EL MUNDO › COMBATES EN AUMENTO

La guerra que empieza

 Por Catrina Stewart *

Desde Benghazi

Los rebeldes libios están movilizando a los soldados que desertaron del semidisuelto ejército de Muammar Khadafi. Mientras tanto, tratan de hacer frente al temor de que el régimen recapture las ciudades en el este, que hace tres semanas controla la oposición. El desarrollo de los acontecimientos marca un drástico cambio en la estrategia, que parece virar de un levantamiento popular hacia un conflicto militar, que podría sumir al país en una sangrienta y prolongada guerra civil.

“Khadafi no tiene legitimidad. Está violando el derecho internacional y está cometiendo crímenes contra la humanidad”, dijo Khaled al Sa’ayah, el vocero del recientemente creado consejo militar de Benghazi. “Ya no podemos protestar más pacíficamente contra él. Tenemos que tomar las armas para proteger a nuestra gente”, completó. Los consejos provisionales estuvieron discutiendo si debían emplear al ejército para defender las conquistas de su revuelta popular que se desató a mediados de febrero. Muchos soldados del gobierno pasaron al bando rebelde, mientras que otros sólo dejaron las armas. Otros escaparon hacia Trípoli después de que el levantamiento comenzó. La disputa parece haberse inclinado hacia el lado de aquellos que están a favor de dar una respuesta militar.

Los militares, como un cuerpo, dieron un paso al costado. Mientras que los combatientes voluntarios –muchos desarmados o tomando un arma por primera vez– competían para enfrentar a las tropas leales que avanzaban. Pero lo que les falta en técnicas de combate y armas lo compensan con entusiasmo. Parece que los rebeldes no están dispuestos a confiar en su suerte por mucho más tiempo. Hay indicios de que las fuerzas pro Khadafi lucharán por el control de la estratégica ciudad de Brega, la que concentra una importante terminal petrolera y el aeropuerto y podría proveer la plataforma de lanzamiento de un ataque a Benghazi, que está a sólo 200 kilómetros.

“Estamos movilizando al ejército porque queremos soldados profesionales. Los voluntarios tuvieron que luchar durante los últimos dos o tres días”, sostuvo Ahmed Jibril, un vocero del opositor Consejo Nacional Libio. “Pero todavía no decidimos si avanzamos hacia el oeste y hacia Trípoli”, agregó. Los rebeldes libios también formarán un alto comando militar, un paso decisivo en la conformación de una genuina estructura de liderazgo. En ese escalafón, estarán incluidos agentes experimentados, confirmó Sa’ayah.

No estaba claro cuántos de los soldados desertores volverán a integrarse a unas fuerzas armadas ahora leales a la oposición. Pero según el funcionario podrían ser más de 6000. El vocero descartó utilizar los aviones de combate que están estacionados en la base aérea de Benghazi, ya que dijo que se evitarían los ataques aéreos “cueste lo que cueste”. Aunque los rebeldes le pidieron a las Naciones Unidas que ataque las fortalezas del régimen.

Cuando se lo consultó si al movilizar a los militares no se estaría empujando al país hacia una guerra civil, Sa’ayah respondió: “No, absolutamente no”. Pero eso es discutible cuando se ven grandes porciones de la nación en armas contra el régimen de Khadafi, que se extendió durante 42 años. El asalto del líder libio contra Brega, ocurrido esta semana, alarmó a los libios, muchos de los cuales creían que Khadafi no se podría aferrar al poder una vez que la rebelión se expandiera por el este de Libia. En Trípoli las milicias del dictador mantuvieron callados a los que disienten. Al contrario, en Benghazi varias unidades militares se pasaron a la oposición después de haber visto una brutal represión que dejó cientos de manifestantes muertos.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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