EL MUNDO

Dolarización y remesas

 Por Mario Wainfeld

Desde Quito

–Los argentinos tuvimos la convertibilidad, ustedes tienen la economía dolarizada...

–Es peor que la convertibilidad. En la convertibilidad usted está uno a uno peso a dólar, usted importa la política monetaria de Estados Unidos pero conserva la moneda nacional. No pierde señoraje, conserva algunas cosas. Aquí perdimos todo.

–Con la convertibilidad, la Argentina primero resignó su soberanía monetaria, en poco tiempo entregó su política económica y, luego, fue quedándose sin política, lisa y llana. Le pido nos explique por qué eso no va a ocurrir en Ecuador o cómo se va a hacer para salirse de ese brete.

–Usted ha utilizado el término exacto: renunciar a la moneda nacional es renunciar a la soberanía monetaria, es importar una política monetaria extranjera. Fue un error histórico la dolarización, producto de la novelería de nuestras élites que hablan en español pero piensan en inglés. Se relacionó la moneda con la crisis del ’99 cuando fue producto de la sinvergüencería de los banqueros. Fíjese la paradoja: nos quedamos sin moneda pero el poder de los banqueros quedó intacto. Pero para nosotros era muy difícil ensayar una salida de la dolarización, porque no había ese consenso social y además hubiera habido grandes ganadores y grandes perdedores. Nos hemos comprometido a mantenerla en estos cuatro años de gobierno. Eso no excluye que siga siendo una barbaridad técnica y un error histórico.

–Un problema central de la salida catastrófica y desordenada de la convertibilidad argentina fue la falta de reservas. ¿La política de Ecuador va en otro sentido?

–Argentina no salió de la convertibilidad. La convertibilidad sacó a Argentina. El proceso ecuatoriano tiene rasgos parecidos a los de Argentina: perdimos mucha competitividad, algo recuperamos ahora con la apreciación del dólar. Pero se diferenciaba fundamentalmente en una cosa. La dolarización tarde o temprano controla la inflación, eso es una perogrullada. Pero se generan desequilibrios internos. Y para sostener los equilibrios macroeconómicos, sobre todo en el sector externo, necesita una fuente de divisas no sujeta a la competitividad. Panamá puede subsistir con dólar porque tiene el canal. En El Salvador, 18 por ciento de su PBI son remesas de sus emigrantes. Argentina no tenía ese tipo de recursos, por eso explotó. Nosotros pudimos sostener la dolarización porque tenemos dos fuentes no sujetas a competitividad: petróleo, recurso no renovable, y remesas de emigrantes que son más o menos el 8 por ciento del PBI.

–Contrariamente a la dolarización, las remesas son un dato exótico a las vivencias de los argentinos.

–Porque ustedes no han tenido grandes fenómenos migratorios. Ecuador tampoco, eso fue invención del neoliberalismo después del ’99.

–¿Cómo enfoca un presidente, economista, con un proyecto político, la contradicción entre la llaga que significan tantos compatriotas emigrados y la existencia de un importante aporte al PBI, el segundo en importancia?

–Es una contradicción, primero, del ser humano. Esas remesas mantienen la economía nacional. ¿A qué costo? Familias destrozadas, separadas, generaciones de jóvenes que se nos forman con los tíos, los abuelos ¡con los hermanos mayores! Aquí hay adolescentes que cuidan a sus hermanos menores. Adolescentes que reciben cientos de euros por mes y no saben qué hacer y tenemos un grave problema social. Esposos que han estado separados ocho o nueve años y se hacen de otros compromisos... El costo ha sido altísimo. Para nosotros no hay un segundo de duda: yo prefiero perder esos dos mil millones de dólares en remesas y que la gente viva feliz a mantener la economía con tanto sacrificio.

–Toda persona anhela vivir con su familia, en su cultura. El que se ha ido fue por la dificultad económica. ¿Qué alicientes, qué incentivos hay para que regrese?

–Estamos trabajando muy fuerte. Para nosotros, la emigración es el más fiel reflejo del fracaso de las políticas públicas de los últimos años. Este va a ser el gobierno de los migrantes. Creamos una secretaría nacional, con rango de ministerio. También implementamos un Plan Retorno. Vamos a implementar créditos para cuando lleguen. Bonos de la vivienda. Exoneración arancelaria para todos sus bienes. Si allá tenían un consultorio odontológico, que puedan traer el equipo sin pagar aranceles. Estaba prohibido que importaran carros de segunda mano, ahora pueden. Vamos a poner centros ecuatorianos en los países donde haya muchos emigrados para que no pierdan sus raíces culturales.

–¿Cuál es su parecer sobre la reciente medida de la Unión Europea (UE) sobre los inmigrantes?

–Es una vergüenza. Imaginemos que hubiéramos aplicado esas medidas durante la Guerra Civil española o durante la Segunda Guerra Mundial.

–O antes, cuando vinieron mis abuelos.

–Qué contradicción. Esa Europa que se jacta de ser respetuosa de los derechos humanos, heredera de los enciclopedistas, de la Ilustración...

Qué vergüenza.

–¿Piensa tomar medidas, acciones conjuntas con otros países de la región?

–He dado instrucciones a mi canciller para tener un reclamo, una postura regional. Probablemente no incidamos en la decisión de la UE pero habrá una presión moral. Y nos reservamos el derecho a responder. Quién sabe si pronto cambie la situación y la tortilla se vuelva, como dice la canción...

–... de la Guerra Civil española, precisamente...

–... y se vengan de Europa a buscar el aire puro de la Amazonia. Bueno, tendremos que aplicarles las mismas condiciones que nos aplicaron cuando tuvimos necesidad, entre comillas, de ellos.

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