EL MUNDO

Escalada bélica en la frontera

La muerte de Raúl Reyes agudizó la guerra entre el ejército colombiano y las FARC y, por ahora, los más afectados son los campesinos. En menos de tres semanas, las organizaciones de derechos humanos colombianas y extranjeras estiman que cientos de familias tuvieron que huir y abandonar todo lo que tenían para no morir en medio del fuego cruzado. El gobierno colombiano se desentendió de la situación y culpó a la guerrilla de aterrorizar a la población. Los desplazados cuentan otra historia.

Un equipo del Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, visitó el fin de semana pasado el pueblo de Mapiripán, en el departamento de Meta. Es el corazón de la zona cocalera y muchas veces los pobladores sufren amenazas de las FARC o del ejército. Para sorpresa de los funcionarios de la ONU, el pueblo estaba casi desierto. Normalmente viven allí entre 800 y mil personas, según la época del año. Esta semana quedaban sólo 200. Las autoridades militares dijeron que no están realizando operativos en la región. Sin embargo, Gustavo Valdivieso, el vocero de la Acnur en Colombia, le dijo al semanario local El Espectador que los que se quedaron les relataron que hace dos semanas que la guerrilla, el ejército y los paramilitares –que a pesar de lo que diga Alvaro Uribe siguen existiendo– se están tirando con todo para quedarse con los cultivos de coca.

En el pueblo de Toribio, en el vecino estado de Cauca, 425 campesinos tuvieron que dejar sus tierras en los últimos días para escapar a las balas que se intercambian los guerrilleros y los militares. El caso ganó fama internacional después de que los desplazados se atrincheraran en la escuela del pueblo y se declararan en asamblea permanente hasta que Bogotá o las organizaciones internacionales fueran a su rescate. La Cruz Roja Internacional y el Acnur ya están allí.

El año pasado, más de 306 mil colombianos huyeron de sus casas, dejando todo. Muchos lograron cruzar la frontera y se refugiaron en Ecuador, pero la mayoría vaga por el país intentando buscar algo de paz y ayuda. Según el Acnur, consiguieron alejarse de las balas, pero terminaron sumergiéndose en la pobreza y el desamparo total.

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