EL MUNDO › ESCENARIO

Qué pena

 Por Santiago O’Donnell

Desde Caracas

Volvió la bronca. Después de un par de días de discusión interna Hugo Chávez le dio luz verde a sus principales espadas para que salgan a hablar del plebiscito derrotado el domingo pasado, que algunos periodistas de oposición ya llaman el 2-D, equiparándolo con el atentado a las Torres Gemelas. Primero salió a hablar el ministro del Interior, Pedro Carreño, como para ir calentando el ambiente. Dijo que no cree en los llamados a la reconciliación de la oposición y que a lo sumo habrá que darle el beneficio de la duda. Después fue el mismo Chávez quien dijo por televisión, delante de la cúpula militar venezolana, que el triunfo opositor había sido un triunfo de “mierda”, logrado por gente de “mierda” como su ex ministro Raúl Baduel, a quien el imperio había comprado porque el general tiene demasiado ego. Agregó que Hernán Lugo García, el periodista de El Nacional que había informado sobre presiones militares para que Chávez acepte la derrota, basándose en fuentes anónimas, también era una “mierda”. Minutos antes el ministro de Defensa, Gustavo Rangel Briceño, había abierto la conferencia de prensa llamando a Baduel “tránsfuga” y “traidor”, y pidiéndole que no felicite a Chávez por aceptar la derrota, tal como el general retirado había manifestado que era su deseo. “No sé de dónde sale a felicitarnos este hombre; claro, por amañadas políticas y estrategias comunicacionales manejadas desde el exterior.”

Por la noche fue el turno de escuchar al vicepresidente Jorge Rodríguez insultar al periodista. Le dedicó una serie de epítetos en jerga venezolana que empezaban con “cabeza de” y que este cronista no pudo entender bien, pero cada vez que soltaba uno, la periodista lo interrumpía para pedir que no insulte, porque ella trata de conducir un programa libre de insultos. Rodríguez sonreía y contestaba “entonces es un cabeza de” y cambiaba el calificativo. La periodista lo volvía a interrumpir y el vicepresidente lanzaba otro agravio, hasta que la periodista cambiaba de tema para que no siga el rosario.

Ayer un grupo de periodistas publicó en El Nacional una solicitada con nombre apellido y número de documento, pidiendo a Chávez que pare de atacar al periodista con palabras impropias para cualquier ciudadano, mucho más un presidente. En la misma edición el periodista insultado publicó una columna ratificando la información y agregando alguno que otro detalle: “El mandatario está iracundo. Le piden que reconozca los resultados y después de ocho horas de espera, lo hace. Está calmado. En su mano mostraba la evidencia de cómo golpeó algunas cosas en su habitación, su hospedaje en fuerte Tiuna (cuartel de la fuerzas armadas). “El periodista escribe que no quiere el derrocamiento de Chávez, ni trabaja para el imperio. Invita a que revisen sus “cuentas personales” y su trayectoria. “¿Por qué se le acusa a un periodista de ser tarifado y lacayo del imperio cuando está comprobada su trayectoria profesional y actitud crítica ante cualquier poder?”, pregunta.

En la misma edición aparece el editorial “Presidente vulgar”, que defiende a Lugo Galicia como un periodista apreciado por todos en el gremio, incluso el oficialismo. “Pero el editorialista termina haciendo lo mismo que el presidente cuando lo acusa de ‘sinvergüencerías’ tales como usar la renta petrolera para beneficio de la ‘familia presidencial’”, y de amenazar “cobardemente, como sólo puede hacerlo un presidente que tiene todo el poder y las policías para hacer daño”.

Mientras tanto, la prensa chupamedias del presidente no para de hacer papelones. Anoche en “La Hojilla”, el talk-show preferido de Chávez, el conductor, un tal Mario, se despachó con el siguiente análisis para todo el país. “La oposición sabe, ellos saben que perdieron. Además saben que quisieron hacerle creer al mundo y al país que ganaron, pero saben que la gente se está dando cuenta que mintieron.” En la noche anterior Chávez había llamado a “La Hojilla” para anticipar que a pesar de la votación pensaba meter la reforma constitucional por la ventana tarde o temprano. Como tardó tres horas y terminó a las dos y media de la mañana, el canal omitió hasta entonces transmitir el himno nacional venezolano, que por ley chavista debe ser emitido a la medianoche.

Por su parte, la periodista y ex funcionaria ultrachavista Maripili Hernández fue la encargada de contestar el llamado a conciliación que habían hecho la mayoría de los líderes opositores después del referéndum. Y lo hizo en un espacio cedido por un diario opositor.

“No hay conciliación posiblemente los que piensan que tienen el derecho a apropiarse de lo que es de muchos, mientras a la inmensa mayoría le dejan las migajas. No hay conciliación posible entre la derecha servil de los intereses trasnacionales y los que amamos y defendemos a la patria. No hay conciliación posible entre los títeres del genocida más grande del mundo y aquellos que valoramos al ser humano y la vida.” Ahora bien, ¿hay cuatro millones y medio de oligarcas y genuflexos del imperio en Venezuela? Absolutamente no. No creo que lleguen al uno por ciento...Pero lamentablemente tienen mucho poder económico y comunicacional como para confundir a buena parte de los venezolanos de bien...el problema es no hacerle el juego a la derecha, que no descansa en sus planes.

Podrá decirse que la culpa por este clima de mierda lo tiene la oposición, que la conspiración internacional existe, que Venezuela está a punto de ser invadida por Bush, como dice Chávez en sus discursos. Pero es una pena que un gobierno que ha logrado avances significativos en el campo de la justicia social no pueda con su propia incontinencia verbal, cuando las cosas le salen mal. Qué pena que los asesores políticos del presidente le festejen sus bravuconadas en vez de hacerle entender que el mejor propagandista de la idea de que Chávez es un autoritario, es el propio Chávez cada vez que abre la boca para decir que los que no piensan como él son una mierda.

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