EL PAíS › EL BICENTENARIO > LA MULTITUD QUE COPó LOS FESTEJOS

Una marea en el centro

Fueron miles de familias. Cientos de miles de personas. Hay quienes hablan de dos millones, de aquí para allá, en la 9 de Julio, en la Avenida de Mayo, en la Plaza Congreso, en la Plaza de Mayo. Y por todo el microcentro. En el cuarto día de festejos, la impresionante cantidad de actividades derivó en una verdadera fiebre por el Bicentenario. “Hoy acá no hay diferencias. La gente se olvida de su posición política y social, y se une para festejar. Es que todo esto es nuestro y está hecho con el trabajo de todo el pueblo”, explicaba Maximiliano. El viajó junto a su familia desde el partido bonaerense de Marcos Paz para participar de la celebración. Su padre, Américo, recalcaba: “Estamos asistiendo a un hecho histórico. La mayoría de los que estamos acá es muy posible que no estemos dentro de cien años más para vivir un episodio como éste”.

La gran fiesta sobre la 9 de Julio recibía más y más invitados segundo tras segundo, venían de todas partes y por distintos medios. Muchos optaron por llegar en transportes públicos y los que se animaron a venir en sus propios vehículos debieron dejarlos a varias cuadras, para luego continuar el trayecto caminando, en subte o colectivo. “Lo importante era llegar para recorrer un poco de todo lo que ofrece este evento”, sostuvo Domingo, mientras cuidaba que ninguno de sus chicos se le perdiera de vista en medio de la multitud. “Trabajo cerca, sobre Avenida de Mayo, y fui viendo cómo a medida que pasaban los días esto se iba armando. También fue impresionante la cantidad de gente que trabajó” para montar esta estructura, explicó Domingo, y aseguró que “hoy (por ayer) pareció ser el día más concurrido”.

Temprano a la tarde, autos de todas las épocas y de marcas clásicas como Ford, Torino o Chevrolet deslumbraron a grandes y chicos, y se convirtieron en uno de los atractivos que ayer colmaron el Paseo del Bicentenario. Miles de personas se agolpaban para ver el interior de los autos, escuchar el rugir de sus motores y subir a los primeros colectivos que circularon en el país.

Los contrastes caracterizaban el ambiente: algunos se habían sentado en ronda y compartían el mate, mientras otros se calzaron el termo debajo del brazo y preferieron matear mientras continuaban el recorrido por los distintos espectáculos. Algunos caminaban a paso ligero, mientras otros se tomaban su tiempo para discutir el próximo destino. Otros tantos prefirieron hacer una pasada ligera por cada una de las actividades que ofrecía el Paseo de Bicentenario. Los más pacientes hacían interminables filas para conocer cada stand, comprar recuerdos o comida y sacarse fotos.

Silvia Galán es una colombiana que hace algunos meses vino a instalarse a la Argentina con su marido y su hija. Los tres, junto a otras familias amigas de las provincias de Tucumán y Buenos Aires, eligieron también formar parte de los festejos. “Estamos desde las cuatro de la tarde recorriendo y nos vamos a quedar hasta que los chicos aguanten”, afirmó.

La música del escenario se mezclaba con los gritos de la gente que celebraba los goles de Argentina contra Canadá, y que se había agolpado frente a una pantalla gigante, ubicada a metros de las tablas. Los aplausos del público a los artistas en vivo también se confundían con los que iban destinados al delantero de la Selección, Carlos Tevez.

Maximiliano, de 11 años, y Camila, de 10, eran dos de los tantos chicos que esperaban en la fila junto a sus padres para entrar a ver los trenes antiguos. “Vinimos todos los días”, celebró Maxi. “Esta es una fiesta en familia. La gente está muy bien predispuesta y se la nota contenta”, resaltó la mamá del chico. Camila agregó: “Este tipo de evento cultural es lo que los argentinos necesitamos”.

Informe: Rocío Ilama.

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