EL PAíS › EL GOBIERNO PRETENDE OTRO ACUERDO POLITICO CON LOS GOBERNADORES

Para que se jueguen el cuero ante el Fondo

El Presidente pedirá a los mandatarios (del PJ y la UCR) un acuerdo para tomar las medidas legislativas que solicita el FMI y, a su vez, para dar una señal de que pueden alcanzar consensos. El gabinete discute por las reservas y se alinea tras diferentes candidatos. El cronograma electoral y el papel de Chiche Duhalde.

 Por Sergio Moreno

”¿Quieren o no quieren el acuerdo?”, preguntó ayer Eduardo Duhalde desde Punta Cana, a través de su programa de Radio Nacional, a los gobernadores y dirigentes que hoy llenarán los salones de Olivos. El acuerdo al que hizo referencia es, va de suyo, con el Fondo Monetario Internacional. El Presidente pondrá el balón a los pies de los dirigentes que llegarán hasta la quinta bajo el convencimiento –cuando menos falible– de que los caciques distritales manejan las voluntades de sus diputados y senadores. El objetivo será conseguir un compromiso para tomar decisiones impopulares que solicita el cruel línea teutona del FMI y que no pasan por el Poder Ejecutivo. Algo de política electoral también habrá esta tarde, si bien quedará restringida a corrillos de peronistas y uno que otro radical. El debate que se dará hoy será una continuación del que existe intramuros del gabinete, donde no todos los gatos son pardos, y cuando gritan no necesariamente quiere decir que se están reproduciendo.
El Fondo pide, como es habitual, una larga lista de medidas. Las más importantes –no las únicas– son:
- terminar con las prórrogas de la ley de quiebras, es decir, que no se impidan las ejecuciones, si es que las hay,
- terminar con los programas de competitividad que puso en marcha Domingo Cavallo (actualmente quedan tres: para el campo, para los transportes y para los medios de comunicación),
- compromiso de no emitir más cuasimonedas,
- un superávit de 2,5 por ciento del PBI (que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, pretende que aporte un 2,1 por ciento la Nación y 0,4 las provincias, para compartir el esfuerzo), y
- el fin de los amparos que drenan fondos del corralito.
Duhalde pretende que todo lo que sea sujeto de presión de los caudillos provinciales se ejecute por ese andarivel. Esto es, que los gobernadores aprieten a sus diputados y senadores para sacar un manojo de leyes –entre ellas el Presupuesto 2003– y que además den la sensación al Fondo de que, aun en estas tierras de anomia, los acuerdos políticos son posibles. Un tributo a ese altar es la posible aprobación por ley de su renuncia el 25 de mayo y la confección de un cronograma electoral.
Cuando el miércoles pasado casi se armó el quórum en la Cámara baja para tratar una nueva prórroga de las ejecuciones, en el Gobierno sudaron frío. “Eran 124 diputados sentados y cuatro o cinco dando vueltas por los pasillos, amagando. Nos mandaron un mensaje. Eso hay que arreglarlo definitivamente porque, si sale otra prórroga, se cae el acuerdo; para el Fondo, esta cuestión hace a su alma”, confesó ayer a Página/12 un importante miembro del gabinete.
Por eso se hizo más urgente la resolución que pueda obtenerse a partir de la reunión de esta noche. “Hay que tomar decisiones pesadas; acá todos deben correr con el costo político de esto”, dijo a este diario un ministro que suele ser escuchado con atención por Duhalde.
El giro –que no sorprendió en el gabinete– que dio la relación con el FMI ha convencido a varios funcionarios de que los plazos no deben extenderse. De hecho, algunos que especularon con la posibilidad de quedarse más allá de mayo de 2003 dieron marcha atrás. El viernes, el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, y su segundo, Juan Carlos Mazzón, comentaron a uno de los candidatos del PJ: “Hay que irse el 25 (de mayo de 2003) sí o sí; si nos quedamos un día más nos matan”.
Mazzón fatigaba anoche sus teléfonos convocando a peronistas y radicales para el meeting de Olivos.

Fondistas o proyanquis

El pago parcial al vencimiento del Banco Mundial fue, el viernes pasado en el Palacio de Hacienda, el disparador de una discusión. Jugando de local, Lavagna –recién llegado de Washington– invitó a almorzar a casi todo el gabinete. Acudieron a la mesa el jefe de Gabinete, AlfredoAtanasof, los ministros del Interior, Jorge Matzkin, de Justicia y Seguridad, Juan José Alvarez (de excelente sintonía con el anfitrión), de Salud, Ginés González García (que se fue antes de finalizar el almuerzo), y de la Producción, Aníbal Fernández (que llegó tarde), el secretario de Inteligencia, Miguel Angel Toma, y el flamante embajador designado en Washington, Eduardo Amadeo.
Atanasof y Amadeo cuestionaron la decisión de no pagar con las reservas la totalidad del vencimiento, unos 805 millones de dólares. “Si entramos en default con los organismos se va a caer el Plan Jefes y Jefas”, dijeron.
–Ese es el mismo argumento que usa para apretarnos (Anne) Krueger (la número dos del FMI) –replicó Alvarez, que cerró filas con Lavagna.
–Y eso no va a ocurrir nunca –terció el ministro de Economía–: no se van a caer los planes porque los vamos a pagar aunque sea con las reservas.
Lavagna y Alvarez sostienen que, de seguir la lógica del jefe de Gabinete y de Amadeo, las reservas desaparecerían a mediados del año entrante; al 25 de mayo de 2003, los vencimientos con los organismos financieros superan largamente los 9000 millones de dólares, casi la totalidad de dichos fondos. “Si pagásemos con las reservas, ¿en cuánto tiempo llegamos a la híper?”, se preguntaba, retóricamente, uno de los comensales. Otro de ellos no dudó en fustigar a dos de sus contertulios y al titular del Banco Central, el ex cafierista Aldo Pignanelli: “El Fondo tiene tomada la Jefatura de Gabinete, la embajada en Washington y al Central. Ojalá fuesen más pro-yanquis, porque la posición de los yanquis es mucho más progre que la del FMI”, chicaneó el funcionario.

