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Las dos caras de Piñera

 Por Mercedes López San Miguel

El marketing ha hecho un milagro con Sebastián Piñera. El multimillonario empresario que en la elección de 2005 era una versión más caricaturesca de sí mismo y había convocado a los periodistas –entre ellos quien escribe estas líneas– a un paseo por el zoológico mientras hablaba de su proyecto de país al lado de los monos, esta vez aceitó la maquinaria comunicacional. Veamos de qué se trata.

Piñera se ufana de ser, dentro de la coalición conservadora Alianza por el Cambio (Renovación Nacional + Unión Demócrata Independiente, ultraderecha), quien está menos ligado al pinochetismo, porque en 1988 apoyó el voto del “No” en el plebiscito que definió el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Sin embargo, en 1998 pidió públicamente solidaridad con el dictador, cuando el veterano militar cayó preso en Londres por orden del juez Baltasar Garzón. Por si no quedara claro, el presidenciable de la derecha se reunió el pasado 10 de noviembre con militares pinochetistas en retiro, a quienes les prometió no “alargar” más los juicios relacionados con las violaciones a los derechos humanos y aplicar la justicia de modo tal que se ponga fin a los procesos “ad eternum, que nunca terminan”. Ese encuentro estuvo silenciado por sus asesores, pero trascendió y Piñera debió aclararlo. El señor empresario dijo que les aseguró a los jubilados uniformados que velará por “la aplicación correcta –de acuerdo con la legislación chilena– de los tratados internacionales, el principio de prescripción de los delitos”. Cabe destacar también que Piñera nunca criticó a su hermano José, un “Chicago boy” que fuera ministro de Trabajo de la dictadura y creador del sistema previsional de las AFP, lo que aquí se llamó luego AFJP.

Piñera dice que piensa en la gente, que creará un millón de empleos en un eventual primer año de gobierno, que perfeccionará la protección social y que de inmediato entregará un bono de invierno a los sectores más vulnerables. Un candidato con doble estándar. Se mostró indignado por la colusión de tres grandes cadenas para subir los precios de 222 medicamentos y él era accionista de una de ellas, Farmacias Ahumada S.A. El candidato, al ser consultado por la prensa, omitió su participación y anunció que en un eventual gobierno suyo fortalecerá el rol de la Fiscalía Nacional Económica y el Servicio Nacional del Consumidor. “Lo de las farmacias es inaceptable e indignante porque se está jugando con los remedios, es decir, con la salud de las personas. Lo que hicieron estas empresas debe ser sancionado con mucho rigor”, aseguró en marzo de este año el mayor accionista de Lan y dueño del canal Chilevisión y el club Colo Colo.

Al aspirante conservador se lo escuchó decir que Michelle Bachelet no tenía pantalones para gobernar. Sin embargo, no pudo sustraerse de la enorme popularidad de la presidenta –que roza el 80 por ciento– y usó su imagen en un spot de campaña en el que aparece junto a su antigua rival. Así es como funciona el marketing político.

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