EL PAíS › MINISTRO PARA UNA ARGENTINA QUE HOY NO EXISTE

Cuál será el Lavagna-dólar

 Por Julio Nudler

“El complejo panorama de la economía argentina se ha visto agravado por el virtual congelamiento de las negociaciones con el FMI. Para que el nuevo régimen no colapse, es necesaria la asistencia financiera (del Fondo, Banco Mundial y BID)... por 22.700 millones de dólares.” Esto se lee en un informe del 22 de febrero de Ecolatina, la consultora de la que Roberto Lavagna se desvinculó formalmente dos años atrás, pero en la que permaneció su hijo, Marco L., y es presidida por Alberto Paz, históricamente ligado a quien se perfila como sucesor de Jorge Remes. De diversos informes recientes de Ecolatina pueden recogerse afirmaciones como las siguientes:
- El apoyo financiero internacional resulta vital para defender la cotización del peso en el mercado único de cambios.
- Adoptada la decisión de dejar flotar la moneda, resulta claro que, sin regla conocida (de intervención del BCRA en el mercado cambiario) se agrega incertidumbre al proceso de formación de expectativas, y la posibilidad de hacer contratos de largo plazo se vuelve mínima.
- Con una demanda por dinero sumamente contraída, en franca disminución, y reducida al mantenimiento de saldos para realizar transacciones corrientes, la pérdida del valor de la moneda es una consecuencia inevitable...
- La cada vez mayor brecha entre oferta y demanda de pesos, y la escasez relativa de divisas del BCRA para defender la moneda local, alimentan las expectativas de depreciación del peso.
- Ningún analista discute que el único modo de recrear la confianza en el peso argentino pasa por eliminar, en forma creíble, el déficit fiscal en el tiempo.
Indicios claros y directos sobre las ideas de Lavagna en política cambiaria, monetaria y fiscal –que hoy por hoy, en el fondo del abismo, como el alazán, es lo único que interesa– no hay, y por una sencilla razón: el sucesor señalado no es un macroeconomista que haya escrito trabajos sobre esos puntos hoy candentes. Sus temas son la industria, el comercio exterior y la integración (Mercosur, Unión Europea), pero ninguno de ellos figura en la agenda actual de la Argentina, donde lo único que importa es apagar el incendio.
Tentativamente, se espera que el Gobierno resuelva anclar el dólar, tal como le propuso el frustrado Alieto Guadagni a Eduardo Duhalde. Se cree también que reincidirá en el error de adjudicarle carácter provisorio a esa fijación del tipo de cambio, como ya se hizo sin suerte en enero, siempre para no pelearse con el Fondo. Salvo que, como se afirma cerca de Jorge Remes, éste haya logrado en sus últimas horas como ministro pleno que el organismo le quitara a la flotación el carácter de prior action.
Pero, aun en el caso de que Lavagna fije el dólar, habría que saber a qué nivel y con qué disposición a jugar las reservas en su defensa. El FMI no deja de sospechar que el bloque político gobernante en el país está dispuesto a dilapidar las reservas, entregando los dólares a precio subsidiado para que algunos fuertes intereses completen la fuga de capitales. Sin embargo, en las mismas condiciones, no congelar la paridad, preservando las reservas, implicaría iniciar el vuelo hacia la dolarización, pasando en el viaje por una híper.
Severo ajuste fiscal, canje forzoso de los plazos fijos por Bónex y neutralización –mediante otro bono y hasta donde se pueda– de los depósitos a la vista transaccionales serían medidas necesarias para compatibilizar la defensa del ancla cambiaria con la preservación de al menos una parte de las reservas. Si encima viene algún auxilio externo, tanto mejor. Llegado el momento, el mercado hará las cuentas y deducirá si ese dólar es sostenible.
No es de antemano descartable que Lavagna evalúe la alternativa de endurecer el control de cambios, aunque implique el riesgo de que seensanche la brecha con el paralelo y proliferen las maniobras para burlar las restricciones. Pero ningún camino se andará sin la aquiescencia del Fondo, aunque éste no se comprometa a nada.

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