucede después de la aprobación del muro fronterizo con México y del envío de miles de agentes de la Guardia Nacional a la frontera.

La versión de una “amplia” reforma migratoria que se está votando en el Senado estadounidense cada vez parece menos amplia. Sumado a la aprobación del muro fronterizo y del envío de seis mil agentes de la Guardia Nacional a la frontera sur, como había propuesto el presidente George Bush, el rechazo de ayer en la Cámara alta de una enmienda que promovía la legalización de los 12 millones de indocumentados que viven en el país empieza a delinear un proyecto de reforma migratoria muy distinto al que demandaban los millones de inmigrantes que semanas atrás se adueñaron de las calles de las principales ciudades de Estados Unidos. El texto final podría ser aprobado mañana, pasando luego a la instancia más difícil, su conciliación con el proyecto original en la Cámara de Representantes.

La enmienda fue presentada ayer por la senadora demócrata por California, Dianne Feinstein, y cayó por 61 votos contra 37. La idea del proyecto era legalizar a todos los inmigrantes que actualmente se encuentran en el país a través de una nueva “tarjeta naranja”, que les permitiría trabajar si hablan inglés y conocen la historia y el funcionamiento del gobierno estadounidense, y si, además, pagan los impuestos y una multa de dos mil dólares. Luego de ocho años bajo este régimen, los inmigrantes obtendrían instantáneamente la “tarjeta verde”, es decir, un permiso permanente para trabajar en el país.

El proyecto de Feinstein buscaba reemplazar el plan de tres fases propuesto en el texto aprobado por la Cámara baja en diciembre pasado y que actualmente se encuentra a consideración del Senado que sólo abre el camino a la ciudadanía a los inmigrantes que hayan ingresado al país hace más de cinco años. Según este proyecto, quienes llegaron hace más de dos años pero no alcanzan los cinco deberían viajar hasta un punto de entrada, salir del país y volver a entrar como “trabajadores invitados” llenando un formulario. Los extranjeros sin papeles, que hace menos de dos años residen en Estados Unidos, deberían regresar a su país de origen y desde allí solicitar una visa o un permiso de trabajo temporario, pero no recibirían ningún privilegio sobre el resto de los inmigrantes que buscan lo mismo. En su discurso, Feinstein cuestionó esta propuesta: “El sistema de tres fases no funcionará, crearía una pesadilla burocrática y conduciría a un fraude sustancial”.

En el medio de un debate, que fue marcadamente acelerado por la proximidad de las elecciones parlamentarias, el presidente mexicano Vicente Fox llegó al país vecino para realizar una gira de cuatro días. A pesar de que la visita había sido pautada antes que el tema inmigratorio adquiriera la dimensión política actual, la realidad es que el viaje estará dominado por el debate de la reforma inmigratoria especialmente, ya que estará presente seguramente cuando el Senado presente el texto final aprobado y lo pase a la otra Cámara. Con “un optimismo moderado”, el mandatario mexicano “intentará influir positivamente” en la decisión del Congreso estadounidense, según reconoció su subsecretario para América del Norte, Gerónimo Gutiérrez, que también adelantó que Fox se reunirá con varios gobernadores y congresistas.

Hasta el momento se han aprobado alrededor de 20 enmiendas. Las más polémicas son la construcción de un muro triple de casi 600 kilómetros en la frontera entre Estados Unidos y México y la declaración del inglés como “idioma nacional”. Todavía queda por modificar el punto central de la reforma: el programa de legalización de los inmigrantes indocumentados, sus condiciones y limitaciones. Sin embargo, tanto la prensa estadounidense como los propios senadores coinciden en que la conciliación de los textos en la Cámara de Representantes será el verdadero desafío antes de alcanzar la tan esperada reforma inmigratoria.

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Una de las enmiendas aprobadas es la construcción de un muro de 600 km en la frontera con México.
 
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