EL PAíS › RAQUEL GVIRTZ DE ARSCUCHIN

Madre y Abuela

 Por Ailín Bullentini

En compañía de su marido, Raquel Gvirtz de Arscuchín golpeó varias puertas de autoridades militares cuando, en pleno auge de terror feroz, la última dictadura cívico-militar secuestró a su hijo Miguel y a su novia Noemí Jansenson. Nunca obtuvieron un solo dato del paradero de aquella pareja de novios jóvenes –20 y 21 años–, aunque el camino de la búsqueda desembocó en lucha: por esos días, Raquel conoció a Azucena Villaflor y se juntó con ella y otra docena de mujeres que querían saber de sus hijos. “Empezaron a dar vueltas a la Plaza, ella protagonizó el nacimiento de Madres de Plaza de Mayo”, recordó Clara Weinstein, quien se sumó dos años después al colectivo, con el mismo despojo. “Muy dulce y agradable, pero también muy sufrida”, describió a esta Madre, que también fue Abuela –su nuera estaba embarazada al momento de su secuestro– y que falleció el pasado jueves. “Se fue una amiga incondicional, éramos una gran familia”, completó Weinstein.

Fue el 13 de septiembre de 1976 cuando la vida de Gvirtz cambió para siempre. “Nunca pudo superar la falta de Miguel y sin embargo supo guiar a muchas de nosotras, a las que nos tocó sufrir la desaparición de nuestros hijos años más tarde, en el camino de la búsqueda”, destacó Weinstein, quien “nunca” olvidará “los consejos de Raquel y su marido a la hora de explicar los pasos a seguir” a quienes, como ella, llegaban “desamparados y desesperados” a la incipiente Madres de Plaza de Mayo. Gvirtz integró el grupo de 14 mujeres que, en caminatas alrededor de la Pirámide de Mayo, tradujeron el reclamo por la aparición de sus hijos e hijas, aquel 30 de abril de 1977.

Luego, la mamá de Miguel también se sumó al grupo de familiares de desaparecidos judíos, grupo en el que también coincidió con Weinstein y otras Madres. Cuando comenzaron las sospechas de que, además de los secuestros y desapariciones, los represores robaban a los hijos e hijas de las jóvenes madres secuestradas embarazadas y los despojaban de sus familias biológicas, Gvirtz consideró probable que el bebé de Noemí y Miguel, que tenía dos meses de gestación cuando sus padres fueron desaparecidos, siguiera con vida. Desde entonces, la Madre se convirtió también en Abuela.

Aunque tarde, los responsables de las violaciones a los derechos humanos de su hijo y de su nuera obtuvieron el castigo de la Justicia, en el marco de los juicios de la megacausa Campo de Mayo. Sin embargo, Gvirtz falleció sin tener noticias de su nieto. “Sus amigas y compañeras, como Madres y Abuelas que somos, seguiremos buscando a ese nieto o nieta, y recordando a su hijo y a su nuera”, expresaron a modo de despedida las integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo. “Querida hermana, nos comprometemos a continuar tu lucha en la búsqueda de nuestros 30 mil detenidos desaparecidos”, coincidieron desde la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo.

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