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Doble d CFK

Aún en Shanghai, el jueves pasado, Cristina Kirchner tenía previsto un almuerzo con la Cámara de Comercio china. Antes se reunió en privado con 15 presidentes y CEOs de las más poderosas empresas de Shanghai. Ese encuentro, previsto para una media hora, se prolongó hasta más allá de la hora y media, mientras los hombres de negocios argentinos y pequeños y medianos empresarios chinos esperaban en las mesas devorando una canasta de pan tras otra. En eso, un chino averiguó que Marina Riofrío era una senadora y se sacó una foto con ella en el centro del gran salón. La reacción fue como una bola de nieve. De todas las mesas comenzaron a pararse para sacarse fotos con Riofrío, creyendo que ella era la presidenta argentina. De repente, la senadora –que, hay que decirlo, no se parece en nada a Cristina– tenía cientos de chinos persiguiéndola por todas partes, camarita en mano. Se podría decir que nunca, ni siquiera en su San Juan natal, fue tan popular. Como no había forma de resolver el malentendido, los custodios decidieron sacar a Riofrío del salón. Cuando se la llevaban, una mesa de empresarios argentinos, siguiendo con la broma, le dedicó un aplauso encendido. Varios minutos después entró Cristina Kirchner y quedó todo aclarado. Claro que eso no amilanó a los chinos, que querían llevarse su imagen de recuerdo. La Presidenta aguantó el aluvión durante una buena media hora.

Papr infiel

En plena visita oficial a China, el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, estaba desconcertado. Mientras discutía las condiciones del préstamo que el Banco de Desarrollo chino le haría al Estado argentino para la adquisición de vagones, el funcionario del gobierno local le indicaba la mala nota que las consultoras internacionales le ponían al país. Schiavi le pedía que no confiara en esos indicadores y que mirara otros, como que la Argentina había resuelto el canje de la deuda en default. Pero el funcionario le dijo que no era así y sacó de entre sus papeles un informe preparado por el economista Daniel Artana, de la consultora neoliberal FIEL y reconocido enemigo de las políticas oficiales, que aseguraba que la Argentina todavía no había salido del default. “Me lo quería comer, me salió el nacionalismo de adentro”, contaba Schiavi. Resultado: el paper de Artana fue a parar al archivo.

Debildad rdical

El presidente del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz, inauguró un nuevo ciclo de actividades del radicalismo, una serie de “diálogos abiertos”, que empezaron el jueves pasado con la visita del politólogo Guillermo O’Donnell. Además de los militantes, la concurrida dirigencia no quiso perderse la exposición de O’Donnell sobre los “desafíos políticos e institucionales” que deberán enfrentar. El politólogo les advirtió sobre el “duro y difícil” camino que aún les queda por recorrer. El prestigioso intelectual reconoció que había algunas preguntas de Sanz para las que no tenía respuesta. Durante la conversación, el senador mendocino le pidió ayuda para enfrentar uno de los mayores contratiempos que el radicalismo tendría de llegar al poder en 2011: la casi nula relación con el sindicalismo. “Lo puedo ayudar muy poco en esta pregunta”, respondió O’Donnell. “La débil inserción sindical corporativa es un problema histórico y tradicional del radicalismo.”

Tomó la psta

La canciller alemana Angela Merkel aterrizó en Beijing cuando CFK aún no había dejado el país. Pasó por el mismo rito en el inmenso hall del Gran Palacio del Pueblo, escuchando los himnos, pasando revista a las tropas y luego manteniendo una reunión con el presidente Hu Jintao. Curiosamente, pese a las enormes diferencias entre la Argentina y Alemania, algunos temas también se repitieron. A la salida, Merkel contó que había reclamado mayor acceso de las empresas alemanas al mercado chino. Es que en los últimos años, igual que sucedió con la Argentina, los chinos inclinaron la balanza comercial de manera que ahora también tiene superávit con la Unión Europea. Y como hicieron con CFK, los chinos le respondieron a Merkel que apuntarán a un comercio “equilibrado y ordenado”. Casi un calco, con un par de días de diferencia.

No slo soja

La última del periplo chino. La ministra de Industria, Débora Giorgi, regresó satisfecha por el acuerdo firmado entre la empresa farmacéutica argentina Chemo y la compañía china Fosum Pharma, que compromete una inversión conjunta de 73 millones de dólares para producir medicamentos genéricos biosimilares para el mercado chino e incluye la construcción de una planta en Shanghai. A la ministra se la veía feliz porque era justo el tipo de negocio que CFK proponía a cambio de seguir vendiendo a Asia sólo soja y sus derivados. “Esto es transferencia tecnológica y de conocimientos de una empresa argentina a una china”, celebró Giorgi.

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