EL PAíS › ASUMIERON EN EL SENADO SAADI, BUSSI, MIRANDA, REUTEMANN Y MARIN, ENTRE OTROS

Todos juntos otra vez por el voto popular

En una ceremonia carente de entusiasmo ocuparon sus bancas ayer los nuevos senadores. Los abucheos estuvieron orientados a Bussi, el hijo del dictador preso por la represión ilegal. Todavía falta definir la situación de Tato Romero Feris, el correntino que también fue elegido para la Cámara alta después de estar preso por corrupción.

 Por Felipe Yapur

Fue una ceremonia de juramento un tanto deslucida. Con barras temerosas de expresar su alegría por la jura de sus senadores preferidos. Inclusive a la hora de abuchear, los silbidos fueron tenues. Fue extraño, ya que varios de los nuevos senadores que asumieron ayer tienen características capaces de despertar odios y amores. Así, la tan mentada renovación de la Cámara alta no fue tal. Es que por ahora los rostros extraños no dicen nada y los conocidos son efectivamente eso, demasiado conocidos. A saber, juraron, entre otros, los menemistas Ramón Saadi, Carlos Reutemann y Rubén Marín. También lo hizo el tucumano Julio Miranda, cercano ahora al kirchnerismo más por conveniencia que por convicción. El denominador común de los noveles senadores es que más allá de las funestas características que puedan tener, todos llegaron al Parlamento gracias al voto popular.
En total asumieron 21 senadores. Los que se quedaron con las ganas fueron los correntinos que deberán esperar una semana hasta tanto la Comisión de Asuntos Constitucionales, que preside Cristina Fernández de Kirchner, decida la suerte de la impugnación que presentaron el miércoles contra el ex gobernador Raúl “Tato” Romero Feris.
Como en anteriores asunciones, los pasillos del Senado fueron colmados por familiares, amigos y favorecidos de los recién llegados. Las únicas camisetas con inscripciones fueron las del catamarqueño –y todavía gobernador de la provincia– Oscar Castillo, cuyos seguidores compartieron las bandejas altas con los adherentes de su archienemigo Ramón Saadi. Pero fue una convivencia madura. Las barras ni siquiera se dirigieron la palabra. Distinta fue la relación entre los representantes de esa provincia, ya que el propio Castillo le pidió al presidente del cuerpo, Daniel Scioli, que aclarara si debía jurar Saadi ya que el secretario parlamentario no lo había nombrado. El destituido gobernador por el escándalo de encubrimiento armado sobre el crimen de María Soledad Morales le agradeció con una amplia sonrisa.
Uno a uno los nuevos legisladores fueron prestando juramento. Algunos lo hicieron frente a una enorme Biblia; otros –algo más de media docena– juraron por la patria. Scioli saludó a todos y cada uno de ellos, pero la sonrisa más amplia se la dispensó a Reutemann. El santafesino fue uno de los más saludados por sus nuevos compañeros de bancada. Parco como siempre, estrechó manos y besó a las legisladoras sin mucho fanatismo.
El único que se salió del juramento formal fue el socialista santafesino Rubén Giustiniani, quien al momento de extender su mano dijo que lo hacía “en nombre del senador electo por la voluntad popular, Alfredo Bravo”. Nadie dijo nada. Eso sí, llamó la atención el abrazo fervoroso que poco después le dio la duhaldista Mabel Müller, quien días atrás había amenazado a sus colegas de bancada con no dar quórum si no se le asignaba a María Laura Leguizamón la banca en pugna con el socialismo.
Los únicos silbidos que se escucharon en el recinto fueron dedicados a Ricardo Bussi. Fueron pocos y tenues. El hijo del genocida ni siquiera se inmutó. A su lado sonreía su mamá, Josefina Bigolio, quien por unos instantes había descuidado a su marido que por estos días vive una profunda depresión fruto de su condición de reo. Ella y sus nietos fueron los únicos que lo aplaudieron. El pampeano Marín, en cambio, recibió palmadas por doquier, tanto de su reemplazante en la provincia, Carlos Verna, como de su viejo conocido, Eduardo Menem.
Como era de esperar, los más aplaudidos fueron Castillo y Saadi. Al justicialista lo esperaban en la puerta del recinto decenas de seguidores desesperados por una foto, o un puesto. Hasta el mítico Tula se acercó para besarlo y sacarse una foto. También lo esperó el ex diputado menemista Juan Carlos Ayala. El chaqueño no se sacó foto, pero cuando lo estrechó en un abrazo le dijo al oído: “Estamos retornando Ramón. Si hasta el Tula está de nuevo”. Y pensar que la consigna “que se vayan todos” la coreaban en todo el país.

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La mayoría de los senadores juró ante una inmensa Biblia, como el tucumano Julio Miranda.
 
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