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Los obispos denunciaron la codicia y la pobreza

En las homilías navideñas, los obispos de distintos puntos del país coincidieron en repudiar “la corrupción política”, alertar sobre la pobreza y demandar mayor solidaridad y justicia.

 Por Washington Uranga

A través de los mensajes navideños, parte de la jerarquía católica volvió a mostrar su preocupación por la situación social y política desde las denuncias sobre la pobreza, la corrupción, la injusticia y la crítica a la dirigencia, sin dejar de reconocer la importancia de los esfuerzos solidarios que surgen principalmente desde los sectores más humildes de la sociedad. Los obispos también insistieron en su llamado a la participación de todos en la construcción de alternativas, reafirmando el sentido de la esperanza que, desde la perspectiva cristiana, aporta la Navidad.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Eduardo Mirás (arzobispo de Rosario), se lamentó porque “la justicia y la solidaridad, que son la expresión del amor al prójimo, no suelen ser comunes entre nosotros” frente “a la insaciable apetencia del poder y la enorme voracidad económica de muchas personas y sectores”. Por su parte, el arzobispo Luis Villalba (Tucumán), uno de los prelados que más duramente se ha expresado en los últimos tiempos, afirmó que en el país “abundan las tinieblas que hieren la dignidad humana y golpean sobre los pobres”, señalando “el egoísmo desenfrenado que no busca sino el beneficio propio o de su grupo y no el bien común; (..) la política que, desde hace tiempo, sólo ofrece la lucha por el poder; (...) la injusticia; y (...) el escándalo del hambre y la desnutrición”.
Los obispos de Jujuy, Marcelo Palentini, y de Humahuaca, Pedro Olmedo, emitieron un comunicado conjunto en el que dan su bendición “a los que luchan por la paz, los que trabajan por la justicia” en un mundo donde “casi todos los vínculos sociales se han roto”. Los dos obispos sostuvieron que “la insolidaridad y el egoísmo campean a sus anchas” en nuestra sociedad; que “la legitimidad de nuestras instituciones se ha deteriorado por usarlas en provecho propio de grupos y no en el servicio del bien común”. Agregan que “la mentira y el robo han generado niveles inaceptables de pobreza, miseria y exclusión” y “los poderosos del mundo siguen poniendo exigencias a los pobres para demostrar su poderío”.
En el mismo tono el arzobispo de Mendoza, José María Arancibia, dijo que “se percibe en todas partes un clima de desconfianza y de sospecha, de inseguridad y franco desaliento, por la mentira y la corrupción reinantes” y su colega de San Juan, Alfonso Delgado, afirmó que “por el bien de nuestra Patria y para ayudar a superar el clima de corrupción y de mentira, necesitamos volver a la verdad e impulsar el sentido de justicia, el respeto por la ley y la fidelidad a la palabra dada”. El obispo marplatense, José María Arancedo, hizo un balance del año que concluye diciendo que estuvo marcado por “el desconcierto político, la inseguridad jurídica y la injusticia social de la pobreza, que nos avergüenza con el drama de la desnutrición”.
El obispo de Posadas, Juan Martínez, destacó el “el notable crecimiento en los barrios y pueblos de nuevos emprendimientos —huertas, comedores, elaboración de productos o trueques— que permiten sobrevivir a aquellos que padecen la marginación del ‘gran mercado’, que cada vez se va reduciendo a un sector de la población, sobre todo en países como el nuestro, marcados por la pobreza”. Un grupo de obispos del sur del país, integrado por José Pozzi (Alto Valle del Río Negro), Fernando Maletti (Bariloche), Esteban Laxague (Viedma) y Marcelo Melani (Neuquén) reivindicó la obra “silenciosa y callada” de las mujeres que trabajan en comedores comunitarios, la de los vecinos en asambleas populares, las huertas comunitarias y familiares y “la solución buscada en común entre los miembros de una familia o entre vecinos de un barrio, para afirmar que “la esperanza no está muerta” y esto es lo que genera optimismo para el futuro. Pero dijeron también que “nos parece necesario insistir en un cambio de estructuras que nos ayuden a ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”.

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El presidente del Episcopado, Eduardo Mirás.
 
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