EL MUNDO › POR TOMAS ELOY MARTINEZ.

Como Argentina en el ‘55

Sostengo lo mismo que antes con mi disgusto por la autocracia de Chávez: porque estuve en contra suya desde el principio, cuando dije que corría el riesgo de ser autoritario. Sin embargo, no una vez sino tres veces su mandato fue ratificado, lo que lo hizo un gobernante legítimo. Y por tanto, todo golpe es sospechoso. El golpe fue por intereses económicos. La vuelta a la Constitución, que el país retorne a su cauce es lo mejor para Venezuela.
Fue un golpe de derecha estimulado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, hubo una campaña de trasfondo. Y depende cuál sea el resultado, podría ser un traspié norteamericano. Lo llamativo es que por primera vez en la historia venezolana un grupo de empresarios haya dado la cara y hecho una toma de posición de manera directa, lo que significa una amenaza para América latina; sobre todo, en un año en que hay una serie de elecciones presidenciales en Brasil, Colombia, etc. Todo golpe contra las instituciones es malo para América latina y el espíritu democrático, por repudiable que sea el gobierno. La salida a la inoperancia de De la Rúa fue constitucional, no así la de Chávez.
Chávez retiene su popularidad en los sectores bajos, y hay toda una serie de factores que aún pueden suceder. No está dicha la última palabra. Esta coyuntura en Venezuela se parece a la misma que vivió Argentina en el ‘55: me parece que si Perón se hubiera resistido, se hubiera quedado.

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