EL PAíS › DECLARACION DEL EPISCOPADO

El FMI y la independencia

 Por Washington Uranga

El arzobispo Eduardo Mirás, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, expresó ayer su deseo de que se llegue a un acuerdo con el FMI. Pero “personalmente desearía que los arreglos se alcancen sin que sufra para nada la independencia del país”. El obispo rosarino habló en conferencia de prensa al culminar la asamblea plenaria de los obispos católicos y estuvo acompañado por la nueva Comisión Ejecutiva, integrada por el cardenal Jorge Bergoglio (vicepresidente primero), el arzobispo Domingo Castagna (vicepresidente segundo) y el secretario general, obispo Guillermo Rodríguez Melgarejo. “No me gusta que se nos imponga esta ley, que se nos imponga este método, que se nos imponga esto, aquello o lo de más allá. Pareciera que desde afuera se nos dice que hay que realizar tal cosa, establecer tal ley o derogar tal otra, para que pueda conseguirse este convenio con los poderes económicos”, afirmó. Ratificando la conveniencia del acuerdo, Mirás insistió, sin embargo, en que éste “tiene que tener una determinada altura que respete totalmente la independencia del país”.
Los obispos culminaron ayer su segunda asamblea ordinaria del año, dedicada en gran medida a renovar las autoridades, y emitieron un documento breve para resaltar los valores del “catecismo de la Iglesia Católica”, un texto de carácter universal, producido hace diez años. Al margen de las cuestiones internas, las preocupaciones de la coyuntura también se colaron en los diálogos eclesiales en la residencia religiosa de San Miguel. El cardenal Bergoglio resumió el malestar de los obispos al decir que frente a la situación “hemos reiterado el mensaje y parece que algunos sectores no entienden”. Agregó que “somos conscientes del sufrimiento del nuestro pueblo” y sostuvo que “cada persona tiene su dignidad, tiene derecho a que se respete esa dignidad y que no se la pisotee. Pisotear la dignidad de una mujer, de un hombre, de un anciano, es pecado grave que clama al cielo”.
Mirás comenzó su intervención ratificando el compromiso de la jerarquía católica de “animar y de iluminar los trabajos y las actitudes de diálogo que se están llevando adelante y que puedan servir para instrumentar acuerdos fundamentales que sirvan para la marcha del pueblo que está ahora tan necesitado de metas racionales y de normas que sean prudentes y que sean estables”, pero también tomando clara distancia del Gobierno y ratificando su crítica a la dirigencia. Sin apartarse de la orientación general llevada adelante por su antecesor en el cargo, Estanislao Karlic, Mirás dejó en evidencia que puede endurecer su discurso crítico hacia los sectores que tienen responsabilidades de conducción del país. Se preocupó además por aclarar que la etapa que ahora se encara en el marco del llamado Diálogo argentino es sustancialmente distinta a la primera. “Es otra óptica”, dijo, en la que ya “no tiene intervención el Gobierno”. Insistió además en que para la Iglesia “no sólo cambió la metodología, sino que cambio la óptica. Ya no se trata de darle un paraguas al diálogo que convocaba el Gobierno porque no existe ya ese diálogo convocado por el Gobierno”. Mirás subrayó que la Iglesia, a través del Departamento de Laicos, ha confiado a sus propios fieles laicos para que, junto con miembros de otras religiones, expertos y representantes de diferentes sectores sociales, estudien y elaboren “aportes creativos” que puedan ser ofrecidos a la sociedad para superar los problemas existentes.
Consultado acerca de su evaluación personal sobre la primera fase del “Diálogo argentino”, que culminó el pasado 11 de julio con la difusión de catorce propuestas básicas, el nuevo presidente del Episcopado dudó en encontrar una calificación. “Le digo la verdad –dijo tratando de elaborar una respuesta– yo no se cómo calificar la primera experiencia del Diálogo. Muchas veces me lo pregunto yo a mí mismo. El esfuerzo fue muygrande y obviamente todo el mundo esperaba que la dirigencia política hubiese tenido mucho más en cuenta las cosas que aquella Mesa del Diálogo proponía. Todo el mundo tenía esa esperanza. Pero no pasó así”.
Pidió también Mirás que existan “metas racionales y normas prudentes, que exista una legalidad que todo el mundo deba cumplir para llegar ordenadamente a un momento eleccionario. Porque en este momento nadie sabe qué, ni cómo, ni quién, ni a quién, ni cuándo siquiera van a realizarse las elecciones. Me parece que al pueblo hay que presentarle caminos racionales. Decir estas son las normas y no se van a cambiar. Si están cambiando a cada momento nadie sabe lo que intenta, nadie sabe a dónde se encamina”, subrayó el obispo.
Advirtió también que “la situación de hambre, de extrema necesidad, siempre es caldo de cultivo para engendrar violencia” y que por eso “es importante llamar a la paz, al sosiego, a la reflexión, para que por caminos legítimos podamos lograr las mismas o mejores cosas que las que se intentan por caminos violentos. Tal vez cueste más, pero lo podemos lograr”, siguió diciendo. “No podemos intentar imponer la ley a través de la ilegalidad. Esto sería una contradicción en sí misma” continuó. .No nos tenemos que cansar de insistir en lo que estamos pidiendo y en lo que estamos proponiendo. Aunque parezca que todos los oídos están sordos, o que todos los ojos están ciegos, o que nadie quiere ver ni escuchar, la problemática de los demás, sigamos insistiendo. Y una vez y otra vez. Y acabaremos por lograr lo que deseamos”, sentenció.

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