EL MUNDO
Misión cumplida para los marines, pero no para los “reconstructores”
Bagdad empezará a ser ocupada por la Cuarta División de Infantería, mientras los marines, vanguardia de la invasión, empiezan a regresar a casa.
Por Eduardo Febbro
Página/12
en Irak
Desde Bagdad
Una primera fase de las operaciones militares norteamericanas en Irak concluye hoy con la partida de quienes fueron la vanguardia de la ofensiva militar en Bagdad el pasado 9 de abril, los marines estadounidenses. A partir de hoy, los marines vuelven a los Estados Unidos y en su lugar se desplegarán efectivos del Ejército en el sector este del Tigris. Este despliegue marca el fin de “la fase de combates activos” organizada en Bagdad. Según Jim Chartier, comandante del Primer Batallón de Marines, “las operaciones de combate han concluido”.
El control actual de Bagdad está dividido en dos partes. Al este del Tigris están los infantes de marina y el ejército de tierra al oeste. Orgullosos y fanfarrones, los marines no se pierden la ocasión de demostrar su superioridad al resto de las fuerzas. “Somos quienes abren el camino”, dice John Schaar, uno de los comandantes de los marines en la capital iraquí. El cambio de tropas traduce la inversión de las prioridades. El cuerpo de los marines es un núcleo del Ejército norteamericano que se emplea como fuerza de ataque de vanguardia mientras que el Ejército orienta sus acciones en tareas ligadas a la reconstrucción y al mantenimiento del orden en las ciudades. Sin embargo, ciudades sureñas como Najab, Kerbala, Hillah o Dioiouaniya pasarán en adelante a estar controladas por los marines. Según fuentes norteamericanas consultadas en Bagdad, la amplia reorganización del dispositivo militar norteamericano en Irak apunta a estabilizar la seguridad. Unos 30.000 hombres de la Cuarta División de Infantería norteamericana, la más moderna del Ejército, llegarán en los próximos días provenientes de Kuwait.
Los norteamericanos volvieron ayer a hacer mucha publicidad con el arresto del comandante regional del partido Baaz del norte del país, Samir Abdelaziz al-Nadjim, igualmente ex ministro de Petróleo. Al-Nadjim fue arrestado por los kurdos y entregado inmediatamente a las tropas norteamericanas. Barzan Al-Tikriti, un medio hermano de Saddam Hussein, y Watban Ibrahim Hassan, un ex ministro de Interior, son los otros dos líderes detenidos casi simultáneamente en las últimas horas. A su vez, el ex consejero de Asuntos Científicos de Saddam Hussein, el general Amer al-Saadi, se rindió por su propia cuenta. Los tres hombres forman parte de los más buscados por la administración Bush. La búsqueda de Saddam Hussein y de las cabezas más importantes de su aparato, el combate contra los fedayines y la cuestión de las armas de destrucción masiva constituyen los tres ejes de la misión actual.
No obstante, en lo que atañe a la búsqueda de los hombres fuertes del régimen, el resultado obtenido es escaso. Ayer, durante la visita de uno de los asombrosos palacios que Saddam Hussein hizo construir en varios puntos de Bagdad y de Irak, Página/12 pudo constatar que el ex presidente iraquí preparó con cierta antelación su fuga y la de sus allegados. El Palacio de las Flores estaba totalmente vacío y no son los norteamericanos quienes lo vaciaron. Uno de los soldados presentes en el palacio reconoció que “todo parece haber sido organizado con vistas a un gran éxodo”. En lo que corresponde a las armas de destrucción masiva, Washington enviará a Irak un equipo de mil hombres encargado de buscarlas. La tarea se anuncia dificultosa, ya que a pesar de todos los “hallazgos” hechos hasta hoy, no existe ninguna prueba formal de que, contrariamente a lo que afirman los responsables norteamericanos, Irak haya detentado armas de destrucción masiva. El argumento que justificó la guerra es como Saddam y sus hombres: todo ha desaparecido.