EL MUNDO › UNO DE LOS BARRIOS OBREROS ARQUETíPICOS DE LA CIUDAD DE SANTIAGO

En Peñalolén, votos para todos los gustos

El popular alcalde, Claudio Orrego, pertenece a la Concertación. Sin embargo, no era difícil encontrar votantes de Piñera y los seguidores de Frei mostraban poco entusiasmo. También había electores de Arrate.

 Por Santiago O’Donnell

Desde Santiago

La elección transcurrió en un marco de harta tranquilidad, en un domingo soleado y caluroso. Las urnas abrieron bien temprano y millones de chilenos formaron fila en escuelas y otros centros de votación. Por la nutrida afluencia, que fue record para la etapa democrática, la reducción de mesas dispuesta por la junta electoral y los cambios producidos por la llegada de fiscales de partidos nuevos e independientes en muchas mesas, las colas se estiraron más de lo usual, pero no hubo incidentes y por la mañana la cobertura de la televisión debió contentarse con poco. Una señora había sufrido un pico de presión. “¿Debió esperar mucho?” le preguntaron mientras ella, sentada en el piso, trataba de respirar. Un señor que llevaron preso por negarse a cumplir funciones de autoridad de mesa. “No puedo quedarme de ninguna manera, debo cuidar a mis hijos”, dijo a paso redoblado, liderando un enjambre de cámaras, mientras los carabineros lo escoltaban a la comisaría.

En Peñalolén, una alcaldía del sudeste de Santiago, parecía un domingo más, con familias y grupos de amigos caminando aquí y allá, salvo por los centros de votación, donde vendedores ambulantes se agolpaban para ofrecer comida y bebidas y las familias y grupos de amigos aprovechaban el verde de las plazas para juntarse y hablar.

Peñalolén es uno de los barrios arquetípicos de la ciudad. Alejado del centro, a 800 metros sobre la nube de smog, tiene un salpicado de calles con casitas bajas de trabajadores de lo que era un gran viñedo antes de la urbanización, y hoy habitan los obreros que se levantan todas las madrugadas y se toman el Transantiago para ira a trabajar en distintos puntos de la ciudad. Esos barrios se mezclan con barrios de condominios ocupados por gente de clase media con aspiraciones que se mudó aquí buscando calidad de vida y valor por metro cuadrado. Peñalolén bordea la cordillera y su ladera alberga las casas de familias acomodadas. Un poco de todo.

En uno de los barrios obreros de Peñalolén recuperados en las luchas sociales de los ’70, la “toma” de La Faena, está la autodenominada “Escuela del Futuro”, según reza orgulloso el cartel en la entrada. Hace algunos años la gerencia de responsabilidad social empresaria de Microsoft eligió a esta escuela de la humilde La Faena, la Erasmo Escala, para mostrar su modelo educativo y la dotó de laptops y última tecnología. Las laptops siguen ahí, pero después de un par de robos debieron amurarlas a los escritorios y son más difíciles de usar.

Peñalolén vota por la Concertación y su popular alcalde, Claudio Orrego, pertenece a ese espacio político, pero ayer no era difícil encontrar votantes de Piñera, y los votantes de Frei, tanto los que lo votaron ayer como los que piensan votarlo en la segunda vuelta, mostraban poco entusiasmo. Consultados a boca de urna, algunos de ellos no ahorraron críticas por los mismos temas que provocaron una dura autocrítica del candidato de la Concertación en su discurso de cierre de campaña.

“Voté por Arrate porque no tiene posibilidad de salir en primera vuelta y es una forma de castigo a la Concertación”, dijo Valezca Navarro, 34 años, ingeniera informática, al salir de un aula de la Escuela del Futuro. “De todos modos espero que Frei sienta el golpe y reaccione. Pienso votarlo en la segunda para que no gane la derecha. Pero hay mucha ineptitud, mucha corrupción, falta rotación, muchas cosas inconclusas. Pero no hay mucho para elegir y pues eso es.”

Hasta un fiscal de mesa de la Democracia Cristiana, el partido de Frei, no dudó en criticar a su candidato. “Voté por Frei. No me mata pero es el más cercano que siento a mis ideas”, dice Sergio Guzmán, 25, estudiante de arquitectura de la Universidad Católica.

¿Y por qué “no lo mata” Frei? “Es que él ya fue presidente y yo creo que en la Concertación hace falta un cambio, y para eso hace falta un candidato nuevo.”

¿Y Enríquez-Ominami? “MEO no me gusta, porque yo creo que la política se hace a través de partidos y él no tiene partido y si fuera presidente no respondería a nadie. Todos queremos un cambio, pero yo creo que los cambios se hacen desde adentro, no desde afuera. Ahora critica todo de la Concertación, pero él fue parte de la Concertación, fue diputado, fue parte de lo que ahora critica.”

A pasos de la escuela, Cristian Olivera vendía helados en palito bajo la sombra de un ombú. “Voté por Piñera, voté por el cambio”, dijo entusiasmado. “Para parar la delincuencia y para que haya plata en este país, porque detrás de Piñera está la plata. Es el que puede echar para arriba a este país. Con el comercio toda la plata va a entrar a Chile.”

Orrego, el alcalde de Peñalolén, es un democristiano del ala progre del partido, 41, perfil moderno, tecnológico, por eso consiguió que le instalaran la Escuela del Futuro, fama de honesto y transparente. Para traccionar votos su imagen aparece en los carteles junto a los candidatos a diputados de la Concertación. Pertenece a una nueva camada de la Democracia Cristiana apodada “los príncipes”, que el partido viene postergando: Marian Alwyn, Alberto Unudurra. Sin ese apodo en el Partido Socialista también hay una camada dirigencial de lo que acá llaman “generación joven” tecnológica que pide pista: Marcelo Díaz, Daniel Meneucheri. Tienen un perfil parecido al de Enríquez-Ominami, pero eligieron no romper con sus partidos. Cuando sus votantes fugaron para sumarse a la rebelión se quedaron sin nada, esperando turno.

Si alguno de ellos hubiese sido el candidato de la Concertación, hoy seguramente la situación sería muy distinta.

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Las urnas abrieron temprano y millones de chilenos formaron fila en escuelas y otros centros de votación.
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