Los cortesanos

Las diferencias en la Casa Rosada tienden a diluirse ante el temor que generan algunos movimientos en los Tribunales. La Corte Suprema se solaza al recordar que, en cualquier momento, el “veranito” de remanso económico puede devenir tempestad. La semana pasada una oportuna intervención del ministro de Justicia impidió que los cortesanos siguiesen adelante con su intención –para nada desechada– de declarar inconstitucional la pesificación.
–Nosotros vamos a defender la propiedad privada– machacaron dos supremos ante Alvarez.
–¿La de quien? ¿La de las personas que tienen más de diez mil mangos en el banco? ¿Y la del resto de los argentinos no la piensan defender? Porque si ustedes fallan eso este país se va a incendiar –replicó, en su estilo vehemente y duro, el ministro.
Las alternativas para resolver el monstruo creado por Cavallo y alimentado por Jorge Remes Lenicov son cuatro. A saber:
- La que sueñan Lavagna y el Gobierno: que los cortesanos acuerden en que la pesificación debe ser 1,40 más el CER. A nadie en la Corte se le cruza por la cabeza fallar en ese sentido.
- La que podría ser pero nadie empuja: que se disponga pagar con bonos.
- La que quieren varios cortesanos: anotar las deudas en u$s “y después vemos”. “Después vemos las pelotas”, gruñó un operador del Presidente ante Página/12. “Mirá si te anotan medio palo verde: la gente va a ir a pedirlo cuanto antes”, supuso, acertadamente, la fuente mencionada.
- La que está ocurriendo pero puede dejar de ocurrir: no hacer nada, que es lo que predomina por ahora. “Pero esa actitud debe durar por todo el acuerdo (si es que lo logramos) con el FMI, o sea, más allá de nuestro gobierno. Y no está garantizado”, dijo a este diario el confidente citado.
En el Gobierno consideran que si hoy sale una señal fuerte de los gobernadores y autoridades legislativas (además de peronistas habrá radicales y el gobernador petrolero neuquino Jorge Sobisch) los supremos podrían atenuar sus ínfulas incendiarias. Aunque, como no son ingenuos, saben que nada es permanente cuando del engendro de Carlos Menem se trata.

Elecciones

Por su fuese poco, Duhalde debe atender el frente electoral. Algo de eso se tratará, fragmentariamente, hoy en Olivos. Ayer, el ministro del Interior dijo que las fechas límites son el 16 de febrero para las internas, el 27 de abril las generales y el 18 de mayo para el ballottage (ver aparte). Matzkin se quejó porque el fallo de la Cámara electoral “es confuso”, dijo. Uno de sus pares fue más duro al calificar el escrito: “Es una vergüenza. Patearon la pelota, se sacaron una responsabilidad de encima y empiojaron todo. Para esto era preferible el de (María) Servini de Cubría”, despotricó ante Página/12.
Fechas al margen, nadie en el Gobierno da dinero por la realización de las internas. Va a pasar el tiempo, según las primeras espadas del Presidente. “Con cada día que pasa, Menem se desangra, pierde votos. El apostó al caos y el caos no se produjo”, celebraba un secretario de Estado.
Los plazos, no obstante, no son tan extensos para definir la famosa fórmula por la que apostará el Gobierno. El Presidente pendula entre José De la Sota y Néstor Kirchner, y en su gabinete se dividen las lealtades en torno a cada uno. Por ejemplo, Pampuro y Alvarez apoyan a Kirchner; Fernández, la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, y Atanasof, a De la Sota. El ministro de Justicia estaría dispuesto, incluso, a acompañar en la fórmula al gobernador santacruceño. “Habrá que ver si los argentinos soportan a otro Alvarez de vicepresidente”, bromea ante los amigos.
La definición podría llegar al fin de la semana que comienza. Quizá se extienda un poco más. La novedad podría ser que Hilda “Chiche” Duhalde no acompañara a nadie en la fórmula nacional –algo de eso dijo ayer el Presidente en Punta Cana–. Pero eso no está descartado en la fórmula de provincia de Buenos Aires. Felipe Solá podría tener de acompañante a la primera dama. Nadie sabe, aún, qué opina de esto el gobernador que ayer se lanzó a la reelección (ver nota).

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En el gabinete de Duhalde no todo es armonía. Las divisiones pasan por el acuerdo con el FMI y por los candidatos que deberían apoyar.
 
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