EL PAíS › OPINION

Cortes sin botín mediático

 Por Luis Bruschtein

La foto de la conducción de los piqueteros duros en una reunión civilizada con los senadores en el Congreso fue el magro botín de la mayoría de los medios electrónicos y escritos que hasta ayer esperaban una guerra campal en los cortes de ruta. La cobertura de la televisión se limitó a pequeñas crónicas casi burocráticas de los cortes que, por otro lado, si bien provocaron molestias en automovilistas, no generaron el caos de otras medidas similares. El corte de la autopista La Plata-Buenos Aires, que iba a ser el ojo de la tormenta en la confrontación de los piqueteros con la Justicia y el Gobierno, según se anunciaba, tampoco se produjo. Y en el lenguaje de los medios, tanto los piqueteros como el Gobierno lograron instalar sus objetivos.
Desde la toma del Ministerio de Trabajo por el MIJD de Raúl Castells hasta el desopilante corte de la 9 de Julio, donde fue agredido un taxista, la sensación de violencia inminente en los cortes anunciados para ayer por el MIJD y el Bloque Piquetero Nacional fue creciendo en las notas de los medios y también por el cruce de acusaciones entre piqueteros, funcionarios y políticos.
Durante toda la semana previa, las imágenes del desaforado que golpeó al taxista en la 9 de Julio fue repetida por los canales de televisión, en especial el Canal 9. Durante la semana anterior, el tema preferido habían sido los comerciantes y quiosqueros que habían sido afectados por la toma de Castells. Los mismos dirigentes piqueteros sintieron esta presión de la opinión pública que tiende a aislar cada vez más a sus reclamos. Y en el contexto de esa campaña, salieron a responsabilizar al Gobierno por ella y por las posibles situaciones de violencia que se pudieran generar.
Ese torrente de información sobre la violencia piquetera genera temor y desmovilización, y profundiza el aislamiento de estas agrupaciones. En ese aspecto puede coincidir con el interés oficial. Pero al mismo tiempo opera en su contra porque se monta en la intención de grupos de presión que esgrimen el problema de la inseguridad como una forma de mostrar la debilidad del Gobierno para forzarlo a asumir medidas represivas. Si en algo coinciden los piqueteros y el Gobierno es que cualquier situación de violencia los perjudica. Para unos y otros, el cruce de acusaciones y advertencias constituye un arma de doble filo. En ese sentido, la acusación de los dirigentes piqueteros expresa más una intención política en su afán de ubicarse en la oposición que descripción de la realidad. A su vez, cuando el Gobierno entra en ese cruce de declaraciones, se pone en el borde del precipicio. Y de alguna manera, unos y otros se sitúan en una lógica que no les conviene y que les es impuesta desde una presión mediática.
Casi todos los medios publicaron ayer en sus primeras planas el anuncio de los cortes de ruta, y en su mayoría en tono catastrófico y agorero. En algunos casos compartió ese lugar con las presiones de los acreedores en la negociación de la deuda. Ambito Financiero, el más emblemático en este enfoque, dedicó su principal titular a los cortes: “Desafío piquetero a la Justicia”. A su lado, otro titular menor anunció: “Advertencia alemana: Argentina debe cambiar oferta para acreedores”.
Durante mucho tiempo, el hecho de dejar vías alternativas de circulación en los cortes de ruta se había convertido casi en una cuestión ideológica con que los “duros” se diferenciaban de los menos “duros” y de los “blandos”. En la mayoría de los cortes de ayer se dejaron abiertas esas vías alternativas. Sumada a la decisión de no cortar la autopista La Plata-Buenos Aires, ya que había una decisión de la Justicia para impedirlo, demostró que los dirigentes del MIJD y el Bloque también querían evitar cualquier enfrentamiento y, si bien restaron “espectacularidad” a la protesta, le dieron una orientación más política, resignando esas actitudes que no afectan el centro de sus planteos.
Pese al gran despliegue de móviles, cámaras y micrófonos, la televisión se perdió ayer el festival de protestas antiprotestas y las secuelas quetienen los hechos de violencia. La cobertura terminó cuando acabó la medida de fuerza. La medida fue concebida como una acción opositora. Los mismos organizadores declararon que la fuerza de los cortes los instaló como “unica oposición al gobierno de Kirchner”. En el oficialismo, más preocupado por la presión de la oposición de derecha sobre la opinión pública, hubo expresiones de satisfacción en la medida en que la protesta no se desbordó. En definitiva, para los partidos de izquierda que orientan a las agrupaciones del Bloque, el saldo más positivo, además de la demostración de fuerza, fue haber presentado sus objeciones a la reforma laboral en el Senado, ya que el Ministerio de Trabajo no les reconoció la misma entidad que a las centrales obreras para intervenir en el tema.

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